El manifiesto de los trujillanos | Por: Ramón Rivasaez

El 21 de agosto último un notable grupo de personas residentes en el estado Trujillo, suscribió un documento para fijar su postura política en relación a los comicios del 21-N, en la que estarán en juego el poder local y legislativo de la nación.

Es, sin duda alguna, relevante que individualidades de una amplia diversidad ideológica hayan coincidido en acudir a participar en una cita electoral, rodeada de incontables dudas en cuanto a su pulcritud, respeto a las normativas, y sobre todo en un país donde no se garantiza el estado de derecho.

Pero bien, los que suscriben el manifiesto, se apoyan en las buenas palabras del conocido sacerdote José Virtuoso, quien recientemente exhortó a la comunidad venezolana, de modo de restaurar la democracia. Otro tanto, hizo la Conferencia Episcopal a fin de ponerle punto final al viacrucis de los venezolanos.

Los argumentos para presentarse a las elecciones de noviembre se sustentan, en primer lugar en que los actores» generen confianza y sean capaces de entusiasmar no solo a los militantes de sus partidos políticos, sino motivar a la gente para que sientan que vale la pena votar; en segundo lugar,  que se comprometan a trabajar en equipos integrados por personas capaces y honestas, no solo compañeros de partido o familiares incondicionales; tercero, que presenten un programa de acción a través de un plan consensuado de desarrollo regional y local y e n cuarto lugar, que propugne transparencia mediante un permanente programa de auditoría»   Esos son los cuatro puntos del importante acuerdo o pacto; ahora bien,  ya lo expuesto es un avance significativo.

Ahora, lo fundamental es sobre quiénes va a responder llevar a feliz término está loable iniciativa trujillana. Pensamos que empujar el carro de la historia no es tarea fácil, pero no imposible. En este esfuerzo creemos que lo que debe pensarse es en el porvenir de las futuras generaciones de trujillanos, debe ser el norte de todos los que les motiva esta inquietud. Así, si vale la pena sufragar, salvar a Trujillo.

La entidad trujillana se merece un futuro promisorio, donde la gestión pública gire en torno a la satisfacción de las necesidades y urgencias que demanda este olvidado conglomerado, es hora de ver a Trujillo con ojos de solidaridad y afecto.

 

Salir de la versión móvil