El fatalismo fagocitando la esperanza (VI Parte) | Por: Nelson Pineda Prada

 

En la Constitución Bolivariana (1999), se establece que el pueblo venezolano es el sujeto fundamental en la refundación de la Patria; que la nuestra es una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, federal y descentralizado; la cual hace de los principios de libertad,  independencia, paz, solidaridad, el bien común, la integridad territorial, la convivencia y el imperio de la ley, principios fundamentales; que el derecho a la vida, al trabajo, a la cultura, a la educación, a la justicia social y a la igualdad son derechos humanos inalienables.

Si se tiene presente que con el gobierno bolivariano se inició una nueva política de relacionamiento internacional autónomo y soberano, con los demás países del orbe; se puso en marcha una nueva visión de la integración, que tiene como principios la cooperación, la solidaridad, la corresponsabilidad, la libre determinación de los pueblos; que ha hecho de nuestro petróleo una riqueza al servicio de la humanidad y no solo del gran capital.

Que el no haber permitido la presencia de marines, ante la desgracia de Vargas; haber extrañado la fuerza militar estadounidense y haber expulsado a la Administración de Control de Drogas (DEA), del territorio nacional, son decisiones que le han mostrado a los Departamentos de Estado y de Defensa estadounidenses que, el gobierno de la Revolución Bolivariana, era distinto a los que le habían antecedido; por lo tanto, la relación con el Presidente Hugo Chávez tenía que ser de respeto.

Ante la total pérdida de credibilidad de la dirigencia y las instituciones de la cuarta república, el Departamento de Estado de EEUU, diseñó una nueva estrategia política. Salidos de sus laboratorios, conformó un nuevo liderazgo y organizaciones partidistas. A los yuppies de los noventa los sustituyó por los patiquines del 2000. Las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), fueron convertidas en empresas de “organización social”. La compra de “plumólogos”, sobre todo con alguna pasantía por la izquierda, fueron convertidos en la nueva corte de pensadores; predicadores de un futuro que tiene como referente lo más nefasto del pasado.

Los gobiernos supremacistas de Estados Unidos, en estrecha alianza con los de la Unión Europea y del extinto cartel de Lima, a lo largo de estos veintidós años, diseñaron y pusieron en ejecución macabros e inhumanos planes terroristas para obstaculizar y detener el avance y consolidación de la Revolución Bolivariana.

El paro empresarial del 2001. El golpe de Estado del 11 de abril del 2002. El paro petrolero 2002-2003. El boicot a las elecciones parlamentarias del 2005.

La guerra económica inducida. El plan de desabastecimiento de productos básicos. El saboteo a la industria eléctrica. La sanción a PDVSA en el 2012. El desconocimiento del triunfo electoral del Presidente Nicolás Maduro y los actos de violencia a los cuales llamó Enrique Capriles Radonski al ser derrotado en el 2013: Salgan a descargar la arrechera. La convocatoria a actos violentos y terroristas liderados por Leopoldo López (la salida) durante los años 2014 y 2015.

Luego de la victoria en las elecciones parlamentarias del 2015, arreciaron la campaña de desestabilización. Henry Ramos Allup electo Presidente de la Asamblea Nacional anunció al país que en seis meses sacaba a Nicolás Maduro del poder. En el año 2016 violando la Constitución Bolivariana pretendieron “asaltar” las instituciones del Estado. Entre abril y julio de 2017, emprendieron una intensa ola de acciones violentas y terroristas, las guarimbas, las cuales arrojaron un total de 125 muertos, llegaron al extremo de quemar varios compatriotas venezolanos vivos. No reconocieron la legalidad y legitimidad de la Asamblea Nacional Constituyente electa en el 2017. No reconocieron la reelección del Presidente Nicolás Maduro en el año 2018. El 4 de agosto de 2018, durante la celebración del 81 aniversario de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) en la avenida Bolívar en Caracas, el presidente Nicolás Maduro fue objeto de un intento de magnicidio. El 10 de enero de 2019, Juan Guaido es electo Presidente de la Asamblea Nacional en desacato constitucional. El 23 de enero de 2019, Guaido se autoproclamo Presidente encargado, violando lo establecido en la Constitución Bolivariana y demás normas jurídicas que rigen la vida política del país. El 23 de febrero de 2019, Guaidó convocó a todo el pueblo venezolano a acompañar la llegada de una supuesta “ayuda humanitaria” que tenía previsto ingresar por la frontera colombo-venezolana (Cúcuta). El 30 de abril de 2019, Juan Guaidó y un pequeño grupo de militares anuncian “la fase final” de la supuesta Operación Libertad, en un nuevo intento por derrocar al presidente venezolano. Los organismos de inteligencia venezolanos debelaron un golpe de Estado que se estaba orquestando desde Colombia, y el cual contaba con el apoyo absoluto del presidente de esa nación Iván Duque. El mismo tenía como objetivo asesinar a altos funcionarios del Ejecutivo Nacional, incluido el Presidente Nicolás Maduro, y se llevaría a efecto el 23 y 24 de junio de 2019. El 3 de mayo de 2020, el Gobierno Nacional frustro un intento de «invasión» por vía marítima por parte de «mercenarios terroristas» que pretendían entrar al país. El objetivo del mismo, según confesión de quienes dirigían dicho movimiento sedicioso, era secuestrar al Presidente Nicolás Maduro. Apoyado por el gobierno de Estados Unidos, de algunos gobiernos de la Unión Europea y del cartel de Lima, Juan Guaidó inició una violenta y antipatriótica ofensiva para derrocar al Presidente Nicolás Maduro.

No existe, en los anales de la historia universal un gobierno, una nación y un pueblo que haya sido sometido a un proceso de desestabilización política, a un abominable bloqueo económico, a la inhumana imposición de medidas coercitivas unilaterales, a un permanente proceso de intervencionismo exterior, como al que ha sido sometido la República Bolivariana de Venezuela, por los gobiernos supremacistas de Estados Unidos y sus marionetas.

Diseñaron y ejecutaron nuevas modalidades de golpe de Estado, sutilmente encubierto con un rostro y un sentido que le dé legitimidad; que genere una creencia de que sus ejecutores son los salvadores de la patria, defensores de la democracia, de los derechos humanos; que permita ocultar los intereses de los golpistas, su odio, su racismo, su desprecio por los pobres; en fin, se trata de una conducta cuyos actores … ignoran que la multitud no odia, odian las minorías porque conquistar derechos provoca alegría, mientras perder privilegios provoca rencor, como dijo Arturo Jauretche.

 

La dignidad y la razón siempre se imponen…

 

 

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