Luis A. Villarreal P.
Observando que no ha habido un informe público por parte de las dos delegaciones que alternan en Ciudad de México en el marco del mentado diálogo que ya ha cumplido con tres rondas de negociaciones, nos preocupa sobre lo que guarda el mutuo silencio; que por cierto ya se había anunciado en palabras de Gerardo Blide cuando desdeñaba un ‘diálogo de micrófonos’.
Ya estábamos en cuenta de que sobre el cumplimiento de los ‘acuerdos de la segunda ronda’ no se tenía idea, como en efecto. Cuestión que realmente no tiene importancia para la expectación venezolana, por la sencilla razón de que esos pánfilos e incoherentes acuerdos no tienen sabor alguno, son francamente insípidos, porque no representan un aporte para la salida de la crisis que acogota y asfixia, y que señala: 94,5% de pobreza general y un 76.6% de extrema pobreza, según la Encovi; y de que la emigración no para, aumenta, lo que empeora la lucha de liberación y beneficia al sistema inicuo imperante. Y no es para menos, aunque Caracas cuenta con privilegios, la provincia no tiene ni gasolina para trabajar; lo que adiciona el problema de marginación.
Extraoficialmente, lo acordado en la tercera ronda tiene que ver con aumentar la conveniente participación de la mujer (aunque han estado participando). O sea, el tratamiento a la crisis implica cuestiones de equilibrio de género. También se sabe que el diálogo celebrará una cuarta ronda el próximo 15 de octubre, seguramente bajo los auspicios del silencio.
En atención a la entrevista que —el día 5 de los corrientes presentado en YouTube— le hiciera el acucioso periodista Fernando del Rincón de CNN al líder venezolano de Voluntad Popular Leopoldo López, nos terminamos de dar por advertidos sobre la ‘conforme’ razón que tiene el camino a elecciones el 21N, precisamente bajo dos aspectos que no dejan de ser importantes:
En esa determinación (pro elecciones) , desvinculada del diálogo, se encuentra el G4, base política del gobierno interino y de las negociaciones en México; y también, la Unión Europea que ha reiterado su decisión de observar dicho proceso electoral, sin que prestara atención a los partidos que le han exigido el informe de la Comisión Exploratoria de su gestión ante el CNE, partidos, instituciones y despachos correspondientes.
Leopoldo, respecto al diálogo —’algo’ escéptico— ha dicho: «espero que de allí pueda salir algo positivo» como lograr «… una ruta por elecciones libres, justas y verificables», porque se rige por ‘métodos’ más precisos que en diálogos anteriores: agenda y acompañamiento internacional para ambos bandos. Que de las elecciones del 21N —sin garantías— solo se aprovecha esa oportunidad para seguir haciendo el trabajo partidista de movilización por carencia de otra opción viable. Y que la participación de observación electoral de la UE «es una decisión ya tomada».
No obstante, la plana mayor del régimen ha dicho a Borrell de la UE: «Si no han aprendido a respetar, es mejor que no vengan», porque creen que como causantes del ‘estado de cosas’ han de ser estrictamente respetados, y que la mediación y observación internacional convierte a sus facilitadores en seres neutros, sin alma.
Concluyendo este sucinto análisis, sobre el diálogo y las elecciones del 21N, no es exagerado vaticinar —si no ocurre algo extraordinario, verdaderamente eficiente y demócrata— que la realización de ambos eventos solo serán dos saludos distantes a la bandera: demostración de aguante de la oposición negociadora y electoralista para asimilar derrotas y tal vez asumir otras opciones. Si es así, un triunfo para quienes piensan que Venezuela está bien como está: en el descalabro; a la espera de la parsimoniosa voluntad política internacional, y a que en la Oposición haya afán por la unidad necesaria, no egoísta ni movida por intereses sectarios: personales, gremiales o partidistas.