EL DESARROLLO ESTÚPIDO | Por: Francisco González Cruz

 

El desarrollo estúpido es el proceso que pseudo satisface las necesidades humanas del presente con un máximo de consumo, gran contaminación del ambiente y compromete la adecuada satisfacción de las necesidades humanas de las generaciones futuras.

Es desarrollo porque se da normalmente en países desarrollados, de manera que no hay que confundirlo con el concepto de subdesarrollo. Es estúpido porque se produce en sociedades inteligentes. Pseudo satisface las necesidades humanas, porque consume enormes cantidades de bienes y servicios que dan una falsa sensación de satisfacción, y en cambio producen grandes y graves patologías. Es contaminante para los seres humanos que consumen y para el planeta que recibe la basura que produce. Y, por supuesto, no es sostenible.

Según la propuesta del “Desarrollo a Escala Humana” realizada por Manfred Max-Neef, Antonio Elizalde y Martin Hopenhayn a finales de los años 80, los satisfactores de las necesidades humanas puedes ser clasificados en cinco tipos, a saber: a) violadores o destructores; b) pseudo-satisfactores; c) satisfactores inhibidores; d) satisfactores singulares; y e) satisfactores sinérgicos. Todos se dan en todas las sociedades, pero el desarrollo estúpido opta por los primeros cuatro.

Por ejemplo, satisfacer la necesidad de seguridad y paz fabricando bombas nucleares es claramente estúpido, pero es lo que hacen los países ricos. Alimentar a la población con productos ultraprocesados, también lo es. Permitir los monopolios en asuntos de alto interés estratégico, como la energía y las comunicaciones, también. Como lo es pretender avanzar en la sociedad del conocimiento con redes que no permiten el pensamiento y restringen el lenguaje.

En cambio, existen satisfactores sinérgicos que resuelves varias necesidades a la vez, no contaminan y garantizan el bienestar hoy y mañana, como la comida sana, natural y producida localmente, la salud preventiva, la lectura y la escritura, las conversaciones humanas, el respeto a la dignidad de la persona humana, el deporte y la sana recreación, sistemas de ahorro y crédito, la promoción de la solidaridad y el respeto, la transparencia, la pequeña y mediana empresa y la economía familiar, el respeto a los sistemas naturales y muchos otros.

El desarrollo estúpido es paralelo al desarrollo sostenible, pues las sociedades exitosas o inteligentes por mil razones permiten y promueven las pseudo soluciones.  Que países como Alemania, que se ha levantado con tanto éxito luego de dos guerras mundiales, como toda Europa, confíen en las malas juntas – como Rusia y China –  para satisfacer sus necesidades de energía y proveer insumos vitales para sus industrias y comunicación, medicamentos y otros asuntos estratégicos, ¿acaso no es estupidez? Y todo porque era más barato.

Quien no es transparente no es confiable, así de sencillo. Y no se pueden establecer relaciones sanas con quien no es confiable. Como cualquier pulpero que no le fía a quien sabe que es mala paga o mala gente. Pero la codicia es mala consejera, como la arrogancia, o la ingenuidad.

Pero la alarma se enciende, o debería encenderse, cuando uno lee que de un solo señor muy rico dependa que Ucrania gane o pierda la guerra, como es el caso de Elon Musk. O que, de unas pocas personas, muy pocas, dependa toda la conectividad de la población mundial, y si le da una loquera todos nos quedemos hasta sin poder hacer mercado ni salir de la casa. La concentración del poder en estos temas es de una estupidez mayúscula.

Que la Inteligencia Artificial, con todo su potencial, dependa de esta forma oligopolio tan concentrada no parece ser tan inteligente. Y pensar que el tema de la ética la van a resolver los gobiernos, o las Naciones Unidas es también, por ingenuo, una estupidez.

Por supuesto que existen muchos ejemplos de desarrollo sostenible en las sociedades avanzadas, incluso en las llamadas subdesarrolladas. Experiencias exitosas de bienestar humano y de respeto a la naturaleza. La mayoría son de orden local o nacional. Pero en el orden global es más que evidente que la estupidez priva. O no lo es acaso que las 10 empresas más contaminantes del mundo sean precisamente los 10 monopolios más grandes que producen “alimentos” ultraprocesados y “bienes para el cuidado personal”.

Los sectores económicos más contaminantes del planeta son la producción de energía, la moda y la alimentación. Y en cada uno de esos sectores son unos cuantos monopolios, cada uno de ellos más poderoso que cualquier país o entidad multinacional. ¿O usted cree que la Organización Mundial de la Salud se atrevería a prohibir la industria de las gaseosas y de la comida chatarra?

Así como la estupidez no es contraria a la inteligencia, tampoco lo contrario del desarrollo sostenible es el subdesarrollo. Y es de hacer lo posible por que la superación del subdesarrollo camine por los senderos de la sostenibilidad, que es sería satisfacer la mayor cantidad de necesidades humanas con el menor consumo posible, en armonía con los demás seres humanos y con la naturaleza. Es el camino del capital social, la economía humana y el respeto a los sistemas naturales. Es el camino del bienestar. Así las generaciones futuras tendrán asegurada su existencia.

Pero como dijo Albert Einstein «Dos cosas son infinitas: la estupidez humana y el universo; y no estoy seguro de lo segundo».

 

 

 

 

 

 

 

 

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