Los trujillanos tenemos enormes motivos para enorgullecernos. Sentir que la historia se detiene jubilosa cuando asoma en ella la frágil presencia de una mujer que regó con sapiencia, competencia y humildad, los surcos hendidos por la sed de enseñanza, que como un norte con estrella y todo, logró estimular su continuo proceder. Sea por un libro, o por la simple manifestación de la presencia del hombre en la vida o en la ausencia de la muerte, en la recordada “Señorita” Aura Salas Pisani encontraban motivos suficientes para enriquecer el alma carente de pródigo alimento espiritual. Crecer es importante, pero no en tamaño solamente, ella, bien lo supo demostrar. Crecer adentro, a partir de la riqueza interior, de la revelación del alma porque sabe que existe y la disfruta sin contemplación. Son esas cosas, lo que llena la vida de los que saben dar sin recompensas, sin exigir más que la realización del sueño que siempre tuvieron.
A pesar de todo, Aura Salas supo estar al lado de los que creían que sólo a través de la verdadera preparación de nuestra gente, lograríamos cambiar el estado de degradación de cosas que circundan nuestra vida ciudadana. Sabemos, que enseñar era el verbo.
Aura Salas, la Eloísa y el Ateneo
El Grupo Escolar Eloísa Fonseca y el Ateneo de Valera representan un esfuerzo de nuestra comunidad, con luchas y acciones constantes de trabajo colectivo, hasta asegurar físicamente la estabilidad de estas instituciones, con la dotación de sus edificios-sedes; todo a base de unión, planificación, de esfuerzo, de trabajo en equipo de propios y extraños y hasta de un vivir en trances de angustia y preocupación que, en oportunidades, les llevó y mantuvo dentro de riesgosas expectativas, producto de sorpresivos asechos inescrupulosos y que por su dudosa y baja procedencia, parecía que le hacía perder fuerza en la lucha tenaz por estructurar definitivamente los proyectos como la Eloísa y el Ateneo.
Sin embargo, en aquel entonces, pudo más la unión férrea de todos, bajo aquel vigoroso esfuerzo. La respuesta permanente fue el trabajo mancomunado de la «acción oficial» y la iniciativa privada, complementado por un ámbito educativo y cultural, donde vibró siempre un movimiento espiritual orientado y canalizado por un «esfuerzo creador» que era de todos, y en donde no hubo nunca forzada afectación, ni intereses individuales o de grupo.
Desde su nacimiento, primero la educación con la Eloísa Fonseca y luego la sede del nuevo Ateneo, surgió un afán y actitud de trabajo creador y de vocación de servicio, con profundo contenido humano y con el mayor respeto hacia la libertad creadora, inspirados en aquella definición tan elemental que la cultura es el hombre, derivada de las normas de la más alta pedagogía del espíritu y de la acción intelectual.
Estos objetivos fueron la base del movimiento de todos los valeranos a una voz, que han apretado siempre para defender y argumentar sanos principios en pro de lo nuestro, guiados por una clara doctrina de la verdad cultural y educativa.
Con plena autoridad Aura Salas Pisani decía que en Valera existe mística para esto. Por eso, el pensar de Aura Salas se enfocó, en la consolidación de la Eloísa y el Ateneo, actualizó y vitalizó las metodologías de trabajo para que se tradujera en actividades amplias y concretas, sabía que de lo contrario, la acción cumplida, se frustraría irremediablemente, si no era sostenido por el pensamiento y la voluntad de todos.
Esencia humana de la ciudad
Siempre Aura Salas Pisani con el pensamiento en el Ateneo de Valera, esa casa de cultura que le daba esencia humana a la ciudad comercial; imán que atraía al poblador mayor para que entienda la necesidad de las cosas culturales como complemento insustituible de esa vida empresarial deshumanizada y absorbente, Aura Salas allí en medio del Ateneo, haciéndose comprender por su comunidad, luchando enconadamente con su lenguaje didáctico en el acto menudo y en la gran presentación. Y no sólo en Valera, también Trujillo la vio conversar e intercambiar ideas y proyectos con Mireya Mendoza, la gran dama del Ateneo de Trujillo. Y no sólo en Valera y Trujillo, también Boconó la retrató con los mismos propósitos con Miryam Sambrano, la amantísima señora del Ateneo de Boconó. Espacio vital de una geografía regional cultural para la acción mancomunada de esta trilogía de valores femeninos insignes en el campo del hacer cultural que llena páginas enteras en el acontecer cotidiano de las cosas del espíritu y que le dieron proyección nacional, como Capital de la Cultura, a un Estado, que mostraba como contraste de su abandono eterno, una sorprendente actividad ateneísta, comandada por estas tres mujeres dirigentes.
Evocarla sería útil
El Ateneo de Valera ha estado de capa caída desde hace más de una década. Tiene y siente la necesidad de abrir su espacio cultural que se ha hecho inexplicablemente reducido. De volver a irradiar aquellas pequeñas luces culturales que en conjunto hacían una gran lámpara espiritual para sus habitantes. De volver a ver el sol.
El Ateneo de Valera debe recobrar aquellos caminos amplios que llevaban a los valeranos a donde había pan cultural y esperanza. Aura Salas siempre estuvo en medio para señalar el camino. Aura Salas siempre prodigando aquel pan, ración cultural que alimentó tanto a los pobladores, muchos de ellos se convirtieron en dirigentes de la ciudad y del Estado con el pasar de los años. Esa acción social de Aura Salas Pisani no puede olvidarse ni en Valera ni en Trujillo, ni en Boconó, ni en La Quebrada, ni en parte alguna de la geografía regional. El nombre de esta dama cada día cobra vigencia y eternidad en la memoria de Trujillo, en el espacio y en el tiempo de nuestra tierra. En estos tiempos de tanta oscuridad y nubarrones en contra de la cultura, de propio Ateneo y su espacio creativo, evocar su espíritu de lucha sería de mucha utilidad.
El Ateneo de Valera debe ser recuperado en honor a Aura Salas Pisani, a su entrega y espíritu de lucha, rescatarlo en función de una verdadera cultura, integrado por personalidades ligadas a la ciudad desde distintas posiciones profesionales, políticas, sociales, deportivas y culturales. Ellas sería una garantía para el Ateneo, para Valera y para el Estado en general.
Evocar el espíritu luchador de una mujer así, como lo fue Aura Salas de tan amplia significación social, sumada a la magnífica figuración estatal, seguramente traería el resultado de un Ateneo de Valera plenamente integrado al compromiso de una nueva realidad valerana y que dignifique nuevamente el sentir de la identidad y cultura trujillana.
Foto cortesía de: https://historiasdevidaehg.blogspot.com