La presente es una reflexión sobre el área central de Valera, entendida esta como la cuadrícula urbana original en la meseta, aproximadamente entre la calle 5 al norte, la calle 16 al sur, y desde la avenida 4 al este hasta la avenida 16 al oeste, y las prolongaciones de esas vías. Otro concepto es el centro histórico, que en el caso de Valera tiene su referencia en la plaza Bolívar y sus alrededores. La idea es despertar una seria reflexión sobre nuestra ciudad, y en particular sobre esta área tan particular, en el entendido que la ciudad de Valera es mucho más y se extiende por los cuatro puntos cardinales con numerosos asentamientos humanos, que tienen sus dinámicas y sus desafíos.
Esta área central así entendida es la ciudad ortogonal planteada inicialmente por Don Gabriel Briceño de la Torre, que fue creciendo en población respetando los criterios urbanísticos iniciales y que determina la imagen y la identidad de nuestra ciudad. Es el espacio de mayor significación urbanística, de más intensa interacción social y económica, de mayor confluencia de personas locales y aledañas, y son sus calles y avenidas, sus espacios públicos, sus edificaciones las que le imprimen el carácter a Valera. Aquí se construye, principalmente el concepto de ciudadanía y de “valeridanidad” o ciudadanía valerana.
FORTALEZAS
- La principal fortaleza del área central de Valera es que mantiene el concepto inicial expresado por sus fundadores, basados en las normativas de ciudad ordenada que trajeron los colonizadores españoles, y que parten de los antiguos fundadores del urbanismo desde Hipodamo de Mileto 400 años a.C. y Vitruvio en el Siglo I. Como escribe Alla Brewer-Carías:
“De las seis naciones europeas (España, Portugal, Francia, Inglaterra, Dinamarca y Holanda) que intervinieron en la colonización de América, sólo España fundó ciudades de acuerdo a un invariable plan regular y ordenado, que conllevó, no sólo la cuidadosa elección del sitio para su ubicación desde el punto de vista del clima y de las condiciones del terreno, sino que además procuró el establecimiento de una forma urbana reticular del sitio a poblar, con calles rectas que se entrecruzan en ángulos también rectos, creando una malla de espacios en cuadrilátero, con forma de damero, con una plaza principal o mayor, abierta y en el centro, y otras diseminadas a cierta distancia, repitiendo en menor escala nuevos centros en la trama urbana. Este es el trazado que tuvieron todas las ciudades americanas y que todavía se conserva en su centro o casco antiguo”[1].
Valera no fue fundada con el ceremonial de estilo, sino que creció espontáneamente hasta que sus visionarios habitantes previeron la ciudad posible, la dibujaron siguiendo esos criterios y, a pesar de que eran tiempos de guerra y pobreza, abordaron su creación, la disposición de los terrenos apropiados, la construcción de su plaza y su templo y gestionaron la creación de la parroquia eclesiástica en honor a San Juan Bautista, lo que sucede el 15 de febrero de 1820.
La expansión se inicia en 1891 cuando Don Juan Ignacio Montilla, presidente del Concejo Municipal, dispone adquirir el Llano de San Pedro que va desde el Zanjón del Tigre hasta el cerro La Pollera. El Agrimensor Don Américo Briceño Valero lo mide y traza las calles siguiendo la normativa de la ciudad ordenada original, con su templo y su plaza, y sus enlaces con el centro. Concluido el trabajo de mediciones y propuestas, en 1903 el Concejo Municipal dicta la Ordenanza donde se prevén las variables urbanas de esta primera expansión de la ciudad, dándole continuidad a los criterios del núcleo primigenio.
- Una gran fortaleza que tiene la ciudad es que mantiene el carácter emprendedor y cívico que le dio origen. Aquí la comunidad cívica se fue fortaleciendo desde esos tiempos fundacionales, y ese carácter forma farte esencial de la identidad valerana. Su espíritu ciudadano, innovador, solidario y emprendedor es el mejor activo con que cuenta la ciudad para su puesta al día con las transformaciones que son necesarias, dadas las nuevas realidades locales, nacionales y globales.
- Otra fortaleza es su paisaje hermoso, diverso, con todos los tonos de verde, sus tres ríos, sus colinas en la meseta y sus montañas en sus alrededores, sus valles aledaños, las tierras altas al sur y al este y sus dilatadas planicies al norte y al oeste.
Valera tiene en su emplazamiento en esta terraza y en su localización en esta encrucijada natural la ventaja para ser el lugar central de su vecindario y de una extensa área de influencia. Esta oportunidad tiene que ser mejor aprovechada, de tal manera que la ciudad cumpla eficientemente con sus funciones.
DEBILIDADES
- La principal debilidad de la ciudad es que no sabe que quiere ser como ciudad. Ese plano inicial de Don Gabriel Briceño de la Torre hay que volverlo a dibujar con las miradas de hoy en día. Y para eso se necesita que sus ciudadanos volvamos a soñar la ciudad posible.
Ni el municipio Valera tiene su Plan de Desarrollo Económico y Social, ni la ciudad tiene un actualizado e innovador Plan de Ordenamiento Urbanístico, ambos de obligatoriedad legal, que se ha resuelto de manera improvisada.
La ciudad ordenada se está acabando por diversas causas, la principal de ellas la ausencia de esos instrumentos legales que pongan orden y concierto en el crecimiento urbano, tanto en el área central como en su anarquizada expansión.
- El desorden urbanístico causa graves deterioros a la calidad de vida. Este desorden se manifiesta en la construcción de edificaciones que no respetan la calidad que debe tener la vida ciudadana, ni las normativas para la convivencia y la seguridad; la apropiación de los espacios públicos, tan de manifiesto en la ocupación del bulevar de la avenida Bolívar; la toma de las aceras por el comercio formal e informal; el deterioro de las casas antiguas convertidas ahora en ruinas, estacionamientos la mayoría de muy mal aspecto; terrenos sucios y enmontados y toda una serie de evidencias de deterioro de todo el centro de la ciudad.
- Grave déficit de servicios públicos como el agua, en primer lugar, la electricidad, la conectividad, la ausencia de un sistema de disposición de los desechos sólidos, un pobre sistema de transporte, el déficit de espacios públicos de calidad, la carencia de área verdes, plazas y parque y muchas otras carencias.
- La carencia de la que se llama la “gobernanza”, que es una forma de gobernar la ciudad de manera integral, articulando el gobierno de la ciudad, la comunidad cívica, los empresarios y otros sectores para abordar la complejidad de una urbe de manera integral, que promueva un desarrollo urbano sostenible.
POSIBILIDADES
Valera puede ser una oportunidad perdida si se deja, como está, al garete, a merced de la improvisación y el empirismo, sin orden ni concierto. Seguirá la ciudad en deterioro, perdiendo sus fortalezas e incrementando sus debilidades. Y todos saldremos perjudicados, tanto los que aquí vivimos como los que residen en su área de influencia que esperan los buenos servicios que le debe prestar la ciudad.
Otra posibilidad es que la ciudad reaccione en estos tiempos en que las ciudades cuentan con sistemas de cooperación muy activos para su transformación en ciudades exitosas. Hay interés mundial en apoyar a las ciudades intermedias que decidan ser mejores.
Podemos tener una ciudad con un área central de 150.000 habitantes y zonas de expansión ordenadas, con una economía sana y humana, con una sociedad vibrante y una naturaleza espléndida. Una ciudad dinámica y progresista.
El gobierno de la ciudad, su comunidad cívica y sus gremios empresariales tienen la oportunidad de convocar los encuentros necesarios para despertar a la ciudad, para activarse en repensar la ciudad y relanzarla.
Hay muchas ideas, diversos emprendimientos, iniciativas muy novedosas, pero no estamos articulados para un verdadero encuentro por la ciudad, y tener un proyecto consensuado, colectivo, que interprete la ciudad que queremos, para construirla entre todos.
[1] POBLAMIENTO Y ORDEN URBANO EN LA CONQUISTA ESPAÑOLA DE AMERICA. En: https://allanbrewercarias.com/wp-content/uploads/2016/12/I.1.613.pdf