La casa de Hilda García está llena de potes de refresco. La cocina, el baño y parte de la sala han sido ocupados por envases que no almacenan bebidas gaseosas, sino agua. Desde hace más de cinco años no reciben el suministro de de manera constante, y por eso debe apertrechar todo lo que pueda para la semana.
Ha pasado tanto tiempo viviendo esta precariedad, que al parecer se acostumbró a vivir bajo la misma dinámica. En su casa cada gota de agua cuenta, y si algo ha aprendido es a no malgastar y a reutilizarla. “Desde hace muchos años dejamos de vivir como la gente normal. Aquí el agua está medida para que nos dure una semana. Con un pote de dos litros lavamos los platos, y con otros dos nos bañamos. Luego esa agua se usa para bajar la poceta”.
Su misma realidad la viven cientos de familias en el sector donde habita, el barrio Cotiza de la parroquia San José de Caracas, y es el padecimiento cotidiano en miles de hogares de la capital.
El ingeniero y expresidente de Hidrocapital, José María De Viana, asegura que en Caracas la mayoría de las personas han tenido que cambiar sus hábitos de higiene a causa del déficit de agua, lo que genera grandes problemas de salud pública.
Hilda García cuenta que el agua llega un solo día el fin de semana, a veces el sábado, a veces el domingo, y regularmente en horas de la madrugada. “Tenemos que llenar potes y lavar toda la madrugada, porque si esperamos al otro día corremos el riesgo de que la quiten y eso representa quedarnos sin agua toda la semana siguiente”.
Tanto ella como sus vecinos afirman que en ocasiones no llega y tienen que esperar hasta 15 días, lo que los obliga a buscar agua en otros sectores.
Los cargadores
En Cotiza cargar agua se convirtió prácticamente en un oficio. Se calcula que unos 30 jóvenes de esa comunidad han dejado sus trabajos y estudios para dedicarse a cargar y vender agua.
Hilda cuenta que cobran hasta tres dólares por llevar unos 80 litros de agua hasta las casas. Esta es una de las alternativas a las que tienen que someterse las personas mayores o aquellos que no tienen tiempo para salir a buscar agua.
Carlos Calderón es uno de los “cargadores”, como les llaman en la zona. Él afirma que diariamente se pueden hacer hasta 30 dólares cargando agua. “Vamos a zonas donde sí llega el agua y allí cargamos nuestras pimpinas y las llevamos en carretillas hasta la casa de los clientes. Hay quienes te piden tres o cuatro viajes”.
Para Carlos, los mejores días son aquellos cuando no llega el agua en el sector. “Todos empiezan a pedir y podemos sacar hasta más de 50 dólares”.
Tuberías improvisadas
La falta de suministro de agua potable ha sido tan grave que ha obligado a algunas comunidades de Cotiza a autogestionarse para poder “resolver” el problema. “El daño de una ciudad sin agua es mucho más grande que lo que se tiene que invertir para que el servicio funcione bien”, asegura José María De Viana.
En sectores como Los Cujicitos y Las Casitas los vecinos han diseñado un plan para hacerle frente a la problemática. Se trata de tuberías provenientes de nacientes del Ávila, por las que bombean agua permanentemente.
Un representante del consejo comunal de la zona, que prefirió mantener su identidad en resguardo, aseguró que algunos habitantes se organizaron para reunir dinero y comprar los tubos y todo el sistema de bombeo necesario para obtener el agua de la montaña. “Encauzamos el agua directo de la montaña y a través de unos 400 metros de tubería la enviamos a varias tomas que están ubicadas en varios sectores”.
Pero esta es una solución para unos pocos, o solamente para los que pagaron, pues las tomas están resguardadas con candados y las llaves las tienen los que aportaron.
Esto se ha convertido en un negocio, pues hay tomas en las que cobran un dólar para que otras personas llenen. Es en estos puntos donde “Los Cargadores” obtienen el agua para posteriormente venderla.
El problema de Hidrocapital
El expresidente de Hidrocapital, José María De Viana, asegura que el sistema de abastecimiento de agua en la Gran Caracas es uno de los más complejos del mundo, pero que funciona muy bien cuando es perfectamente mantenido y reparado. “Ese sistema tiene ,muchos años en manos de gente ignorante que no es del oficio. Cuando el sistema de transporte de agua está en mal estado y sin mantenimiento, tiene muchas dificultades”.
El ingeniero afirma que actualmente los sistemas Tuy I y Tuy II están tan deteriorados que trabajan a menos de la mitad de su capacidad, lo que acentúa más el problema del agua en Caracas.
De Viana recordó que en el momento en que la señora Jackeline Farías asumió Hidrocapital, la Gran Caracas recibía más de 20 mil litros de agua por segundo, pero actualmente solo llegan 11 mil. “Los embalses de Camatagua y de Taguasa tienen agua suficiente para la ciudad, pero el problema es el bombeo”.
El ingeniero considera que la solución a este problema pasa por el mantenimiento de los sistemas de bombeo y conducción del agua, y que al ser un servicio el suministro de agua, las personas deben pagar para recibirlo.
Hilda García sigue llenando sus potes de refresco, inmersa en una dinámica que ya es parte de su cotidianidad. No piensa en la solución al problema, solo espera que algún día la situación mejore.
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