Francisco González Cruz
Los trujillanos debemos soñar con audacia el Trujillo posible, partiendo de las fortalezas de los orígenes y atendiendo los enormes desafíos de las realidades actuales. Ese es principal mensaje que nos trae la celebración de las dos fechas cimeras de nuestra historia regional, a decir del Dr. Mario Briceño Perozo: el 9 de Octubre de 1557 y el 9 de octubre de 1810. Falta la tercera fecha que será cuando los trujillanos tomen una decisión de tanta trascendencia como aquellas: iniciar la transformación de Trujillo.
En el mundo de hoy existen dos desafíos fundamentales: los globales que atienden a los asuntos multilaterales; y los locales que atienden a los lugares. En la escala global las cosas no lucen tan fáciles, como lo puso en evidencia la Cumbre del Futuro, pero allí mismo se registraron las experiencias de comunidades específicas que decidieron cambiar y hoy lucen sus éxitos en mejores niveles de vida.
Son tres las claves de los lugares exitosos: Una es su identidad y la consciencia sobre sus fortalezas y sus debilidades, su memoria en los éxitos y los fracasos que ha registrado su historia, con los que aprende a trazar los nuevos sueños con consciencia de las raíces. La segunda es la valentía colectiva que genera la energía para soñar con audacia el futuro posible, contando por supuesto con los aprendizajes y hasta la cooperación de las experiencias vividas por otros. La tercera es la capacidad para discernir el presente y sus posibilidades, para construir los consensos colectivos que permitan alinear los esfuerzos hacia objetivos comunes.
Las fechas conmemorativas son importantes si representan un alto en el camino para recordar lo que fuimos, pero también para plantearnos lo que somos y lo que podemos llegar a ser, de lo contrario se convierten en un pastoreo de la nostalgia.
El 9 de Octubre de 1557 significó el empeño fundador que desplegó energías hasta hacer de la ciudad primigenia una de las más importantes de las nuevas tierras. Esta ciudad y su entorno – casi coincidente con el territorio de la nación Cuica – vivió en sus primeros tiempos, con el lamentable tratamiento a las etnias existentes, una fecunda energía creadora que atrajo a excelentes familias y a intelectuales de elevadísimo renombre, hasta que el corsario francés Francisco Grammont de la Mote a finales de 1678 – atraído por su prosperidad – la asalta y destruye.
El segundo en 1810 significa el inicio de su autonomía y de al menos diez decisiones fundamentales para el devenir trujillano. Primero: se separa el Distrito Municipal Trujillo de la Provincia de Maracaibo; segundo: se crea la Provincia de Trujillo; tercero: se establece que el pueblo asume el mando y lo ejerce una Junta de Gobierno; cuarto: el Ayuntamiento designa unos electores que se encargaría de supervisar la elección de los integrantes de la Junta Superior de Gobierno; quinto se elige y se juramenta la Junta Superior de la Provincia de Trujillo (encargada de la regencia); sexto: juran obedecer a la Junta el Vicario de Trujillo y el clero secular, los administradores, funcionarios diversos y el pueblo en general; séptimo: se designan nuevos administradores de justicia y diversos funcionarios provinciales; octavo: se ratifican a todos los Oficiales de Milicia; noveno: se acuerda notificar de estos actos a las Juntas de Mérida, Santa Fe de Bogotá, Pamplona, el Socorro, Quito y La Paz, así como a Caracas y Maracaibo; y décimo: se llama a la paz, a guardar la religión y los legítimos intereses del Rey.
Una constatación importante es la jerarquía que en aquellos años emblemáticos alcanzó la noción de proyecto como algo que caracterizó a estos lugares, porque entendieron el quehacer del destino. Aprehendieron la realidad y soñaron con sentido de totalidad y plenitud, elementos que caracterizan todo proyecto ambicioso. En cada una esas fechas los trujillanos testimoniaron su compromiso no solo con palabras, sino con la aparición de una vanguardia que supo entender su rol como creadores de la historia. En fin, esos hombres hicieron de nuestra morada un lugar donde los sueños encontraron hogar.
¿Cómo rescatamos la noción de que todo comienza por el futuro, en unos lugares que deben mejorar sus miradas hacia adelante? Un buen paso será reconquistar los simbolismos que asociaban al futuro con Trujillo. Rescatar la capacidad de soñar. Tejer nuevas historias.
El 9 de octubre que nos falta no puede ser otro que el grito colectivo que logre reunir las energías positivas acumuladas desde hace esos años para – afirmando el noble carácter de la Trujillanidad – lanzarnos a la conquista del Trujillo posible que nos merecemos. La clave del 9 de octubre que debemos forzar está en aquellos valores que debemos conservar, para que las necesarias y audaces innovaciones estén bien enraizadas en el fecundo suelo que se fue formando desde aquella noble y remota nación Cuica, consolidada en el fecundo mestizaje que se desplegó desde la Colonia y aún continúa.
Seguramente lo primero sería reforzar las conversaciones que emergen para repensar a Trujillo desde las iniciativas en marcha, como las organizaciones de la sociedad civil, los gremios empresariales y determinadas empresas de vanguardia, los sectores políticos y gubernamentales, las universidades, los colegios profesionales, los periodistas y medios de comunicación, la iglesia católica y otros credos religiosos, y todos aquellos sectores que se quieran sumar. Se trata de poner en la agenda de nuestras conversaciones la necesidad de un acuerdo en relanzar un nuevo 9 de octubre. Un relanzamiento histórico de Trujillo.
Hay asuntos que son evidentes, que nacen y se refuerzan de las conversaciones:
- La primera es un consenso sobre la ruta estratégica a seguir, tener este mapa de caminos nos hace falta pues debemos estar claros en el rumbo que nos une como colectividad. Se puede ir consensuando pues hay coincidencia en diversos puntos, por ejemplo, en los valores de la Trujillanidad, y también los más importantes demonios o amenazas que debemos enfrentar. Tenemos que crear una alianza para el desarrollo integral del estado Trujillo.
- Un tema evidente es afianzar nuestra identidad trujillana y armonizarla con los nuevos tiempos, en un sabio desafío de tradición y vanguardia, como en la mayoría de los lugares exitosos en el mundo. Tenemos que incorporar el estado Trujillo a la sociedad de la información, sin perder nuestros valores, y eso requiere unos servicios de energía y conectividad impecables,como así mismo gente preparada. Un asunto importante es reforzar las funciones de capital de la ciudad de Trujillo.
- Sabemos que la ruta económica está por los lados de la producción agroalimentaria, la transformación de sus recursos minerales, su transformación innovadora y el turismo tejido alrededor de nuestros recursos escénicos, climáticos y religiosos, junto a las innovaciones que emerjan de la creatividad humana.
- Hay el convencimiento que debemos avanzar para lograr mejorar la educación trujillana al más alto nivel. No sólo el sistema escolarizado, toda la sociedad trujillana debe ser una comunidad educadora.
- El Estado Trujillo debe asumir la Agenda 2030 y los Objetivos del Desarrollo Sostenible como la guía orientadora de todo su accionar, insertándonos de manera eficiente en los diversos mecanismos multilaterales de cooperación para el desarrollo.
La visión poderosa, las estrategias claras, la capacidad de trabajar en equipos, el trabajo tenaz y honesto, las relaciones de cooperación que podamos tejer y la elaboración de proyectos serios nos llevarán a un Trujillo de paz y bienestar. Sobre la base de lo mejor que hemos sido y lo mejor que somos, unidos, construiremos el mejor Trujillo, el Trujillo Posible.