«Espero que el Gobierno de Nicaragua esté escuchando el mensaje correcto: que si continúan por el mismo camino, no podrán evitar perder el apoyo de su propia gente», expresó el representante interino de EE.UU. ante la OEA, Bradley Freden, en una sesión telemática del Consejo Permanente de la OEA.
Previamente, durante su intervención, McFields decidió dejar de «guardar silencio», arremetió contra «la dictadura» de Daniel Ortega en su país y pidió la liberación de los opositores presos.
«Denunciar la dictadura de mi país no es fácil, pero seguir guardando silencio y defender lo indefendible es imposible», expresó McFields en su alegato.
Sin embargo, opinó que «hay esperanza», porque, según dijo, «la gente de adentro del Gobierno y de afuera está cansada de la dictadura».
Daniel Ortega inició el 10 de enero su quinto mandato, el segundo junto a su esposa, Rosario Murillo, como vicepresidenta, tras unas elecciones marcadas por el encarcelamiento de opositores, y con nuevas sanciones de EE.UU y la Unión Europea (UE) contra familiares y allegados del mandatario.
El representante estadounidense definió hoy al embajador McFields como un «patriota nicaragüense» y aseguró que «ha tomado la decisión correcta».
Más tarde, en un mensaje en Twitter, Freden alabó el coraje de McFields «de renunciar a su posición como embajador de Nicaragua ante la OEA en un discurso en el que denunció el historial de la dictadura Ortega-Murillo contra los DD.HH. y dijo no poder apoyar más al régimen».
Países como Uruguay, Perú, Brasil, Colombia o Ecuador aplaudieron el gesto y manifestaron preocupación por la seguridad del nicaragüense, mientras Argentina y México dijeron tomar nota de sus palabras.
Por su parte, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, opinó que McFields tomó «la posición éticamente correcta» y le ofreció la «protección» del organismo.