Washington, 11 ene (EFE).- La Administración del presidente saliente de EE.UU., Donald Trump, reintegró este lunes a Cuba en la lista de Estados patrocinadores del terrorismo, de la que había sido retirada en 2015 por el Gobierno de Barack Obama (2009-2017), durante el «deshielo» de la relación bilateral.
Nueve días antes de que Trump abandone la Casa Blanca, el secretario de Estado, Mike Pompeo, dio a conocer la decisión que puede potencialmente complicar las posibilidades de que el mandatario entrante, Joe Biden, reanude rápidamente los acercamientos con La Habana.
“Con esta acción, una vez más haremos responsable al Gobierno de Cuba y enviaremos un mensaje claro: el régimen de los Castro debe poner fin a su apoyo al terrorismo internacional y a la subversión de la justicia estadounidense”, indicó Pompeo en un comunicado.
El jefe de la diplomacia estadounidense justificó el retorno de la isla a la lista “por brindar apoyo repetidamente a actos de terrorismo internacional al otorgar refugio seguro a terroristas”.
Y defendió que “la Administración de Trump se ha centrado desde el principio en negar al régimen de los
Castro los recursos que utiliza para oprimir a su pueblo en casa, y contrarrestar su interferencia maligna en Venezuela y en el resto del hemisferio occidental”.
Pompeo acusó al Gobierno cubano de haber “alimentado, alojado y brindado atención médica a asesinos, fabricantes de bombas y secuestradores, mientras muchos cubanos pasan hambre, no tienen hogar y no tienen medicinas básicas”.
En específico, aludió a la negativa de La Habana a extraditar a diez líderes de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN), que viajaron a la isla para mantener negociaciones con el Gobierno colombiano y han sido requeridos por ese país después de que el grupo se atribuyera la responsabilidad en un atentado contra una escuela de la Policía en Bogotá, que causó 22 muertos y más de 87 heridos.
“Cuba también alberga a varios fugitivos estadounidenses buscados por la justicia o condenados por cargos de violencia política”, agregó el secretario de Estado, quien apuntó que la isla regresó a la lista “después de haber roto su compromiso de dejar de apoyar el terrorismo”.
También acusó a Cuba de haberse involucrado “en una serie de comportamientos malignos en toda la región”, al apuntar que su aparato de inteligencia y seguridad “se ha infiltrado en las fuerzas militares y de seguridad de Venezuela” y ha ayudado al presidente de ese país, Nicolás Maduro, a “mantener su dominio sobre su pueblo”, al tiempo que ha apoyado a disidentes de las FARC y el ELN
La inclusión de un país en la lista negra de terrorismo implica trabas al comercio y más sanciones, pero sobre Cuba ya pesan todas esas restricciones debido al embargo comercial y financiero.
De allí que la medida de hoy buscará sancionar a “personas y países que se dedican a cierto comercio con Cuba, restringe la ayuda exterior de EE.UU., prohíbe las exportaciones y ventas de defensa e impone ciertos controles a las exportaciones de artículos de doble uso”, en un momento de profunda crisis económica para los cubanos.
Tras su llegada al poder, Trump frenó el proceso de normalización de relaciones con la isla iniciado en 2014 por Obama, de quien Biden fue vicepresidente.
El pasado 30 de noviembre, el ministro cubano de Exteriores, Bruno Rodríguez, denunció una supuesta «maniobra» de Estados Unidos para devolver a Cuba a la lista de Estados patrocinadores del terrorismo, con la que consideró busca «complacer a la minoría anticubana en la Florida».
Rodríguez indicó entonces en su cuenta de Twitter que Estados Unidos «garantiza refugio e impunidad a grupos terroristas que actúan contra Cuba desde su territorio».
En mayo pasado, Washington dio un paso en esta dirección con la inclusión de Cuba en la lista de países que «no cooperan completamente» con los esfuerzos antiterroristas de EE.UU., de la que también forman parte Venezuela, Irán, Corea del Norte y Siria.
El Gobierno cubano replicó entonces que es su país el que es «víctima» del terrorismo con la complicidad de EE.UU., en referencia a los diversos ataques (desde secuestro de aeronaves hasta planes de asesinato de dirigentes) atribuidos a grupos anticastristas en las últimas seis décadas, principalmente durante la Guerra Fría.