Pedro E. Piñate B.
En Zimbabue donde el terror agrario y el hostigamiento del empresariado privado precedieron al de Venezuela afectando como aquí la producción interna de alimentos, bienes básicos y servicios, la hiperinflación en 2008 alcanzó 231.000.000.000%. Similarmente las estadísticas oficiales de la economía se dejaron de publicar. El régimen del recientemente depuesto dictador comunista Mugabe culpó a los comerciantes de especuladores, enviándolos a prisión. De allí pasó a prohibir por decreto la inflación y ordenó bajar los precios a menos de la mitad con lo que la compra masiva resultante de alimentos y todo tipo de bienes por la población, causó más escasez e hiperinflación. Forzado por la situación solicitó la ayuda al Fondo Monetario Internacional, dolarizando oficialmente la economía que de hecho se había dolarizado tras la pérdida total de valor de su moneda (como sucede al bolívar), y cesando el régimen de terror contra productores y empresarios privados.
Mientras hoy en Venezuela, la hiperinflación y devaluación desatadas confirman la total ineficacia de las medidas oficiales que decreto tras decreto son más leña al fuego. Al respecto conviene leer al profesor He Liping de la Universidad Normal de Beijing, en su libro “Hiperinflación: Una Historia Mundial” (2017). Como él dice, “con el auge de la globalización a comienzos del siglo XXI, la incidencia de la hiperinflación en el mundo disminuyó considerablemente”. Así estudia los únicos tres casos: Zimbabue en 2008. Corea del Norte en 2009 y Venezuela en 2015, y comenta: “Estos fueron valores atípicos obvios en términos del mundo imperante (en el nuevo siglo). Una lección común que puede extraerse de la experiencia de estos países es que si se ignoran las leyes de la economía, los controles de capital no siempre pueden salvar a una economía del golpe de la hiperinflación, sino que con mayor frecuencia se convierten en un factor acelerador del proceso de aumento de la inflación y el riesgo emerge”.
En cuanto a la solución, dice el profesor He Liping que la Historia Mundial de la hiperinflación indica que invariablemente se requiere de un programa de estabilización macroeconómica. Hasta entonces podemos concluir, la economía venezolana seguirá al garete y con ella el hambre y la miseria, la inestabilidad política y social.