Francisco González Cruz
¡Eche la luz!, y salía corriendo Pedrito Montilla hacia la toma del agua del río Mitifafé, cerca de La Capilla, en mi pueblo de La Quebrada Grande. Abría la compuerta y corría canal abajo un chorrerón que movía la turbina Pelton, esta hacía rotar el generador eléctrico, la energía pasaba a un regulador y desde aquí salían los cables a alumbrar las calles y las casas de pueblito. La empresa se llamaba “Electricidad de La Quebrada” de Medici y Miliani y se fundó por los años 1900. Los enormes aparatos los llevaron cargados o arrastrados por mulas y bueyes desde Valera.
En un “World Café” patrocinado la alcaldía realizada en junio de 2022 con unos 60 líderes del municipio, una de las ideas que se plantearon, recordando aquellas plantas eléctricas que existían en muchos pueblos y ciudades, la mayoría por iniciativas privadas, fue ir hacia la autonomía de la energía eléctrica, aprovechando las fuentes hidráulicas, la solar y la eólica. Algo así como “desenchufar” al municipio de CORPOELEC.
La idea viene al caso por el gran apagón de España, que puso en evidencia las fallas de un sistema interconectado que se inventó para ser más seguro. Cuando fallaba una fuente entraba otra, pero la realidad fue distinta, aun sospechosamente desconocida, pero donde seguramente está una siniestra combinación de ideología, lucro, política y desprecio por el conocimiento. Por supuesto que no es sencillo el asunto, pero hay una lógica natural. La calidad de un sistema, el que sea, viene por la calidad de sus componentes y, sobre todo, por la calidad de las relaciones entre ellos.
Aquel modesto sistema de mi pequeño pueblo tenía un río de buen caudal y bien cuidada cuenca. Un río limpio al cual no le llegaban ni basura, ni cloacas, ni pesticidas. Quien daba la orden de “echar la luz” sabía lo que estaba haciendo, y Pedrito Montilla también. El consumo era modesto y la gente sabía que enchufar más planchas de las debidas impedía que la gente escuchara en sus radios la novela “El Bachiller y Bartolo”, en otras palabras el consumo superaba a la oferta.
Hoy Venezuela sufre cortes y apagones al por mayor y a granel. ENCOVI, ese portento de investigación que hace la UCAB y que viene a paliar el apagón informativo, dice que solo al 8 % de los venezolanos el servicio eléctrico no se le ha interrumpido nunca. El resto, 92 de cada 100, sufren los apagones y las bajas de tensión. Bueno, en mi pueblo decimos que no se va la luz, sino que llega de vez en cuando.
La principal fuente de energía eléctrica de Venezuela es la hidroelectricidad, de la cual el 70 % procede del Guri que tiene como fuente el río Caroní, una cuenca de elevada fragilidad ecológica que sufre de una despiadada intervención que afecta gravemente a las comunidades indígenas y a la cantidad y la calidad del agua que llega a las represas aguas abajo. El mantenimiento de la propia central es pésimo, así como de toda la red de transmisión y distribución.
Cuando un sistema eléctrico nacional no es movido por fuerzas hidráulicas, ni solares, ni eólicas, ni nucleares ni de otra naturaleza, sino por la política, la codicia y la incompetencia no se puede “echar la luz”.
¡Mantente informado! Síguenos en WhatsApp, Telegram,Instagram, Facebook o X