POR GILCELY LINARES
Fotos: Cortesía
Sí desea endulzarse la vida puede hacerlo en Trujillo capital. “Dulcería Doña Tula” en sus inicios llevaba por nombre “La Mejor”, siempre siendo sinónimo de tradición familiar, constancia, dedicación y perseverancia.
Desde 1900 hasta la actualidad ya son seis generaciones comprometidas e involucradas en mantener las recetas originales de doña Alejo Tirado Mendoza, descendiente del trujillano y primer presidente de Venezuela tras la declaración de la independencia de los españoles, Cristóbal Mendoza.
Pasado el tiempo la elaboración de amasijos o pan artesanal quedó en manos de su hija, Fernanda de Vásquez, junto a su esposo Trino Vásquez; de esta relación amorosa nacieron Tula, Lola y Arturo Vásquez. De forma particular las hermanas cultivaron la pasión por el negocio hogareño, el cual también representaba una fuente de ingreso económico. Ya no solo eran los amasijos, se perfeccionan los dulces de leche, melindres, paledonias, chulas, galletas, suspiros, polvorosas, roscas de anís, besos de coco y tortas.
Al hogar de las respetables damas, Tula y Lola, llegó proveniente del poblado agrícola Sabaneta la joven María Lourdes Peña, quien se convertiría como una hija de crianza para ellas y tendría la responsabilidad de darle continuidad a la permanencia de uno de sus sublimes tesoros: la dulcería con mayor arraigo en la ciudad capital del estado Trujillo, situada en la avenida Bolívar, a unas cuadras bajando la plaza Sucre, parroquia Chiquinquirá.
María Lourdes Peña inculcó la querencia por tan hermoso legado a su retoño, Ysabel Peña, quien incluso al ejercer la docencia en la Casa Hogar “Monseñor Carrillo” enseñaba a sus alumnas y representantes la preparación de los dulces. Doña Lourdes dio sus recetas a su yerno, el conocido cultor Elio Montero, con el compromiso que guardaría los secretos de las mismas, pero perfeccionándolas. La trascendía de la “Dulcería Doña Tula” igualmente es compartida por Margaret Montero junto a sus primos Mariangela, Miguel y María Verónica Peña.
En la actualidad el legado es asumido por Cecilia Gudiño, Karla Lozada y Alexia Marroni, quienes a pesar de su corta edad están vinculadas con la elaboración de los ricos dulces.
Distintivos
Los emblemáticos distintivos de la dulcería son sin duda el amor y el cariño, comenta Ysabel Peña. Adiciona que otros factores claves son conservar las fórmulas iniciales, utilizar productos de primera calidad, además, producir cada una de las delicias en pailas, reverberos, usar utensilios de madera y sobre todo respetar los tiempos de cocción.
Uno de los famosos dulces son los pescados de leche, una deliciosa confitura que fascina a niños y adultos. Su sabor es inigualable y su presentación aún en el siglo XXI es artesanal, pues los detalles del ojo, cola y escamas los realizan a pulso con cuchillo u otras provisiones.
En la época de la tercera generación los dulces contaban con cajas decorativas artesanales, confeccionadas e ideadas por Rafael Mendoza, segundo cónyugue de Tula Vásquez.
Sumado a los dulces ofrecían café recién colado y una amena tertulia sobre las historias y anécdotas locales, toda una oportunidad para conocer Trujillo y su gente.
El gobierno nacional nombró a los productos de doña Tula como piezas de interés patrimonial, tal como lo refleja el Catálogo de Patrimonio Cultural Venezolano (2004-2010).
Paladares
La mayoría de los trujillanos de Trujillo han degustado tan extraordinarios postres, lo propio ha ocurrido con personas de distintas regiones del país. El referente musical regional Laudelino Mejías, el presidente Luis Herrera Campins, la primera dama Betty Urdaneta de Herrera Campins, también el rector de la ULA, Pedro Rincón Gutiérrez, el artista plástico Asdrúbal Colmenárez, asimismo, los cantantes Franco de Vita y Oscar D’ León saborearon los mencionados dulces, eran asiduos compradores.
El propio papa Juan Pablo II comió los célebres pescados de leche, pues en un viaje al Vaticano el sacerdote Rubén Delgado los transportó como una encomienda especial.
Otros encargos han llegado hasta Colombia, Brasil, Curazao, Estados Unidos, Francia e Israel. Ya la “Dulcería Doña Tula” tiene presencia en Chile, Perú y España, debido a la migración de Mariangela, Miguel y María Verónica Peña.
Firmeza
Transcurrido más de un siglo, múltiples han sido las dificultades superadas por la empresa familiar. Ysabel Peña recuerda ciertas adversidades contemporáneas, por ejemplo cuando escaseaban productos de buena calidad y las vividas durante la pandemia por Covid-19.
Van varios años que la “Dulcería Doña Tula” trabaja bajo la modalidad de encargos, uno de los más representativos fue por 10 mil piezas para un evento turístico.
Atienden solicitudes para bautizos, primeras comuniones, confirmaciones, matrimonios, cumpleaños, entre otros. Esperan a finales del 2023 abrir totalmente en tributo a sus fundadoras.
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