Draghi y Macron se alían para impulsar el eje franco-italiano en Europa

Roma, 26 nov (EFE).- El primer ministro italiano, Mario Draghi, y el presidente francés, Emmanuel Macron, firmaron hoy en Roma el Tratado del Quirinal, un acuerdo considerado por ambos «histórico» con el objetivo de impulsar el eje franco-italiano en Europa y comenzar una nueva era en las relaciones entre los dos países, una vez superadas las dificultades de los últimos años.

«Buscar la soberanía europea significa diseñar el futuro de la Europa que queremos, no de la que quieren otros», dijo Draghi tras la firma en la rueda de prensa conjunta con Macron, quien resaltó que París y Roma comparten una visión de una Europa «más integrada, democrática y soberana» y que su relación se ha mantenido incluso «en los periodos más difíciles», como durante la pandemia.

El pacto sellado por Draghi y Macron en un acto solemne pero también emotivo en el edifico símbolo del poder italiano, el Palacio del Quirinal, y en presencia del jefe del Estado italiano, Sergio Matarella, supone un avance en la colaboración bilateral en política exterior, seguridad y defensa, justicia, política migratoria, cooperación económica e industrial, educación y cultura, entre otras.

Pero esta alianza tiene también otra finalidad: favorecer un frente común de París y Roma, dando mayor peso a ambos países, en un momento delicado para el equilibrio de poderes en la Unión Europea (UE) con la marcha de la canciller alemana, Angela Merkel, tras más de 15 años abanderando la política del Viejo Continente.

 

EL «NUEVO» EJE FRANCO-ITALIANO

El Tratado del Quirinal «pretende reforzar la convergencia de las posiciones de París y Roma en Europa», reconocieron a Efe fuentes del Gobierno italiano, que resaltaron que el acuerdo llega cuando «las relaciones bilaterales son excepcionales».

Aunque los vínculos franco-alemanes siguen siendo vitales para Macron, el presidente galo quiere mirar también hacia Italia, cuyo prestigio sube enteros desde la llegada al Gobierno de Draghi, el exbanquero que ha conseguido un consenso sin precedentes tanto en la política italiana, al frente de un Gobierno de «unidad nacional», como en la comunidad internacional.

La marcha de la incombustible Merkel, la mujer que ha «dirigido» Europa en la última década y que será sustituida por un rostro completamente desconocido para los europeos como Olaf Scholz, parece el momento adecuado, aunque Macron aseguró hoy en la rueda de prensa que no está «obsesionado con el liderazgo».

El nombre del acuerdo es una clara alusión al Tratado del Elíseo, que Francia y Alemania firmaron en 1963 y que marcó un impulso del eje franco-alemán, que se convirtió en el auténtico motor de Europa. Y no es una coincidencia.

El buen momento entre Italia y Francia también se beneficia de la excelente relación personal entre Draghi y Macron, que se han encontrado hasta en seis ocasiones desde que el expresidente del Banco Central Europeo (BCE) llegó al poder hace nueve meses para sacar a Italia de una crisis de Gobierno que ponía en cuestión la gestión de los millonarios fondos europeos concedidos por la pandemia.

 

EL TRATADO, UN «EMPEÑO COMÚN»

El propio tratado es una muestra de ello, al cerrar un turbulento periodo que llegó incluso a la llamada a consultas del embajador francés en Italia cuando en 2019 el actual ministro de Exteriores, Luigi di Maio, se reunió con manifestantes antigubernamentales franceses conocidos como «los chalecos amarillos».

De hecho, el acuerdo comenzó a fraguarse en 2017, bajo el Gobierno italiano de Paolo Gentiloni, actual comisario de economía de la UE, pero se paralizó durante el mandato de Giuseppe Conte, hasta que la llegada de Draghi ha permitido concluirlo con éxito.

El tratado cuenta con 12 artículos sobre materias tan delicadas como migración, en la que se establece el «empeño común de una política responsable»; cooperación en terrorismo en África, desde donde los movimientos yihadistas amenazan a Europa; o defensa, cuando la UE debate crear su propio sistema de protección común, sin olvidar aspectos como el espacio, la ciencia o la cultura.

Además, para certificar que esos avances no se queden en papel mojado, París y Roma se comprometen a celebrar una cumbre anual intergubernamental presidida por los jefes de Gobierno y los ministros implicados, cuyo objetivo final es intensificar el «excelente» vínculo común entre dos países estrechamente unidos por el Mediterráneo.
Marta Rullán

 

 

 

 

 

 

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