Al Siervo de Dios, lo conocemos por sus valores cristianos, su bondad y atención a los más necesitados y como ciudadano ejemplar, también debemos conocer su extraordinaria faceta de profesional de la medicina.
José Gregorio Hernández nació en la población de Isnotú, estado Trujillo, el 26 de octubre de 1864. A los 13 años de edad, se traslada hacia Caracas.
En junio de 1882, culmina el bachillerato, para iniciar sus estudios de Medicina en la Universidad Central de Venezuela, donde siempre obtuvo las calificaciones más altas. Recibió el Título de Médico el 29 de junio de 1888. Como poliglota dominaba: el latín, inglés, francés, italiano, alemán, el portugués y conocimientos del hebreo.
El Rector Magnífico de la Universidad Central de Venezuela al otorgarle el Titulo, exteriorizó: Venezuela y la medicina esperan mucho del Doctor José Gregorio Hernández. Contaba apenas veintitrés años de edad.
Ejerció la profesión en los estados Táchira, Mérida y Trujillo. Por sus sobresalientes estudios, se hizo merecedor a una beca en Paris, donde aprendió: Microscopía, Histología Normal y Patológica, Fisiología Experimental y Bacteriología. También realizó pasantías en Berlín, Madrid y Nueva York. Trajo los primeros microscopios a Venezuela.
Como cristiano ejemplar, en dos ocasiones intentó permanecer en Italia en dos Cartujas, siendo rechazado por su estado de salud.
De regreso a Caracas, a partir de noviembre de 1891, se desempeñó en las cátedras de: Histología Normal y Patología, Fisiología y Bacteriología del cual es Fundador y primera en Hispanoamérica.
FUNDA EL PRIMER LABORATORIO DE FISIOLOGÍA EXPERIMENTAL DE LATINOAMÉRICA
Destaca en la actualización de los conocimientos de la profesión, aplicando la Medicina Experimental. Puso en práctica el uso del microscopio, los contajes globulares, la Teoría Celular y la Estructura Celular. Introduce la Técnica, fue el primero que coloreó la fisiología del Estudio de los Tejidos y cultivo de microbios.
ES CONSIDERADO EL PRIMER TÉCNICO HISTÓLOGO DE VENEZUELA
En opinión de sus colegas: Hernández fue el biólogo más ilustre que haya brillado en la Escuela Médica de Caracas. Los veintiocho años en la docencia universitaria, le granjearon el aprecio de sus colegas y discípulos. Autor de diversas obras científicas, entre ellas: Sobre el número de glóbulos rojos; Sobre la angina de pecho de naturaleza palúdica; Elementos de Bacteriología; Elementos de Embriología. Prolegómenos.
Estudio sobre la anatomía patológica de la fiebre amarilla y sobre tratamiento de la tuberculosis por el aceite de chaulmoogra. Igualmente escribió cinco obras literarias, apasionado por la música y la filosofía. El 11 de junio de 1904, ocupó el sillón Nº XXVIII como Miembro Fundador de la Ilustre Academia Nacional de Medicina, en 1905, recibió la Medalla de Instrucción Pública.
El 10 de febrero de 1910, presentó en el Congreso Panamericano de Washington, su investigación: Estudios de la Parasitología Venezolana. No utilizaba el Estetoscopio para auscultar, utilizaba en su lugar un pañuelo. El 18 de marzo de 1918, al regresar del entierro de su hermano Pedro, el futuro Siervo de Dios y Venerable, premonitoriamente, le manifestó a su familia:
“Esta vez le tocó a Pedro Luis, yo le pido a Dios, que el próximo que se lleve sea a mí”. Precisamente, el domingo 29 de junio de 1919, Día de los Santos Apóstoles San Pedro y San Pablo, cuando cumplía treinta y un años de haber recibido el Grado de médico, salió de su residencia para atender una emergencia de un niño, luego de comprar las medicinas en una farmacia cercana, fatalmente un vehículo lo atropelló.
El 2 de junio de 1947, se designó con su preclaro nombre, al actual Instituto Experimental de la Ilustre Universidad Central de Venezuela.
El Vaticano lo nombró Venerable en 1986, está en proceso su Beatificación.
Qué así sea.