Dominicus | 4º del Tiempo Ordinario – Ciclo B

 

Lectura del libro de Isaías (50,5-9a):

El Señor me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado. Tengo cerca a mi defensor, ¿quién pleiteará contra mí? Comparezcamos juntos. ¿Quién tiene algo contra mí? Que se me acerque. Mirad, el Señor me ayuda, ¿quién me condenará?

Palabra de Dios

Te alabamos Señor

 

Salmo (Sal 114, 1-2. 3-4. 5-6. 8-9)

R/. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida.

Amo al Señor, porque escucha mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco. R/.

Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida.» R/.

El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas, me salvó. R/.

Arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas, mis pies de la caída.
Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida. R/.

 

Lectura de la carta del apóstol Santiago (2,14-18):

¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Es que esa fe lo podrá salvar? Supongamos que un hermano o una hermana andan sin ropa y faltos del alimento diario, y que uno de vosotros les dice: «Dios os ampare; abrigaos y llenaos el estómago», y no les dais lo necesario para el cuerpo; ¿de qué sirve? Esto pasa con la fe: si no tiene obras, por sí sola está muerta. Alguno dirá: «Tú tienes fe, y yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras, y yo, por las obras, te probaré mi fe.»

Palabra de Dios

Te alabamos Señor

 

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Marcos (8,27-35):

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Felipe; por el camino, preguntó a sus díscípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos le contestaron: «Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?»
Pedro le contestó: «Tú eres el Mesías.»
Él les prohibió terminantemente decirselo a nadie. Y empezó a instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días.» Se lo explicaba con toda claridad.
Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!»
Después llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.»

Palabra del Señor

Gloria a ti Señor Jesús

 

Reflexión

Pbro. Tomas Fernando Espinosa Aguilar

«¿Quién dice la gente que soy yo?» Estimados hermanos y hermanas, esta pregunta un día Jesús la hizo a sus discípulos, y hoy en este domingo Nuestro Señor nos hace la misma pregunta a cada uno de nosotros. «¿Quién dice la gente que soy yo?» Del mismo modo que sucedió hace más de dos mil años, también hoy frente a Jesús las opiniones son diversas, variopintas. Algunos dicen que era un profeta, otros retienen que era un hombre de una personalidad extraordinaria, un ídolo capaz de activar a la gente. Expectativas muy humanas, podríamos decir, y algunas muy lejanas de lo que realmente es. Sin embargo, de un modo u otro, todos ofrecen una respuesta, que trata y busca acercarse a la persona de Jesús. Ahora bien, menos general, Jesús dando un paso adelante, pregunta directamente a sus discípulos «Y vosotros, ¿quién decís que soy?» Es como si mirándolos a los ojos y con la mano en el corazón, les hubiese hecho la pregunta. Hermanos la cuestión te empeña, al punto que no permite una respuesta neutral. Tal pregunta viniendo de Jesús, es una exigencia, una decisión de vida. ¿Y tú qué dices quién es Jesús? La pregunta viene ciertamente del corazón de Nuestro Señor. Sin duda, aquel que abre el propio corazón, quiere que la persona a quien tiene enfrente, también responda desde el corazón. Es decir, la pregunta que proviene del corazón de Jesús, debe tocar nuestro corazón. Escuchamos de los labios de Jesús, una pregunta importante, sobre todo por sus consecuencias. ¿Quién es Jesús? Esta pregunta es fundamental, cada uno de nosotros, cada cristiano debe saber responder, porque de aquí depende, en cierto modo, la vida de quien te escucha, y ciertamente de quien responde. ¿Qué es Jesús para mí? Podemos decir que, toda mi vida será un reflejo de esta pregunta. De mi respuesta, no tanto con las palabras, sino con la propia vida, el testimonio. Donde todo en mi habla de Jesús… y es por esto que es fundamental. Como señalaba el Papa “Sólo quien se compromete a seguir a Jesús en su camino, a vivir en comunión con él en la comunidad de los discípulos, puede tener un conocimiento verdadero. Entonces es cuando como Pedro, que desde un buen rato, había vivido con Jesús, dará su respuesta: «Tú eres el Mesías». Un Cristo que nos exige amar al enemigo, hacer el bien, ser amable, simpático con quien te odia. Un Cristo que nos enseña a ver el mundo al revés. Decidirse a seguir a Jesús, es tomar su Cruz para acompañarle en su camino, que no es el del poder o el de la gloria terrena, sino el que lleva necesariamente a la renuncia de sí mismo, un camino que conduce a la resurrección, a la vida verdadera y definitiva con Dios. Feliz domingo y que la Santísima Virgen Nuestra Señora de Coromoto bendiga a todos los venezolanos.

 

Salir de la versión móvil