Dominicus: 24/09/2017, por Pbro. Tomas Espinosa

24 de septiembre de 2017 – 25º domingo durante el año

Ciclo A Color: Verde

PRIMERA LECTURA Is 55, 6-9

Lectura del libro de Isaías.

¡Busquen al Señor, mientras se deja encontrar, llámenlo, mientras está cerca! Que el malvado abandone su camino, y el hombre perverso, sus pensamientos; que vuelva al Señor, y él le tendrá compasión, a nuestro Dios, que es generoso en perdonar. Porque los pensamientos de ustedes no son los míos, ni los caminos de ustedes son mis caminos oráculo del Señor. Como el cielo se alza por encima de la tierra, así sobrepasan mis caminos y mis pensamientos a los caminos y a los pensamientos de ustedes.

Palabra de Dios.

A. Te alabamos, Señor

SALMO Sal 144, 2-3. 8-9. 17-18

R. El Señor está cerca de aquellos que lo invocan.

Día tras día te bendeciré, y alabaré tu nombre sin cesar. ¡Grande es el Señor y muy digno de alabanza: su grandeza es insondable! R.

 

El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; el Señor es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas. R.

 

El Señor es justo en todos sus caminos y bondadoso en todas sus acciones; está cerca de aquellos que lo invocan, de aquellos que lo invocan de verdad. R.

SEGUNDA LECTURA Flp 1, 20b-26

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos.

Hermanos: Estoy completamente seguro de que ahora, como siempre, sea que viva, sea que muera, Cristo será glorificado en mi cuerpo. Porque para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia. Pero si la vida en este cuerpo me permite seguir trabajando fructuosamente, ya no sé qué elegir. Me siento urgido de ambas partes: deseo irme para estar con Cristo, porque es mucho mejor, pero por el bien de ustedes, es preferible que permanezca en este cuerpo. Tengo la plena convicción de que me quedaré y permaneceré junto a todos ustedes, para que progresen y se alegren en la fe. De este modo, mi regreso y mi presencia entre ustedes les proporcionarán un nuevo motivo de orgullo en Cristo Jesús.

Palabra de Dios.

A. Te alabamos, Señor

EVANGELIO Mt 19, 30—20, 16

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.

Jesús dijo a sus discípulos: “Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros, porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario por día y los envió a su viña. Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, les dijo: ‘Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo’. Y ellos fueron. Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Al caer la tarde, salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: ‘¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?’. Ellos le respondieron: ‘Nadie nos ha contratado’. Entonces les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña’. Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: ‘Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros’. Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario. Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. Y al recibirlo, protestaron contra el propietario, diciendo: ‘Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada’. El propietario respondió a uno de ellos: ‘Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a éste que llega último lo mismo que a ti. ¿O no tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?’. Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos”.

Palabra del Señor.

A. Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión
Pbro. Tomas Fernando Espinosa Aguilar

Muy estimados hermanos y hermanas escribía san Juan Crisóstomo en una de sus homilías, meditando sobre el evangelio de este domingo «¡Vayan también ustedes a mi viña!» Hermanos, quizá se pregunten por qué no todos estos trabajadores vienen a la viña del Señor al mismo tiempo? Responderé que el designio de Dios era llamarlos todos al mismo tiempo. Pero no quieren venir a la primera convocatoria, y eso depende del rechazo de los llamados. Es por eso que Dios mismo los llama personalmente, algunos temprano por la mañana, otros a las tres, seis, nueve, los últimos a las once. Es decir, en el momento en el que piensa que responderán a su invitación y vendrán a él. El apóstol Pablo lo observa claramente en su caso: «Cuando Dios quiso escogerme desde el vientre de mi madre» (Gal 1:15). ¿Cuándo esto agradó a Dios, cuando vio que Pablo respondía a su llamado? Dios lo habría llamado, desde luego, desde el principio de su vida; Pero como Pablo no contestó su voz, Dios tomó la decisión de no llamarlo hasta que vio que él le respondería. Así que Dios llamó al buen ladrón en la última hora, aunque podría haberlo hecho antes si esperaba que este hombre respondiera a su llamada. Porque si estos trabajadores dicen que nadie los ha contratado, uno debe recordar la paciencia de Dios; son los trabajadores que lo dicen, y no el padre de la familia que no quiere molestarlos en su trabajo. Él muestra que ha hecho todo lo que ha hecho para que vengan desde la primera hora del día: «Salió al amanecer para llevarlos al día». Así que la parábola de Jesús nos muestra, en su evolución, que los hombres se entregan a Dios en diferentes edades. Y Dios quiere a toda costa impedir que los primeros llamados desprecien a los últimos. Jesús no habla de meritocracia, por parte de Dios Padre, sino de una infinita misericordia, que ciertamente no va meritada, sino acogida con alegría, por su gran amor para cada uno de sus hijos. Ante este amor, nadie se puede creer digno de, sino por el contrario debe acogerlo con humildad, como don gratuito. El mensaje de esta parábola nos dice que el propietario no tolera, por decirlo así, el desempleo: quiere que todos trabajen en su viña. Pues, en realidad, ser llamados ya es la primera recompensa: poder trabajar en la viña del Señor, ponerse a su servicio, colaborar en su obra, constituye de por sí un premio inestimable, que compensa por toda fatiga. Pero eso sólo lo comprende quien ama al Señor y su reino; por el contrario, quien trabaja únicamente por el pago diario, nunca se dará cuenta del valor de este inestimable tesoro. Y repito no es meritocracia, es misericordia de lo que Jesús, nos viene a decir. Jesús a todos nos llama a la salvación, a trabajar en su viña, como a san Pablo, que experimentó la alegría de sentirse llamado por el Señor a trabajar en su viña, y fue la gracia de Dios la que actuó en él, la gracia que de perseguidor de la Iglesia lo transformó en Apóstol de los gentiles. San Pablo comprendió bien que trabajar para el Señor ya es una recompensa en esta tierra. Pidamos a la Virgen María, nos ayude a responder siempre y con alegría a la llamada del Señor y a encontrar nuestra felicidad en poder trabajar por el reino de los cielos. ¡Feliz domingo día del Señor!

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