Dominicus

6 de mayo de 2018  /  6º domingo de Pascua

Color: Blanco Ciclo B

PRIMERA LECTURA (Hech 10, 25-26. 34-36. 43-48)

Lectura de los Hechos de los Apóstoles.

Cuando Pedro entró a la casa del centurión Cornelio, este fue a su encuentro y se postró a sus pies. Pero Pedro lo hizo levantar, diciéndole: “Levántate, porque yo no soy más que un hombre”. Después Pedro agregó: “Verdaderamente, comprendo que Dios no hace acepción de personas, y que en cualquier nación, todo el que lo teme y practica la justicia es agradable a él. Él envió su Palabra al pueblo de Israel, anunciándoles la Buena Noticia de la paz por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos. Todos los profetas dan testimonio de él, declarando que los que creen en él reciben el perdón de los pecados, en virtud de su Nombre”. Mientras Pedro estaba hablando, el Espíritu Santo descendió sobre todos los que escuchaban la Palabra. Los fieles de origen judío que habían venido con Pedro quedaron maravillados al ver que el Espíritu Santo era derramado también sobre los paganos. En efecto, los oían hablar diversas lenguas y proclamar la grandeza de Dios. Pedro dijo: “¿Acaso se puede negar el agua del bautismo a los que recibieron el Espíritu Santo como nosotros?”. Y ordenó que fueran bautizados en el nombre del Señor Jesucristo. Entonces le rogaron que se quedara con ellos algunos días.

Palabra de Dios.

  1. Te alabamos, Señor

SALMO RESPONSORIAL Sal 97, 1-4

  1. El Señor reveló su victoria a las naciones.

Canten al Señor un canto nuevo, porque él hizo maravillas; su mano derecha y su santo brazo le obtuvieron la victoria. R.

El Señor manifestó su victoria, reveló su justicia a los ojos de las naciones: se acordó de su amor y su fidelidad en favor del pueblo de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios. Aclame al Señor toda la tierra, prorrumpan en cantos jubilosos. R.

SEGUNDA LECTURA (1Jn 4, 7-10)

Lectura de la primera carta de san Juan.

Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. Así Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos vida por medio de él. Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero, y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados.

Palabra de Dios.

  1. Te alabamos, Señor

EVANGELIO (Jn 15, 9-17)

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Juan.

Durante la Última Cena, Jesús dijo a sus discípulos: “Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto. Este es mi mandamiento: ámense los unos a los otros, como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre. No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así, todo lo que pidan al Padre en mi nombre, él se lo concederá. Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros”.

Palabra del Señor.

  1. Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

Pbro. Tomás Fernando Espinosa

Muy estimados hermanos y hermanas, en evangelio de este domingo escuchamos a Jesús que nos dice “No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido”, esto nos deja notar, que es un don la llamada de Dios a ser sus discípulos. Ser discípulo de Cristo, no es solo seguir al maestro, sino convertirse en su amigo “Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos”. El Señor nos hace sus amigos para así confiarnos, todo cuanto el padre quiere para cada uno de nosotros, la salvación, nuestra redención, el retorno a la casa del padre, como el hijo prodigo.  Ahora bien, esto es posible si permanecemos en su amor, en el amor de Dios “Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor”. Permanecer en el amor de Jesús, quiere decir permanecer unido a él, es decir guardar sus mandamientos. El amor traducido en el actuar, y es aquí el empeño en la vida cristiana, permanecer en el amor a Jesús “Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor”. Permanecerán en el amor, aquellos que como consecuencia del amor, como consecuencia de un “si” incondicional a Dios como María, cumplen los mandamientos de Dios. En definitiva todo lo hacemos por amor, incluso aquello que nos indica un “No hagas”, viene sostenido de un “sí”, que traduce el haber acogido la gracia de Dios, que es amor. Detrás de un aparente “no”, existe un gran “sí”, que sencillamente es amor y adhesión. El amor nos lleva a cumplir los mandamientos de la ley de Dios, en cuanto la raíz del amor, como dijo el papa Francisco, florece en los mandamientos. Cuantos dicen “Yo si amo a Dios” y luego no viven realmente una vida cristiana. Eso no es amor, eso sería fingir el amor a Dios. La invitación en este domingo es imitar a Jesús en el amor al Padre “Lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor“. Estar unidos a Cristo, permanecer en su amor, guardar sus mandamientos como consecuencia de ese amor. Que la virgen María sostenga nuestro amor y nuestras luchas por ser fieles al amor de su hijo Jesús ¡Feliz domingo para todos, lleno de gracias y bendiciones!

Tomás Fernando Espinosa Aguilar

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