Discurso de la Paz | Por: Alí Medina Machado

Sagrada imagen de nuestra Señora de La Paz.

DISCURSO DEL PROFESOR ALI MEDINA MACHADO PRONUNCIADO EN EL CONSEJO LEGISLATIVO DEL ESTADO TRUJILLO EL DÍA  23 DE ENERO DE 2019, CON MOTIVO DE LA DECLARATORIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA PAZ PATRONA DE TRUJILLO COMO BIEN CULTURAL DE LA REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

SEÑORAS Y SEÑORES:

UN NECESARIO EPIGRAFE: Señalaba en documento público Pablo Bonavía, un hombre propiciador de la paz como forma de vida, que “había que reflexionar en paz acerca de la paz”. Alertaba con introito de su Santidad Juan Pablo II, que “La paz será la última palabra de la Historia”. Pedía como lo hizo Su Santidad Pablo VI, un “No a la violencia y un Sí a la Paz”; con Juan Pablo II, pedía que para “Lograr la Paz, hay que educar para la Paz”. Con Pablo VI, reclamaba que: “Si quieres la paz, trabaja por la justicia”. Y con este mismo Papa indicaba que “La Paz es posible”, y así mismo que “La paz depende también de ti”. Tantas sentencias y pensamientos, para ver que hasta cuándo el hombre ha hablado y razonado en la historia sobre el tema de la paz., como una augusta petición de la conciencia a la razón humana, sobre este concepto de los más antiguos, desde el nacimiento del hombre como especie que la nombra y la busca como la manera más expedita para la supervivencia, “La paz sea contigo, dice el axioma”, como la suprema aspiración o deseo, el más sentimental pedido del ser humano que vislumbra el peligro que siempre se ha cernido sobre la debilidad humana, sensible debilidad de nuestra impotencia ante el peligro que nos rodea y ante la más indeseada pero posible agresión latente. La paz entonces hay que reflexionarla, pero ojalá pudiera hacerse siempre estando en paz, es decir en un estado en que el hombre pudiera mirar sin cortapisas y sin traumas, sin imposibilidades y en el goce de todos sus derechos; sin impedimentos de naturaleza alguna,  con el alma limpia y sin temores. Porque la paz es la blancura total, y la identifica el color blanco que desde el diccionario es pureza, luminosidad, transparencia, es decir, vocablos sensibles con carga de espíritu, que si los traducimos, todos advienen un gran valor. La paz entonces es un gran valor, uno de los mayores de ellos. Lo dijo un poeta, es decir un contenedor de filosofía profunda: “La paz es un mirto blanco”.

Y es una lección la paz, la lección que se nos pide a todos, porque mirando significancias  en las expresiones anotadas, vemos que todas ellas son un llamado de atención, un reclamo o solicitud moral, y hasta un alerta: “será la última palabra de la historia”, nos indicó la sabiduría premonitoria de Juan Pablo II. Y un llamado a un constante activismo por parte de la sociedad y del hombre. Ya vimos, lo acabamos de leer, que el concepto paz es una  reflexión, y esto es hacer; lo mismo que es educar, trabajar, inculcar, quehaceres ineludibles que toca cumplir para la mejor existencia de las comunidades como forma de vida y hasta de sobrevivencia. La paz entonces no es un concepto vacuo ni inicuo, no tiene la propiedad del vacío, ni es un simple concepto teórico, sino que requiere un programa, nos exige un proyecto de vida. Y en eso estamos, para eso nos reunimos, para que todos los trujillanos en este caso, procuremos entre todos, y en paz, adelantar el gran programa de la paz, nucleado ese programa en la santa imagen de Nuestra Señora de la Paz, que es la Patrona de la ciudad y del estado, porque eso es Trujillo en la historia ,una sola Provincia, un valor desde la paz histórica, y un honor  también desde la paz histórica, como lo indica el himno regional que nos simboliza como pueblo o nación, desde siempre, desde los cuicas antes de la llegada de los españoles. Y luego, en el largo trayecto histórico próximo a cumplir el V centenario.

 

LA IMAGEN POR LA HISTORIA:

Siempre hemos dicho que la imagen religiosa de Nuestra Señora de la Paz llegó a este territorio ancestral en hombros de los conquistadores. Ellos la cargaron por los lugares por donde anduvieron en busca de estabilización, cosa que consiguieron finalmente en 1570, cuando llegaron a este valle o zanjón de los Mucas, como asientan los documentos más creíbles.

La paz es una advocación universal que nos llegó a nosotros, afortunados  porque vino a nuestro territorio para protegerlo y como advocación, es decir, pedimento de gracia y bonificaciones espirituales. La advocación española de la paz se originó en Toledo en 1085, siglo XI. Es vieja entonces. Apareció durante la dominación árabe, en la guerra entre los moros y los cristianos. Aquella fecha está marcada por la historia: 24 de enero de 1085, allí comenzó esta advocación. Advocación es abogar. “Advocación es un título que se le da a un templo,  una capilla,  un altar por estar dedicado a algo en específico. Es la diferenciación de las imágenes para distinguirlas: santo, santa”. La virgen, como en este caso. A ella le pedimos para que abogue por nosotros. A la virgen de la Paz le pedimos especialmente los trujillanos. Ella es nuestra abogada, Eso significa advocación. Advocación es abogar, intermediación, defensa…

En este tránsito cuatrisecular, varios historiadores y estudiosos de nuestros acervos han dedicado esfuerzos al conocimiento y trayectoria de la advocación de la paz. El Hermano Nectario María, señaló que esta ciudad nació bajo la advocación de Nuestra Señora de la Paz. Dice: “En 1570 logra por fin encontrar sosiego y reposo poniéndose bajo la advocación de la Virgen de la Paz”. En Relación Geográfica de la Provincia de los Cuicas, Alonso Pacheco dice: “A los nueve capítulos: llámese a esta ciudad Trujillo de Nuestra Señora de la Paz”. El cronista Francisco Domínguez Villegas, citando a Orígenes Trujillanos de Amílcar Fonseca, revela que “En sesión del 2 de enero de 1629 el cabildo trujillano acordó hacer fiestas rumbosas en honor de Nuestra Señora de la Paz”. Y en este punto hay que hacer una observación, a nuestro juicio, ponderada y razonable. Algunos han entendido esta fecha como la del inició de la tradición celebrativa del día patronal cada 24 de enero, lo que no está ajustado a la realidad, porque si los historiadores han coincidido en su mayoría que la ciudad se estableció en este lugar en octubre de 1570, y la fecha de celebración de la patrona es el 24 de enero, cuestión que viene desde el siglo XI, entonces es fácil inferir que nuestra tradición celebrativa viene desde enero de 1571, cuando  debió realizarse la primera de sus celebraciones, tal vez en la muy débil y esquelética iglesita que fundaron aquellos primeros pobladores en el centro de la villa, por lo que es de justicia histórica decir que a nuestra patrona la conmemoración religiosa llega este año, el día de mañana  al aniversario 448, para ser exactos y justos.

Destaquemos la cita histórica. Dice Vargas, de Pinto C. lo siguiente:

 “En el primer legajo se encuentra el documento de asentamiento en el cual consta que el 27 de octubre de 1570, reunidos en su cabildo, como era costumbre, los alcaldes ordinarios Diego de la Peña y Juan de Segovia, y los regidores Juan Bonilla y Francisco Terán, para en nombre de su Majestad fijar dicha ciudad en aquel asiento, aprobando y laudando todo lo hecho y lo actuado sobre la fundación y reedificación con el nombre de Trujillo de Nuestra Señora de la Paz para que ella con su infinita bondad intercediera con su bendito hijo, dando Paz, concordia, amistad y conformidad entre sus vecinos”.

Otra razón es que desde Pampán, en 1568 aproximadamente, anduvo la Virgen de la Paz con los hombres trashumantes que parecieran cargar la ciudad a cuestas, como lo describe la portada del libro Addenda a la Ciudad Portátil, de Américo Briceño Valero, por lo que pudiera ser esa la fecha inicial de la tradición, citada por cierto en la Providencia Administrativa que acaba de aparecer por la cual se la declara “Bien de Interés Cultural”.

 Y más todavía, Rafael Ramón Castellanos en su obra Relación de un viaje por tierra de los cuicas, incluye parte del contenido de la Relación del Obispo Mariano Martí, y éste último en la composición de la Iglesia parroquial de Trujillo, habla de la Cofradía de Nra. Sra. De la Paz, de la que asienta que fue fundada el 28 de mayo de 1584, y que “tiene obligación de una fiesta  solemne el día veinte y quatro de Enero”, lo que reafirma la fecha inicial de la tradición entre 1568 y 1571. El Dr. José María Baptista, primer cronista de Boconó, en su obra Crónicas del Boconó de ayer, incluye una imagen de la virgen de la Paz, dentro de las nueve imágenes que hubo en la muy antigua capilla de Nuestra Señora de la Asunción. El cronista S. Joaquín Delgado, primer cronista oficial de la ciudad de Trujillo, resalta siempre y le da gran contenido histórico a la celebración, aunque la pondera en las últimas décadas del siglo XIX. Y en una seguidilla temporal podemos citar como sus tratantes a Mario Briceño Iragorry, Mario Briceño Perozo, Gilberto Quevedo Segnini, Monseñor Estanislao Carrillo, Ramón Urdaneta,  Monseñor Vicente Hernández Peña, Nelson Troconis Parilli, Alí Medina Machado, hasta llegar al profesor Pedro Frailán, quien acaba de presentar en libro en nuestra Iglesia Catedral: el producto de una  profunda investigación histórico-religiosa sobre Nuestra Señora de la Paz.

 

LA VIRGEN DE LA PAZ ES LA PATRONA DE TODO EL ESTADO:

En una apretada síntesis quiero manifestar algunas de las razones por las cuales la Virgen de la Paz es la patrona de la ciudad de Trujillo; pero, por demás, con más cualidades y razones es,  y debe ser por siempre, la patrona del Estado Trujillo. Es una de las imágenes cristianas más antiguas de esta comarca. Uno de los primeros signos icónicos de la espiritualidad que ha acompañado a los trujillanos en su totalidad, pues en principio este territorio fue uno solo: la gran nación cuica que encontraron los españoles. Y aquel hacendoso pueblo indígena regado por lo que hoy constituye el territorio del estado, fue ancestralmente pacífico. Fue un gran pueblo con vocación pacífica, por lo que la ciudad pacífica  es por antonomasia el estado pacífico. Dijo el Cardenal Quintero,  quien fue un gran historiador, que la hermosa advocación de la paz envolvía a todos los trujillanos. Y aquella ciudad primigenia que recorrió durante catorce años diversos sitios del territorio, ¿No era la misma acaso? ¿No es Trujillo  en la historia los nombres de Escuque, Motatán, Boconó, Pampán, que fueron haciendo ese tejido geográfico de los primeros tiempos? Por la advocación de la paz, los trujillanos aprendieron a vivir en igual conformidad unos con otros, no supieron lo que era un litigio, ni conocieron la discordia.

Todos los trujillanos en general, necesitamos una suerte de patrocinio espiritual que nos defienda, nos proteja, nos ampare y nos favorezca. Y quién más apropiada y justa que la Virgen de la Paz, que es la paz, es decir, la salud interior. No en balde esta ciudad madre del estado se llama de Nuestra Señora, que es un título de amparo, de resguardo, de seguridad, de esperanza. Todo eso es para nosotros lo que significa la advocación de la Virgen de la Paz. Y por eso es patrona que significa defensora, protectora, ¿de los trujillanos de la ciudad de Trujillo? No, ¿Por qué? ¿Y los demás trujillanos que también tienen este mismo gentilicio, deben quedar desprotegidos de esta guardiana histórica? De ninguna manera, porque desde las profundidades del tiempo, quiérase o no, la Virgen de la Paz es la Patrona del Estado Trujillo. El Estado, es una sola Diócesis: la Diócesis del Estado Trujillo. Tiene un solo Obispo: el Obispo del Estado Trujillo. La Virgen de la Paz, sépase, es por derecho y poder, la Santa Tutelar de toda la Iglesia Trujillana. Es la santa elegida legalmente como protectora de todo el pueblo del estado, de este territorio de siete mil y tantos kilómetros cuadrados, que fue nación cuica, y luego provincia y luego estado; una sola historia en un solo y único territorio, un solo pueblo, una sola iglesia. ¿Y entonces? Si el estado tiene sus símbolos históricos, cívicos y naturales: el escudo, el himno, la bandera; así como su árbol, la flor y el ave. ¿Qué le puede impedir entonces que tenga su símbolo religioso?  Y este símbolo religioso no puede ser otro que Nuestra Señora de la Paz, por el concepto múltiple que encierra, más que todo por el simbolismo universal de la Paz, que es la máxima aspiración del género humano en la historia de la humanidad.

La Paz como concepto espiritual y moral está representada en los tres símbolos fundamentales del Estado. Esto incide también para que la Virgen de la Paz sea realmente tenida como Patrona del Estado. Veamos su representación en nuestros símbolos. En el Escudo: éste tiene en franja de la parte inferior la fecha del 25 de noviembre de 1820, primero de los tres días en que se celebraron los tratados de Armisticio y Regularización de la Guerra, es decir, la proclamación de la Paz. El segundo cuartel superior lado derecho, visto de frente al escudo, grabado sobre esmalte amarillo, contiene dos manos enlazadas, de manga azul y rojo, respectivamente,  significando la célebre entrevista  de Bolívar y Morillo en la histórica villa de Santa Ana. Allí no se buscó sino la Paz. En el Himno del Estado, en varios versos de la letra, aparece la metáfora de la Paz. Veamos: “Y Santana en la historia es amor”, hermoso verso final del coro del himno. En Santa Ana se buscó el amor (signo principal de la Paz), como un gran afecto. Amor porque allí hubo esperanza por la Paz, voluntad y consentimiento para su florecimiento. Y si la paz es gloria, pues ésta también está sobresaltada en el Coro del Himno cuando dice el verso: “De Trujillo es tan alta la gloria!”. Igualmente en su última estrofa destaca el valor del Derecho como fundamento esencial  de la paz, al señalar que: “El Derecho a tus plantas depone / sus divinos arreos…”, que lo podemos ubicar dentro de aquel evento magno de noviembre de 1820, en que se establecieron los tratados de regularización y del necesario y conveniente armisticio para los dos bandos en pugna, uno de ellos luchando por la libertad, es decir, por la pacificación. En los símbolos se aprende el mejor concepto de la libertad, es decir, de la Paz, porque ésta es la libertad. Y eso también lo vemos en la Bandera Oficial del Estado Trujillo, en que la paz aparece representada por el color blanco. La franja inferior de color blanco  simboliza la humanización de la terrible contienda mediante los tratados, como invitación perenne para buscar la paz y cultivar la amistad, fundada en la justicia y en el derecho. Posee también nuestra bandera regional una estrella blanca con la silueta de una paloma, símbolo de la independencia, la libertad y la paz.

 

LA DECLARACION TRUJILLANA POR LA PAZ UNIVERSAL

Hace tiempo ya, en 1985, el ingeniero William Martorelli y yo, lanzamos a la luz pública un pequeño documento que titulamos: Declaración Trujillana por la Paz Universal, en el cual, entre otras consideraciones, planteábamos  los siguientes enunciados, que creemos tienen plena vigencia y necesidad de hacerlos un proyecto factible para un programa efectivo. Decíamos que la paz es una condición y una necesidad para hallar una realidad social propicia al hombre; un programa urgente dentro de un tiempo de crisis que roba al individuo y a la sociedad su tranquilidad y su esperanza. Por su carencia el futuro, más que una meta, se asoma como un epitafio universal, como una sola y definitiva piedra  debajo de la cual reposarán las cenizas de un mundo inmolado por el armamentismo de su propia demencia. Se pregona la paz y paradójicamente se sostienen la guerra y la injusticia. En esta actividad ve el hombre consumirse los signos de su propia existencia y las perspectivas de su tiempo futuro. Tales enunciados, en sus otros pormenores, quiero citarlos por parecerme pertinente con este gran momento:

Sostenemos que la Paz no será posible como condición de la humanidad actual, si no hay respeto por los valores culturales autóctonos, por el ambiente, por los derechos humanos, por los derechos del niño, de la mujer, del indígena, por la autodeterminación de los pueblos. Si se continúa manteniendo pequeño al hombre, incapaz de labrarse su propio destino, sin autenticidad, con miedo de expresar comunalmente sus necesidades e inquietudes.

La Paz tiene que ser para la civilización humana un camino y un proyecto para alcanzar una sociedad más propicia y alentadora, por lo que sobre ella deben redactarse programas de todo tipo con los que se consigan condiciones de una mejor vida, prosperidad y bienestar; la satisfacción de las necesidades vitales y el pleno disfrute de los servicios sociales; todo ello dado por la acción mancomunada de los organismos  comprometidos y por las exigencias de la participación.

La Paz es la libertad, Ambas se conquistan por el trabajo y la convivencia. De allí que alcemos nuestra voz de rechazo ante la agresión constante que sufre nuestro planeta, secan nuestros ríos, extinguen nuestros paisajes, matan a nuestros niños, destruyen nuestras culturas y esclavizan al hombre. Ante esta inmensa sombra surge el compromiso de forjar una nueva conciencia bajo un dilatado concepto de la Paz como ideario de justicia y de libertad. (…) “Comencemos más bien por respetar la verdadera libertad: la Paz que resultará de ahí será capaz de colmar la esperanza del mundo, pues está hecha de justicia. Estará fundada en la incomparable dignidad del hombre libre”.

 

LA PRESERVACIÓN DE ESTE TIPO DE BIEN ESPIRITUAL (EL SIGNIFICADO CULTURAL DE LA ESPIRITUALIDAD)

Todo aquello que provenga en beneficio de solidificar la condición mariana de este Estado, y de esta ciudad en que vive la imagen de Nuestra Señora, es hondamente plausible y suma voluntad al proyecto o programa de la Paz. La paz como elemento simbólico de lo que ha sido la vida espiritual y cultural de los trujillanos, los sentimientos de la amistad y la confraternidad que por siglos se ha impuesto en nuestro medio a las agresiones de la sinrazón y el despotismo. Esta Entidad ha mostrado como escudo protector una condición pacífica que la revelan las grandes manifestaciones sucedidas en su territorio que la señalan y titulan por ser madre primigenia de la venezolanidad.  La paz ha sido uno de nuestros grandes escudos, uno de nuestros grandes tributos. Eso hay que preservarlo y enriquecerlo con disposiciones y con acciones tributarias. Por eso hoy, Nuestra Señora recibe un nuevo título, y la ciudad y el estado también lo reciben. Por eso hoy este fortalecimiento que se nos trae por una disposición jurídica encaminada a darle un carácter legal a la condición patrimonial de Nuestra Señora., que desde ahora, junto con su devoción pasan a ser un Bien Cultural de la República Bolivariana de Venezuela. Bienvenida sea esta disposición.

Leímos con interés y agrado creciente el documento. Es sorprendentemente decidor de cosas hermosas, completo y redactado con el primor del conocimiento exhaustivo, con la marca de un lenguaje pleno y bien moldeado, con la garantía que debe haber en un documento hecho para la historia. Lo primero entonces, es felicitar a la Antropóloga,  Denorah Helena Cruz Guerra, conterránea nuestra, trujillana raizal y auténtica, que se interesó por darle fundamento legal a una vieja petición formulada para que hubiera tal reconocimiento patrimonial. Es un documento extenso, sin desperdicio, que contiene un conjunto de considerandos todos ajustados en suficiencia a esta verdad socio-histórica que constituye la biografía de la Virgen de la Paz. De lo que ella es e inspira. De su significado para la vida espiritual y sentimental de los trujillanos todos, sin excepción. De su tránsito ininterrumpido por los siglos de historia que llevamos vividos, por ser una Madre bendita amante de su hogar cristiano catedralicio, del que siempre salió y sale siempre para ir al encuentro de sus fieles hijos que la suplican y la aman, desde el amor de la paz que ella misma simboliza. Yo muestro admiración por este decreto, por su forma estructural, por el manejo del lenguaje y por su contenido, y porque viene a fortalecer una presencia y una fe,  la profunda significancia de su contexto, y por ser bastión  fortunoso para en adelante dar más consistencia a la idea de la paz entre nosotros, que debe venir como un verdadero proyecto pedagógico en función de esa otra realidad trujillana como una aspiración de mejoramiento y calidad de vida. Y como aspiración final en este momento, deseamos que en ese seguro proyecto sustentado en la paz, que vamos a elaborar conjuntamente los trujillanos,  este   pronunciamiento legal se convierta en una de las primeras lecciones del  programa o cátedra por abrirse, Dios mediante, en beneficio formativo de la Entidad total. Porque la Paz es un concepto ecuménico de infinitas posibilidades de realización, un fecundo concepto que debe irradiarse desde un centro matriz. La paz por la palabra y el presupuesto, que es un acto creador también y unificador. La paz como fundación para el debate,  que busque hacer crecer y  expandir el concepto del humanismo, de la ciencia, de la ecología; lo humano como aventura instrumental para que el presente y el porvenir, sean propicios al bienestar y la convivencia de todos.  La paz como núcleo configurador de una propuesta nueva y esperanzadora en la que todos estamos llamados a participar. La verdad de la paz sujeta a la prueba de nuestra propia disposición para las más pequeñas y las más grandes aportaciones. Este es el más apropiado epicentro para que salgamos al encuentro de lo trascendente que es la paz como programa de acción, como propósito humano de una aventura creadora y transformadora. Este agregado que se nos da hoy es el más decidido apoyo para que entre todos vayamos concretando  ideas agregadas que rondan en el espacio de la trujillanía, para crecer y adelantar en medio de este bien, que por ser cultural está cargado de espíritu, y es porque en el hombre y en las sociedades no hay fuerza mayor que el espíritu, porque de ahí de ese interior humano que se llama inteligencia es de donde emergen las mejores ideas ciertas con las que se construyen los ideales que conllevan las obras de las colectividades humanas.

 

UN BREVE EPÍLOGO PARA CONCLUIR

Perdónenme que me haga largo en la exposición, pero no la puedo cerrar sin nombrar el nombre de Mario Briceño Iragorry. Con su palabra escribo el epílogo de este discurso. Es porque en Trujillo la tarea de la paz ha sido una actividad de más de cuatrocientos años. Es porque el hombre nativo ha sido pacífico por antonomasia. Y digo entonces con Don Mario:

 “Y porque su obra (la de la paz en este caso) ha estado encaminada a borrar de nuestra ciudad el timbre que la exhibe  en el cuadro de la historia nacional como solar de un duro sistema de retaliación, para ser, en cambio, centro que ilumina los caminos del progreso y que llama a las disciplinas  fecundas de la paz. Más que desvanecer la memoria de un accidente doloroso, se ha logrado con ello volver a la vieja y olvidada tradición pacífica de nuestra ciudad gloriosa”.

Ciertamente nuestra historia ha estado impelida por la paz porque ésta se ha impuesto contra las iniquidades y las malas contingencias de los tiempos, en los que el ser trujillano ha ido avante con su accionar inteligente, ya que siempre vencimos y superamos esa indeseada retaliación a que hace mención Don Mario, mediante la acción fecunda de una paz creativa y conciliadora, por ser disciplina que lleva a sobresaltar el espíritu para que éste obre en obsequio del bien a través de las más sanas conductas y realizaciones. Por tanto, ese camino de progreso de que nos habla tan notable y asertivo historiador, guía de trujillanidad, debe seguir siendo una vía para construir el destino que nos ha marcado por los siglos, esa condición mariana desde el nombre de Nuestra Señora de la Paz, con fe siempre y con arrojo, con ánimo y coraje, como han luchado los pueblos de vanguardia  la obtención del puesto que la historia les ha señalado.

MUCHAS GRACIAS.

 

 

 

 

 

 

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