Diálogo y negociación para superar la crisis | Por. Antonio Pérez Esclarín

 

Es hora de que los que creemos en Venezuela y estamos comprometidos en lograr el bienestar de todos, asumamos nuestras responsabilidades ciudadanas. No podemos seguir por el camino de la rivalidad y el enfrentamiento. Necesitamos acercarnos al sufrimiento de las personas con una actitud de respeto y compromiso y  recuperar la  confianza en nosotros y en la política.  Cada palabra odiosa que se pronuncia, cada mentira que se dice, cada violencia que se comete, cada actitud que impide o retrasa las soluciones,  nos  empuja hacia una situación cada vez más inhumana.

Pasan los días y los numerosos problemas,  en vez de resolverse, se agravan más.  En Venezuela,  a las mayorías les resulta cada día más cuesta arriba sobrevivir, mientras unos pocos exhiben sin vergüenza sus nuevas fortunas y viven de espaldas al dolor de la gente. Ningún servicio público funciona, los sueldos y bonos  no alcanzan para nada, enfermarse supone una tragedia, los apagones y la falta  de agua hacen que resulte muy difícil sobrevivir y  enfrentar la pandemia que sigue provocando sufrimiento y muertes. Surtirse de gasolina es una tragedia   con colas interminables, mientras al lado florece la mordida y la corrupción.

Es  la hora del diálogo y la negociación para encontrar una salida. De pocas palabras se ha abusado tanto como   de la palabra diálogo. Su uso interesado ha vaciado a la palabra de significado y la ha convertido en un término ambiguo y problemático.  Por ello,  los llamados al diálogo resultan sospechosos y no logran credibilidad. Sin embargo, no  nos queda otro camino pues todos los demás han fracasado rotundamente.

La primera condición para un diálogo sincero es aceptar los gravísimos problemas que vivimos  y mostrar verdadera disposición a resolverlos. ¿Cómo es posible que Maduro afirmara en su Memoria y Cuenta  que el índice de pobreza en Venezuela es de 17 % y el de pobreza extrema de 4%, cuando según la investigación de Encovi  la pobreza es de 93% y la pobreza extrema  alcanza el 79,2%?  ¿Acaso ignora el Presiente que el salario mínimo ronda el  dólar al mes? Si la situación no es tan grave ¿por qué millones de personas se han ido o piensan irse?

Llamar al diálogo sin aceptar la realidad  y sin asumir las propias responsabilidades, pensando que es el otro el que debe ceder y no yo, para ganar tiempo y  continuar con los mismos discursos y  políticas,  demuestra soberbia e insensibilidad. Cerrarse a un verdadero diálogo, adoptar posturas intransigentes o sectarias que impiden avanzar en la construcción de una solución democrática y electoral,  constituye un  delito.  No se trata, de señalar culpables y eludir  responsabilidades. Ni de creer que mi propuesta es la única válida. Se trata de hacer nuestro el dolor de las mayorías y  abocarse a remediarlo, lo que va a exigir abandonar prejuicios, acciones y propuestas  que  han resultado ineficaces. ¡No es posible esperar más! No son tiempos  para revanchas,  intolerancias,   venganzas o personalismos. Todos sabemos,  incluido el Gobierno, que la situación es insostenible y que la solución  debe ser construida entre todos. En el diálogo  y negociación  deben estar presentes todas las fuerzas: los maduristas, los chavistas y exchavistas,  los opositores, los partidos, las organizaciones económicas y sociales, las iglesias,  y como árbitros,  las fuerzas democráticas internacionales que vienen repitiendo que apoyan salidas democráticas y electorales.

 

 

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