Detrás de un payaso de circo hay un artista integral

Conoce la vida de un circense a través de una entrevista que el DLA hizo a Chuy Fuentes, un mexicano de 59 años, quien interpreta al “Súper Payaso” en el “Circo De México”

Chuy Fuentes es un mexicano de 59 años de edad que toda su vida ha trabajado en un circo

Hebert Carrizo

hebert.carrizo@gmail.com

Hay quienes quieren ser médicos, abogados o ingenieros, también existen aquellos que deciden ser circenses, un trabajo menos convencional que pocos llegan a ejercer, no solo porque se requiere de suficiente disciplina, constancia y dedicación, sino por su naturaleza, y es que un artista de circo, por lo general, es un nómada, su destino es itinerante, vive en una casa rodante y su lugar de trabajo es en una gran carpa que, un día está en un país y al siguiente puede estar en otro.

Esa característica, aleja a los circenses de las rutinas tradicionales, esa en la que encaja el promedio de los ciudadanos, acostumbrados a laborar, residir y convivir con familiares y amigos en un lugar determinado, por el contrario, un artista de circo no tiene límites fronterizos y tampoco se apega a un sitio en particular.

 

Requisitos para ser circense

Un circense no solo es un nómada, también necesita la suficiente preparación para saber desenvolverse bajo la carpa y ganar el reconocimiento del público. Se trata de “un artista polifacético”, esa es la definición de Chuy Fuentes “El Súper Payaso”, un mexicano de 59 años de edad que forma parte del “Circo de México”, el cual estuvo por Valera (Trujillo) durante el mes de junio y desde el 06 de julio se encuentra en San Cristóbal (Táchira), en esta gira, Chuy conversó con el DLA sobre su vida.

“Los circenses somos polifacéticos, pues a lo largo de nuestras vidas aprendemos muchas disciplinas para hacer un buen show. Yo soy payaso, pero también aprendí acrobacias, malabarismo, equilibrismo, entrenamiento de animales y mucho más”, expresa Chuy Fuentes con un marcado acento mexicano.

En la imagen aparece Chuy en su niñez montado sobre la trompa de un elefante

 

 

Una pasión que se transmite de generación en generación

En la entrevista señala que desde que tiene uso de razón está en un circo, “nací bajo las carpas del circo, a los cinco años ya hacía mis hazañas” relata Chuy mientras muestra en su teléfono celular una foto en blanco y negro de su infancia, en la imagen, se ve montado sobre la trompa de un elefante en plena función, toda una osadía.

Al continuar su relato, Chuy recalca que quien hace su vida en un circo siente una pasión que corre por la sangre, en su caso, se ha transmitido de generación en generación, “Soy la quinta generación de circenses en mi familia y mis hijos también se sumaron a este bonito oficio”, puntualiza el entrevistado.

Explica que gran parte de lo que sabe hacer, se lo debe a sus familiares, “mis maestros fueron mis padres y mis tíos”, señala Chuy, quien detalla que una de las principales técnicas que aplicó fue la observación, es decir, desde pequeño visualizó minuciosamente cada una de las hazañas de circo para luego ejecutarlas.

Ya a los 13 años se maquilló y visitó de payaso para salir a dar su primer show, y a la fecha, está dedicado a este arte, el cual define como uno de los más complicados. “Muchos se pintan el rostro y dicen ´ya soy payaso´, pero eso no es así, payaso es aquel que despierta emociones y es capaz de alegrar, asombrar, hacer reír y hasta llorar al público”, describe Chuy, quien no duda en afirmar que, para ello, se requiere de una gran preparación que al final, tiene su recompensa y no es lo lucrativo, sino los aplausos del público.

Chuy: Payaso es aquel que despierta emociones y es capaz de alegrar, asombrar, hacer reír y hasta llorar

 

Lo bueno y no tan bueno de trabajar en un circo

Toda esta pasión le ha permitido a Chuy recorrer mundo, inicialmente viajó por toda la república mexicana, posteriormente por la mayoría de países de Centroamérica y parte de Sudamérica, también por Japón y China.

Una experiencia que Chuy califica como “enriquecedora”, pues en ese gran periplo ha conocido muchas costumbres, culturas e interactuar con personas de diferentes nacionalidades, “hacer circo es como ir de vacaciones por el mundo”, exclama en modo satisfactorio el “súper payaso”, quien detalla que en cada lugar al que llega, la familia circense se toma su tiempo para pasear, conocer sitios de interés, salir de compras, probar comidas locales e interactuar con los lugareños.

Bajo este enfoque, la vida circense es gratificante, sin embargo Chuy deja claro que también puede tener sus momentos difíciles que no cualquiera está dispuesto a enfrentar y es precisamente dejar al país nativo y alejarse por años de los seres queridos como parientes o amigos, pero para contrarrestar estas situaciones, el payaso Chuy aplica sus tácticas, “a donde llego me adapto, siento que soy del lugar, en ese momento veo todas las cosas buenas que hay en el entorno y aprovecho las cosas que tal vez no se ve en mi país”.

Esta visión la ha implementado Chuy y le ha dado buenos resultados, de hecho, ha formado a su familia a la par de su carrera circense, en ese sentido, habla de su vida amorosa y comenta que en principio se enamoró de una colega a la que conoció bajo la carpa, ambos sintieron atracción, contrajeron matrimonio y tuvieron dos hijos, una hembra que actualmente se dedica al espectáculo circense en los Estados Unidos y un varón conocido como “Gino Maravilla” en el circo Los Valentinos.

Chuy el Súper payaso es el encargado de hacer reír en el Circo de México

Los romances de un payaso de circo

Con el paso del tiempo, esa relación marital feneció a pesar de ello, la función debió continuar. “El payaso Chuy es un ser humano como cualquier otro, fuera del escenario puedo tener mil problemas, pero esos problemas quedan tras el telón y es que el payaso tiene que hacer reír, aunque su corazón lo tenga partido en mil pedazos”, recalca Chuy.

Más tarde, llegó una segunda oportunidad para Chuy Fuentes, esta vez, no fue una artista de circo, sino una espectadora que acudió a una función en México y cautivó a quien interpreta al “Súper Payaso”, luego de varias conversaciones y acercamiento surgió el amor, entonces Chuy convenció a la dama que se uniera a la vida circense y ella aceptó, actualmente le acompaña y aunque no realiza hazañas, es una de las encargadas de las ventas de golosina, en común, tienen un hijo que sigue los pasos de su papá y es que “hijo de gato caza ratón”.

Con todas estas vivencias Chuy no duda al afirmar que es un hombre feliz con su vida circense al punto de manifestar: “si muero y reencarno, vuelvo a ser payaso”, precisamente por la satisfacción que le causa el interactuar todos los días con diferentes personas y en ese proceso, transmitir emociones y generar sonrisas en familias enteras.

“El que se une al circo y se gasta una suela de los zapatos no lo deja jamás”, con esa frase típica entre los circenses mexicanos concluye Chuy Fuentes la entrevista, quien se despide y sale corriendo a camerinos donde en pocos minutos debe maquillarse y acomodarse el colorido traje, los grandes zapatos y el peluquín para salir a escena.

 

 

 

 

 

 

Salir de la versión móvil