Con la puesta a consideración de nuestros amigos en la Cátedra Libre Mario Briceño Iragorry, el libro Mensaje sin destino, se cierra la celebración del mes aniversario del sustancioso escritor trujillano.
Correspondió a don Pedro Antonio Hernández, entusiasta trabajador cultural de nuestra región, insertar en este espacio, párrafos de ese libro, el más conocido y leído de la ingente producción ensayística de Briceño Iragorry, que va desde las sabrosas y edificantes lecciones de su Pequeño anecdotario trujillano, o la exaltación de la terredad en Alegría de la tierra, pasando por la la investigación histórica y la filosofía de la historia, hasta textos de profundidad crítica como La hora undécima, El caballo de Ledezma o Casa León y su tiempo.
Fue muy extensa la variedad temática de la escritura impecable de Mario Briceño Iragorry, muy ceñida a lo regional trujillano o la historicidad venezolana, pero el sabio tratamiento humanístico con que la trabajó le da proyección universalista, válida para cualquier lugar y en cualquier tiempo. Sin embargo, el propósito esencial de esa sabia descomunal retórica, en el mejor sentido de la palabra, fue tratar de crear, agónicamente, en el concepto unamuniano, una depurada, fuerte, racional conciencia nacionalista venezolana, sobre los fundamentos continuos bien digeridos de la Historia, sin complacencias ni ocultamientos, a plena luz y con encarnamiento trascendente, para con la estructuración de una ciudadanía responsable, útil y mancomunada, asimilar el presente en todas sus magnitudes, para buscar los mejores y menos traumatizantes caminos, para hacernos respetables, en lo personal y comunitario, como país y como nación.
Dentro de un espacio histórico enmarcado por dos de sus más caros pensamientos: «Defender la dignidad humana hasta el sacrificio; pensar libremente hasta quedar en la absoluta soledad.» «El mundo reclama un hombre audaz, que desoiga los consejos del miedo y vaya hacia delante con la confianza en el triunfo final de la Justicia y el Amor.»