En términos de la actividad agrícola, hay dos mundos que se expresan allí, uno imponiéndose y dominando siempre, y del otro lado el menos favorecido, sobreviviendo y llevando una vida tortuosa entre tanta desidia de quienes dicen ser sus defensores. El primero recibe todos los apoyos aún no necesitándolo y el otro apenas migajas son las que les otorgan muy eventualmente.
En el capitalismo que vivimos, el mundo empresarial y la agroindustria son los poderosos que eternamente han dominado estos escenarios, mientras el campesino vive en una eterna lucha por la tenencia de la tierra y por sobrevivir a duras penas. Desde esta realidad es que nos presentamos intentando dar respuesta a nuestra realidades. Las políticas agrícolas elaboradas en las oficinas y despachos burocráticos, eternamente han sido diseñadas para favorecer el gran capital. Erróneamente consideran y pretenden que creamos aquella farsa, en que la agricultura de gran calibre es la llamada a dar respuesta a la necesidad de alimento de nuestra población, cuando sabemos que tan solo el 20% de los alimentos necesarios es lo que ellos producen, mientras el 80% restante es cubierto por la agricultura familiar, artesanal, la agricultura del conuco, de los pequeños y medianos productores del campo. Nuestros agricultores y campesinos de Los Andes venezolanos, nuestros pescadores artesanales son quienes han paliado con su sudor y esfuerzo esta brutal crisis alimentaria que padecemos provocado por el bloqueo externo y la desidia endógena. No es solo el bloqueo y la guerra económica, son las malas políticas diseñadas para este sector las que nos ahogan en este mar de profundos desaciertos.
Si no entendemos esta realidad jamás lograremos ver prosperidad en el campo venezolano. Necesario es, elaborar una propuesta organizativa que nos permita reencontrarnos, reagruparnos y defender nuestros derechos. Los capitalistas y los terratenientes están perfectamente organizados, son sindicatos que dan respuesta a sus necesidades y apetencias, mientras nosotros nos mantenemos divididos y desarticulados. De esa forma han dominado el escenario como perros de caza que orgánicamente luchan por su presa.
El estado burgués los alimenta en detrimento de quienes realmente somos el motor productivo. Cuándo emprender una misión para recomponer la vialidad agrícola en nuestros campos que se dibuja desasistida, abandonada y profundamente deteriorada. Cuándo emprender una política crediticia y de apoyo a nuestro campesinos, cuando lanzar una verdadera política agrícola que pueda resucitar estos espacios tan ricos y tan desvanecidos a la vez.
Si tan solo echaran una mirada al campo, pero este sector no genera los impuestos que el Estado voraz requiere con urgencia. No hay política de Estado en materia agrícola, solo hay negocios para potenciar a los grandes capitales y a la nueva burguesía, esa que alguien irresponsablemente convino en llamar revolucionaría. Nos vemos en el II ENCUENTRO NACIONAL DE CAMPESINOS, CONUQUEROS Y YERBATEROS en Biscucuy capital del buen café.
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