Hay que tener el valor de decir la verdad, sobre todo cuando se habla de la verdad.
(Platón)
A quien creen representar los que dicen dialogar por allá lejos, unos más que otros están muy pero muy distantes del pueblo al que dicen representar, se arrogan la vocería de un pueblo del que se han distanciado y al que han traicionado y maltratado de manera vulgar y estrafalaria. Entonces ¿con quién debe ser este diálogo?
En sintonía con la verdad que siempre escudriñamos y buscamos, el diálogo debe ser con el pueblo y debe ser aquí en este maltratado pedazo de la tierra, en este territorio de glorias y de luchas, El diálogo debe ser con el pueblo y con el mundo trabajador del campo. El diálogo deber ser con los campesinos.
¿A quiénes representan los que están sentados en ese diálogo aparente? son ilusos si creen representar un pueblo que tiene otras necesidades y otras urgencias. Ellos están distantes de lo que ocurre en este territorio de sueños y de luchas, somos nosotros como parte de un pueblo quien sufrimos diariamente el calor de los rayos del sol quemando nuestra espalda, son los campesinos quienes llenan de polvo y lodo sus manos en la siembra del fruto de la tierra que más tarde pasa a nutrir a nuestro pueblo. Con ellos es con quien se debe dialogar.
Con ese campesino mil veces traicionado deber ser la conversa para relanzar esta patria que hoy muere de mengua. Una conversación o un diálogo entorno a ¿qué sembrar?, Cuánto y en qué momento, con qué recursos, cómo hacer que la cosecha tenga un justo precio para quien la produce, cómo proteger al campesino que siembra, que cría, que pesca y que produce, cómo defenderlo de las fauces de una oligarquía empresarial que domina el mundo productivo del campo, con qué insumos contamos, con que financiamiento y que modalidad financiera usaremos. Cómo comercializamos la cosecha, como adquirir o reparar la maquinaria, cómo suministrar de manera eficiente los insumos agrícolas, en fin, el diálogo debe ser con quien produce, fortaleciendo a nuestros campesinos y agricultores. De qué manera evitar las invasiones, cómo lograr justicia en la tenencia de la tierra, como luchar en yunta contra los atropellos de los monopolios agroindustriales y como detener el sicariato en nuestros campos.
Son tantas las incógnitas que deben aclararse, lo que hace suponer que el diálogo debe ser permanente. Desde nuestro territorio de trabajo y de vida convocamos al diálogo. Ofrecemos nuestro modesto aporte, exigimos hablar ante la patria sobre lo que realmente interesa. Construyamos una política agrícola que nos potencie como país altamente productor y abandonemos la agricultura de puertos que es el negocio de quienes nos ahorcan.
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