Por: Toribio Azuaje
«Un viaje de mil millas comienza con el primer paso». Lao-tsé
Cabildo abierto de caficultores:
El contundente y aguerrido discurso de Hingi Colmenarez resumió el nivel de inconformidad que mueve a los caficultores, «Estamos saturados de tantos engaños que se repiten año a año. Cada cosecha es la misma batalla por un precio justo y digno para nuestro café. No más discursos, no más habladeras de pistoladas, no quiero firmar más acuerdos para que no se cumplan».
Ese lunes 06 de noviembre nos juntamos en Araure y la combatividad manifiesta expresaba una mezcla de decepción, desesperanzas, impotencia y rabia; pero también de mucha esperanza en que en algún momento se genere el despertar colectivo para relanzar y salvar la caficultura. Son tantos los años transcurridos y tantos los despojos por parte de los agroindustriales y gobiernos indolentes que solo ven la caficultura como una oportunidad para incrementar sus ganancias o para mantener su poder político a costa del sudor campesino. Mientras el pueblo caficultor sufre los rigores de la anarquía de una agroindustria groseramente depredadora.
La multitud y el furor del momento obliga a los representantes de la mesa técnica de alto nivel del rubro café a salir al patio central del INIA para el cabildo abierto propuesto por los caficultores. Cobijados por el cálido ambiente de los rayos del sol Araureño, las palabras de las mujeres caficultoras se hicieron presente en defensa de su vida café, sin duda es una de las satisfacciones y alegría ver tanta mujer que toma partido protagónico en esta lucha campesina. Sus manos y su entusiasmo empujan el combate está vez. Un fuerte abrazo de reconocimiento a las hermosas y aguerridas mujeres del café, esas que entregan su vida a la digna actividad de sembrar el grano que tantas emociones, alegrías y tristezas nos entregan con cada palpitar de su savia.
Aparecieron también los desganados pronunciamientos de los agroindustriales, a ellos quisiéramos creerles pero las dudas siempre nos asaltan. No es suficiente los acuerdos firmados, son tantos los engaños y compromisos incumplidos que nos hacen dudar de cada acuerdo. Es necesario sincerar la economía que rige la comercialización del café, cambiar desde la raíz la metodología de abordar este tema tan crucial para los caficultores. Todo esto debe estar acompañado de una política cafetalera que oriente y direccione de verdad la economía cafetalera, poniendo en primer orden al caficultor como sujeto histórico de cambio. Conclusión puntual; por lo pronto debe garantizarse el respeto a los acuerdos de precios. Debe darse un trato justo al caficultor venezolano.
Al gobierno:
No es suficiente gobernar, es necesario transformar; esto supone construir una nueva modalidad de abordar el tema café. Por un lado el Estado debe entender que su papel debe ser defender al productor primario de las fauces de quienes se apoderan de su trabajo y su sudor. Por otro lado los agroindustriales deben disminuir su voraz apetito explotador que suele ser monstruosamente insaciable y eterno. De nuestra parte, los caficultores debemos enseriar nuestro accionar de organización como motor primario y vital de está actividad productiva.
La conflictividad:
A nadie le conviene incrementar los decibeles en la conflictividad, deberíamos estar en calma en nuestras tareas cotidianas de acuerdo a los roles respectivos. La verdad de toda esta situación es que a todos los sectores involucrados nos conviene disminuir los niveles de conflictividad para garantizar paz laboral en nuestra actividad y que todos caminemos por las alamedas de la normalidad. Nos conviene transitar caminos de regularización de la actividad cafetalera. Poder trabajar en paz y sin sobresaltos es una necesidad histórica, eso sería lo ideal, pero para ello es necesario el respeto a las normas y los acuerdos. Lo primero es entender que lo más importante en toda la cadena lo constituyen los caficultores, que son quienes siembran y producen y sin los cuales el resto de la cadena se desplomaría. No hay nada más placentero que poder trabajar y vivir con la calma necesaria, pero el afán por la riqueza desmedida de ciertos sectores, nos aleja de todo cuanto pudiera significar orden y trato justo.
Pan para hoy y hambre para mañana:
Las inspecciones realizadas durante los subsiguientes días en Araure, Ospino, Sucre, Unda y Campo Elías, intentan ordenar el asunto. En caliente es una realidad y al ausentarse las autoridades de nuevo se hace presente el desorden. Los caficultores no deberíamos estar cumpliendo los roles que le corresponde al gobierno y las autoridades, son ellos quienes deben garantizar la normalidad en todas las actividades de la vida cafetalera Esta sociedad nuestra, está inoculada de anarquía; al ausentarse las autoridades vuelve el desorden y la rapiña en las actividades de compra del café.
A los dirigentes:
Sin duda se requiere enseriar y hacer realidad nuestra organización, no puede sorprendernos la próxima cosecha sin haber avanzado en la construcción de una plataforma organizativa para la actividad cafetalera en general y de manera especial para el tema de la comercialización de nuestro café. Hacia allá es donde debemos apuntar en nuestro esfuerzo, de lo contrario se perdería el sentido de la lucha. No avanzar en la construcción de la organización cafetalera, constituye un irrespeto y una traición a los caficultores por parte de quienes asumen roles dirigenciales.