Desde cerro Felipe | El Estado Bolivariano y la izquierda | Por: Héctor Díaz

 

La crisis política e ideológica en los últimos veintitrés años radica en que muchas organizaciones partidistas e históricas hayan perdido su status de gravedad en el pensamiento y la percepción de su declaración de principios, marchando cada porción hacia los extremos. Esto es lo que ha permitido toda una incertidumbre en el plano de las ideas, el desastre es total y hasta muy difícil su reacomodo, hasta que los partidos políticos no se sometan a una revisión profunda para revisar la desviación orbital de su gravedad en el plano tiempo-espacio seguiremos patinando en lo que hemos llamado: perdidos en el espacio.

El Dr. Leopoldo Puche escribió un folleto que lo tituló Venezuela viviendo sin centroizquierda, allí hace una revisión minuciosa de lo que ha significado las desviaciones desde la aparición del militarismo o Estado Bolivariano que no tiene nada que ver con los postulados de conducción del Estado de la verdadera izquierda democrática; se toma como ejemplo el Partido de los Trabajadores del Brasil donde evolucionó a posiciones más moderadas y con el mayor respeto a la institucionalidad democrática. Igualmente, podemos tomar como ejemplos el Movimiento M19 de Colombia, hoy en función de gobierno con el presidente Petro, el Movimiento al Socialismo (MAS) de Bolivia con Evo Morales, el Movimiento Tupamaro en Uruguay con Pepe Mújica, Bukele en el Salvador quien viene de una revisión de la izquierda del Movimiento “Farabundo Martí” y hoy la mayoría de sus cuadros políticos en función de gobierno y en Europa los ejemplos son inmensos liderizados en aquella oportunidad por Francois Mitterrand del partido socialista francés.

El Estado Bolivariano impulsado por las elites militares está a años luz del verdadero pensamiento de la izquierda democrática, no existe similitud alguna ya que el proceso mal llamado revolucionario instaurado en el país desde 1998 fue producto de un descontento generado por una élite política, la cual se fue hundiendo poco a poco en la corrupción administrativa y alejándose del sentimiento popular de la gente. Este espacio de descontento fue ocupado por un líder demagogo, populista que en ese momento utilizó un discurso de encantamiento, pero resultó peor el remedio que la enfermedad. El desmantelamiento institucional empezando por el sostén de la democracia, los partidos políticos, el oxígeno que representa el estado de derecho y la representación de la sociedad laboral como es el movimiento sindical organizado; toda está intervención llevaba una sola dirección, el partido único del Estado, la hegemonía total y el asalto al poder de las fuerzas armadas y el desplazamiento de la sociedad civil como expresión política y de opinión en el tejido de la institucionalidad democrática. Estos últimos elementos conllevaron a dejar los espacios vacíos y donde hoy, aun, se mantienen vacíos ya que la cultura ideológica del Estado Bolivariano no ha podido dar respuestas a la conflictividad social como es el caso de la autonomía universitaria, la violación a la contratación colectiva y los salarios, la debacle económica en el plano de las inversiones, la crisis de los servicios públicos, el atentado a diario en contra de la libertad de expresión y la espantosa corrupción desatada desde el alto gobierno.

Si hacemos comparaciones macroeconómicas, ideológicas con otros gobiernos de la izquierda democrática en América Latina, allí vemos las ranuras de las diferencias: el gobierno de Lula D” Silva del Partido de los Trabajadores lanzó una política de Estado favoreciendo a los trabajadores, en los salarios, contrataciones colectivas, mejoras laborales y el respeto a las leyes del trabajo; hizo crecer el poder adquisitivo y el aparato económico dio un salto en los índices de producción. Igual crecimiento se generó en Ecuador, en Bolivia, en Uruguay, la paz política retomó a Colombia, mientras que nosotros, los venezolanos retrocedimos en todas las áreas: educación hoy es un desastre, el quiebre financiero de PDVSA, las expropiaciones llevaron al suelo a la economía. El salario mínimo ya está por debajo de los cuatro dólares, la contratación colectiva de los gremios profesionales vencidas y sin posibilidades de sentarse en una mesa de negociación, la producción petrolera por el suelo y con una serie de demandas internacionales por incumplimientos de pagos. Es decir, que el llamado Estado Bolivariano se convirtió, para nosotros, en un gran fiasco, una burla y en la mentira del siglo XXI; lo que significa, que el llamado socialismo chavista-madurista no existe, lo que existe es una mafia militar enquistada con un discurso demagógico y que la tal revolución lo único que hizo fue desplazar una élite por otra élite más peligrosa aún, porque fuera de que es corrupta es armada y mafiosa.

*Ex concejal.

 

 

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