Naireth Hernández / ECS
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Muchos medios de comunicación han cerrado en Venezuela, hay otros que están por hacerlo y muchos se encuentran luchando a capa y espada por quedarse. Los que cerraron tal vez lo hicieron por distintas razones o tal vez por la misma. ¿Quién sabe? En cada cierre siempre hay “una razón justificada” para la sociedad, pero muchos sabemos que siempre hay algo más, oculto, y es esa la verdadera razón.
Para aquellos medios que siguen luchando por llevar información día a día, el camino no es fácil. Primero, deben ser muy cautelosos al publicar una noticia. El periodista intenta no autocensurarse para cumplir con la principal regla que nos define y tratando de mantener siempre su ética como profesional, pero si logra comprobar y publicar algo de alto impacto en la sociedad corre el riesgo de ser perseguido, amenazado y amedrentado -esto ocurre en noticias específicas-. Algunos de mis colegas se esconden bajo un seudónimo para evitar correr riesgos, pero en un país “libre” esto no debería pasar.
Segundo, encontrar una fuente periodística. ¡Dios santo! No hay nada más difícil que intentar encontrar a alguien de alta jerarquía capaz de dar información veraz y de calidad. Actualmente los problemas resaltantes se encuentran en escuelas, hospitales, ambulatorios e instituciones públicas, estos solo por nombrar algunos, pero sobre todo, los problemas resuenan una y otra vez en las comunidades donde tener los servicios públicos se ha vuelto todo un lujo.
En estos lugares hay muchas personas que quieren denunciar y hacer sentir sus molestias e inquietudes para obtener “alguna solución”, pero lamentablemente el miedo los calla. Miedo a ser destituidos de sus cargos, tal vez a quedarse sin un bono o beneficio, a que los encierren en una cárcel solo por exigir sus derechos. Poco a poco han influido en ellos para evitar que hablen y que el mundo se entere de la realidad que se vive en cada rincón del país. Los pocos que han hablado, lo hacen en total anonimato para evitar cualquier agresión en su contra.
A la dificultad de conseguir la información de fuentes oficiales, se le suma nuestra tercer y más grande dificultad; muchos no tenemos equipos capacitados para trabajar de una manera eficaz y eficiente. Cuando la crisis no estaba tan agudizada contábamos con cámaras profesionales, grabadoras, transporte, camarógrafos, señal móvil, internet y entre otras cosas que nos permitían llevar un trabajo de calidad a nuestro público.
Trabajo dificultoso
Ahora cada quien debe ver como movilizarse por su cuenta, pero es difícil. En el camino hay muchas trabas que nos pueden retrasar y esto a su vez puede hacernos perder la primicia e incluso la noticia en general. Debido a los altos precios de las cámaras profesionales, los periodistas deben contar con un teléfono inteligente de buena calidad, ya que cumple el papel de cámara, grabadora y como herramienta de redacción. Son útiles y muy necesarios en esta situación, pero no todos contamos con la fortuna de tener un buen teléfono, llevándonos, quizá a hacer fotos no tan buenas y esto muchas veces pone en tela de juicio nuestro trabajo, pero lo hacemos lo mejor posible.
Como decía un conferencista internacional, “la gente solo ve las cosas negativas, dejando a un lado lo positivo”. Muchas veces nos critican por fotos, textos (escritos desde la calle cuando se cubre un hecho) e incluso, por simples oraciones mal redactadas en las publicaciones, sin darse cuenta del trabajo tan grande que se ha vuelto informar. Muchos dirán que ahora es más fácil por las redes sociales, pero no. Con la mala señal y el pésimo internet con el que trabajamos solo hace una carga más a la hora de mandar o publicar una información, y no es solo esto, los constantes cortes eléctricos nos hacen trabajar de manera rápida pudiéndonos saltar uno que otros errores.
Errores con los que la gente te va a juzgar de una forma muy dura, pero ojalá se dieran cuenta que trabajamos hasta con las uñas para poder mantenernos, porque sabemos que hay un potencial que no se debe desperdiciar por las circunstancias, y que al contrario, lo debemos aprovechar para sacar lo mejor de nosotros como periodistas y no dejarnos vencer por aquellos que no nos quieren porque estamos como piedras en sus zapatos.