Cuatro días de calvario vivió el pueblo con el mega apagón

En la viña del Señor hay de todo, y durante estos días de emergencias se conocieron muchos corazones,  hubo personas que por tener planta eléctrica, cobraban en dólares por cargar por cierto tiempo un celular, en Trujillo capital cobraron hasta un dólar para cargar celulares. Cada quien con su conciencia reza el dicho.

Bajo la luz de la vela el pueblo venezolano sobrevivió más de 110 horas sin servicio eléctrico

Este  jueves 14 de marzo se cumplieron ocho días del inicio del apagón más largo y terrible que ha vivido Venezuela. Jamás se pensó que la falla de electricidad a las 4:50 pm del pasado jueves 7 de marzo, sería el inicio de los días más oscuros, y la duda surgió,  porque las fallas de electricidad se han convertido en el pan diario en Venezuela y en Trujillo. Sin embargo, de lo que no cabe duda es que este mega apagón marcó un antes y un después en la vida de cada ciudadano, y ojalá no sea como tantos eventos que la gente olvida y hace de cuentas como si nada hubiera pasado.

Fueron cuatro días de incertidumbre, de demostrar de qué estamos hechos. El primer día, jueves 7 de marzo pasó sin penas ni glorias, la gente esperaba que llegara en 12 horas, ya se había vivido un episodio como ese,  pero conforme iban pasando las horas, la preocupación aumentaba, cuando se llega a 24 horas el día viernes 8 de marzo, día internacional de la Mujer, justamente las mujeres eran las más preocupadas, a las que  la angustia invade más rápidamente, al pensar ¿qué hacer con los pocos alimentos?  Noticias  iban y venían de un sector y de otro, en lugares donde las podían escuchar, otros estaban con  “Jesús en la boca”.

 

La pregunta de las 60 mil lochas

¿Qué vamos  a hacer si no llega la luz? Era la pregunta. Ante un escenario de puntos de venta que no pasaban, de celulares que se quedaban sin carga, carteras sin efectivo para pagar pasaje y salir a comprar, y adonde ibas, en cualquier bodega  el aviso que no faltaba, “solo en efectivo” este era motivo suficiente para cerrar los ojos y pedirle a Dios que se apiadara de nosotros. Así empezó el calvario, comprando el día viernes velas, y pensando cómo hacer porque no se podía comprar comida en exceso porque no había como refrigerarla.

Sin embargo, Dios no falta en los momentos más difíciles. Algunos comerciantes,  armaron sus cuadernos y si tenían productos antes de perderlos prefirieron  “fiar” confiando en la buena fe de los clientes, aun cuando el “fiao” ya pasó de moda ante la hiperinflación agobiante que vive Venezuela, pero la misma crisis eléctrica obligó a hacerlo,  ante el temor de que los productos se dañaran y la gente tenía hambre, así fue, anotando como en los viejos tiempos en el cuadernito del olvido cada producto que se llevaba el cliente,  bajo la promesa de: “al llegar la luz te transfiero” y así las listas fueron engordándose, porque pasaron los días, y la luz nada que volvía, crecía la angustia y la lista,  lo cierto es que así se mantuvo la gente, gracias a aquellos que pensaron en el otro.

 

El pueblo y su calvario

Otro calvario que tocó vivir en estos días precisamente de cuaresma, fue el problema del agua, el cual se sumaba, al de la electricidad, la comida, falta de efectivo y estar incomunicados. Pero por eso, hay que recalcar que Dios hace la carga menos pesada, porque hubo zonas donde las autoridades no se acordaron del pueblo, aún cuando en algunos medios de comunicación aseguraban que todo el pueblo tenía camiones cisternas. La gente tuvo  que resolver como pudo, caso Pampanito, tres esquinas, Pampán, entre otros,  allí no hubo gota de agua ni en cisternas ni en tubería, solo nacientes que ayudaron y la lluvia. Dios fue grande y poderoso y mandó por cuatro días seguidos la lluvia,  la gente aprovechó no solo  para bañarse, sino para recoger agua y con ella lavar baños, y hasta la hirvieron para consumir, porque no había más nada, los camiones cisternas brillaron por su ausencia. Comerciantes, vecinos en Pampanito  se organizaron para hacer sopa pa’ todo el mundo,  también para llevar agua con tanques a algunos sectores y así colaborar en medio de la situación.

El servicio del agua fue uno de los traumas más críticos incluyendo la falta de comida

 


Los bajones no cesan

Después de la tormenta viene la calma, llegó la luz eléctrica, después de 110 horas en Pampanito, algunos sectores de Trujillo, y no conforme con eso, llegó, duró cuatro horas y luego tardó 12 horas en volver, hasta que desde el miércoles el servicio no ha fallado, con intermitencias por horas y fuertes bajones, que ya son rutina de un sistema eléctrico colapsado,  sin embargo, ante todo lo vivido,  está prohibido olvidar, quienes tuvieron familiares al borde de la muerte por procesos como la diálisis que no podían realizar, porque no tenían qué comer ni beber.

 

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