Consultorio para el Alma | La Amenaza Silenciosa: Cuando la maldad enfría el amor | Por: Ysbel A. Trejo G.

 

Ysbel A. Trejo G.

 

 «Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.» (Mateo 24:12)

En un mundo que avanza a pasos agigantados en tecnología e interconexión, paradójicamente, una sombra de desconexión e indiferencia parece cernirse sobre nuestras sociedades. La antigua advertencia contenida en Mateo 24:12, aunque enmarcada en un contexto profético, resuena hoy con una aterradora actualidad: la multiplicación de la maldad está provocando un enfriamiento del amor en las relaciones humanas.

No se trata solo de grandes crímenes o escándalos; la «maldad» a la que nos enfrentamos a diario es a menudo más sutil y se camufla en la iniquidad social y la apatía moral.

El aumento de la maldad se manifiesta en múltiples frentes. Lo vemos en la normalización de la corrupción a niveles sistémicos, donde la justicia y la ética se vuelven comodidades negociables. Lo palpamos en la polarización extrema que convierte al diferente en enemigo, socavando el diálogo y la empatía. Y lo sufrimos en el individualismo rampante, que promueve la supervivencia propia a expensas de la solidaridad.

Ante esta avalancha de noticias desalentadoras, abusos de poder e injusticias evidentes, el ser humano desarrolla un mecanismo de defensa: el cinismo. Para evitar el dolor constante de la indignación y la frustración, la mente se blinda. Este blindaje, si bien protege de la herida emocional, es lo que enfría el amor. No es un odio activo, sino una pérdida de la capacidad de conmoverse por el dolor ajeno.

El amor, en este contexto, no se limita al afecto romántico o familiar; es la caridad, la compasión y el sentido de comunidad. Cuando el amor se enfría, se deteriora el tejido social. Dejamos de preocuparnos genuinamente por el vecino, el migrante, el desfavorecido. La frase bíblica se cumple cuando un acto de ayuda o bondad es visto con recelo en lugar de ser celebrado.

Resistencia Cívica del Corazón

Si el diagnóstico es la multiplicación de la maldad y su consecuencia es el enfriamiento del amor, la respuesta debe ser una resistencia activa y consciente. No podemos permitir que la oscuridad del entorno dicte la temperatura de nuestro corazón. ¿Cómo podemos revertir este enfriamiento?

Cultivando la Empatía: Debemos hacer un esfuerzo deliberado por salir de nuestra burbuja y reconocer el sufrimiento de los demás. La empatía es la herramienta que desarma el cinismo.

Ejecutando la Pequeña Bondad: El antídoto contra la iniquidad sistémica es la acción personal. Un gesto de ayuda, la defensa de un principio ético, o simplemente escuchar sin juzgar, son pequeñas flamas que mantienen encendido el fuego de la caridad.

Defendiendo la Justicia: El amor no es ciego. Un amor robusto exige la defensa de la verdad y la justicia. Luchar contra la maldad es un acto de amor hacia la sociedad que queremos construir.

La profecía de Mateo 24:12 no es una sentencia ineludible, sino una advertencia urgente. Es un espejo que nos muestra el riesgo de convertirnos en autómatas indiferentes en medio de la crisis.

Está en manos de cada ciudadano, creyente o no, decidir si el frío de la maldad congelará su espíritu o si elegirá ser una fuente de calor, manteniendo viva la llama del amor y la compasión en estos tiempos difíciles. No dejemos que se enfríe lo que nos hace profundamente humanos y ser realmente cristianos.

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