José Rojas
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¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? (Romanos 10:14)
Algunos buenos cristianos. Pueden citar la Escritura de memoria y tener un entendimiento bastante excelente de como presentar el mensaje del Evangelio.
No importa donde estemos, habrá alguien al alcance del oído para oír sobre Jesús. Ya sea en nuestro camino a casa, en la buseta que abordamos, en el trabajo o simplemente en la conversa diaria. ¿Cuántos de ustedes realmente tendrían sus Biblias listas para ser abiertas? ¿Se dirigiría usted a la persona al lado de usted y le hablara sobre Jesús? Demasiado pocos de nosotros lo harían. A veces se prefiere estar solo en el confort.
Pablo pregunta en nuestro pasaje hoy una serie de preguntas evangélicas: ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? Unos podrían decir, «Usted ha contestado ya a la pregunta – Pablo y los otros como él lo hicieron para nosotros en el pasado. Pero este pensar ¿es consecuente con la Palabra de Dios? ¿Cuál es nuestra responsabilidad? Mateo 5:14-16: «Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de una vasija, sino sobre el candelero para que alumbre a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.» 2 Timoteo 4:2: «que prediques la palabra y que instes a tiempo y fuera de tiempo. Redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.»
¿A quiénes se les ha dado la responsabilidad de compartir la Palabra de Dios? Es, a usted y a mí. Si La tragedia (muerte, problemas matrimoniales, etc.) golpeara a alguien en su vida – ¿estaría preparado usted para atestiguar su fe? ¿Qué diría usted? 1 Pedro 3:15: «estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros.»
Fuente Liga del Testamento