José Lezama, en su texto del año 1997 titulado “A 100 años de su nacimiento Mario Briceño Iragorry y la verdadera identidad nacional”, escribe que el ilustre trujillano conformó la llamada «Generación del 18», y que, junto con otros intelectuales venezolanos como Ramón Díaz Sánchez, introduce en la literatura venezolana una nueva interpretación de la historia. Según su opinión, la falta de un carácter nacional se debe a la manera cómo se ha enseñado la historia a los venezolanos: un culto exagerado por la etapa republicana, una historia litúrgica donde se adora a los próceres de nuestra independencia como a ‘dioses’ y se condena nuestro pasado español e indígena.
Durante su vida intelectual Mario Briceño Iragorry manifestó un profundo interés por el rescate de la identidad nacional venezolana. A criterio de Lezama, ya para el año 1951 Iragorry había diagnosticado: “el mal que padecemos hoy responde a una crisis de pueblo, no del pueblo”. Considera Lezama que el exagerado aumento de nuestra costumbre consumista de cultura foránea, en detrimento de nuestros valores nacionales, nos ha alejado de la solución planteada por Briceño Iragorry. Afirma que una posible solución es rescatar del pasado histórico, los elementos necesarios para asegurar un piso cultural propio de los venezolanos.
Su concepto de historia
Briceño Iragorry insiste en su concepto de historia en darle continuidad a la “justa memoria” que media entre las conmemoraciones y el olvido. La función de la historia, según Briceño, es mantener viva la memoria de los valores que sirven de vértebra al edificio social.
Es por ello que la investigadora Laura Febres, invocando a Augusto Mijares (1897), agrupa alrededor de la obra de Mijares una serie de nombres que establece un diálogo con el historiador con características, preocupaciones y metas comunes. Entre ellos Mario Briceño Iragorry, Rómulo Gallegos, Mariano Picón Salas, José Rafael Pocaterra y Enrique Bernardo Núñez.
A criterio de la historiadora de la UCV, Inés Quintero, por mucho tiempo se consolidó la idea de que la historia de Venezuela comenzó el 19 de abril de 1810. En la documentación, manifiesto y proclama de la época – en los testimonios escritos por los protagonistas de la hazaña y en la historiografía de los años posteriores – se plasmó la tesis mediante la cual, por una parte se condenaba al pasado español como una época de usurpación, descrédito, absolutismo y oscurantismo; y por la otra se reivindicaba la vocación libertaria de los americanos y la afirmación autónoma de quienes, por más de tres siglos, habían sido sometidos a un régimen deshonroso y carente por completo de virtudes: el de la monarquía absolutista española. Por tanto, la Independencia se convertía en la cima y en la festividad de la historia americana.
Es por ello que Quintero indica que se nacía así a la vida republicana, a la soberanía y autodeterminación política y, en el mismo acto, se cercenaba de manera abrupta y radical el pasado como fórmula para sostener, defender y construir una nueva realidad, diferente en signo, orientación y contenidos con la época precedente.
Para Mario Briceño Iragorry – explica Inés Quintero – a este proceso mitificador, ideologizador y tergiversador de la historia se sumó rápidamente el del culto heroico. Tal ruptura no solamente era digna de ser perpetuada y transmitida sin aristas para el porvenir, sino que los protagonistas del episodio se convirtieron, por obra y gracia del mismo ejercicio mitificador, en símbolos y modelos imperecederos de virtud para las generaciones futuras.
Enfatiza Quintero que el objetivo fundamental del esfuerzo llevado a cabo por Mario Briceño Iragorry en sus ensayos históricos e historiográficos, fue el de contribuir a construir una historia integral que fuese capaz de alargar la perspectiva de Patria y que no descuidara los valores de la continuidad. Recalca que con ese fin expuso y defendió lo que Briceño llamó un esquema morfológico de la cultura colonial.
“Mario Briceño Iragorry se opuso a la idea de una historia a saltos y desprovista de sus elementos de continuidad. Fue, como el mismo se definió, un hombre de hispanismo razonado, cuyo objetivo era afirmar lo venezolano”.
La historia desde dos perspectivas
Casa de León y su Tiempo (1946) y el Regente Heredia o la Piedad Heroica (1947) obras de Mario Briceño Iragorry, aparecieron en un momento de considerable pugnacidad en los estudios historiográficos, con polémicos debates alrededor de los orígenes nacionales.
Para Briceño Iragorry no significa nuestra solidaridad con los colonizadores y la injusticia contra los aborígenes, sino que se trata de descubrir que la historia de nuestro pasado español no se halla en las historias de uso, sino en las monografías impopulares y en los papeles que no consultaron los viejos historiadores.
Briceño Iragorry trabajó nuestra historia con una óptica equidistante de las llamadas “leyenda negra” y “leyenda dorada”; la primera de estas leyendas tendió a negar rotundamente los aportes de España a la formación de nuestra cultura y atribuyó el autodidactismo, la consistencia doctrinaria y combativa de los hombres que realizaron nuestra Independencia, mientras que la segunda representa una etapa de la historia venezolana donde se le rinde un culto exagerado a la etapa republicana.
Para el ilustre trujillano Briceño Iragorry, muchos historiadores sostienen que la partida bautismal de nuestra Patria data del siglo XIX, y se invocan razones de mezquino patriotismo y falsedades fundamentadas en hiatos inexistentes, con el objetivo de renegar nuestra mañana cívica con relatos y hechos que los califican no como sub-historia, sino más bien como anti-historia.
En el Primer Simposio de Literatura Trujillana que llevó por nombre: “Mario Briceño Iragorry” (21,22 y 23 de febrero de 1985), celebrado en la Universidad de Los Andes, Núcleo Universitario “Rafael Rangel” (estado Trujillo), se reseña que durante mucho tiempo la producción historiográfica venezolana parecía negar la validez de aquellos elementos que dieron forma a la organización de la nación venezolana como Estado. Allí se indica que los factores humanos que se conjuraron para la formación de la sociedad colonial (española-indio-negro) no se han investigado en la medida de lo deseable.
Laureano Vallenilla Lanz dice que la concepción de historia como proceso continuo, es visto por Mario Briceño Iragorry no desde la bala de un cañón o tras el galopar de caballos en flancos de guerra, sino a través del juego de palabras e intereses de manos enguantadas que firman un acta en la cual se adhieren a la igualdad de los hombres.
De esta manera se puede interpretar que el objeto de Mario Briceño Iragorry es desempolvar elementos indispensables del proceso de desarrollo de la identidad nacional, que influyeron en la formación cultural de Venezuela y que hoy se ven reflejadas en sus instituciones a través del desenvolvimiento ciudadano. Es decir, darle la merecida importancia al accionar civil en el amanecer republicano venezolano.
NOTA: Este trabajo periodístico es producto de la memoria de grado “REPORTAJE INTERPRETATIVO: CONCEPCIÓN HISTORIOGRÁFICA DE MARIO BRICEÑO IRAGORRY EN LAS OBRAS “CASA DE LEÓN Y SU TIEMPO” Y “EL REGENTE HEREDIA O LA PIEDAD HEROICA”, trabajo de grado con el cual Alexander González y José Rafael García optaron al título de Licenciados en Comunicación Social, Mención Desarrollo Económico, en la ilustre Universidad de Los Andes (Trujillo), Núcleo Universitario “Rafael Rangel” (2016), con la tutoría de los doctores: Elsy Urdaneta y Aníbal Rodríguez (+).