Eduardo Viloria/DLA.- Una digna representante del arte de combinar los sonidos con el tiempo, María Lilieta Parra Castellano, fue la oradora de orden de una sesión especial, la número 10 del cuerpo, convocada por los integrantes del Concejo de Rafael Rangel para rendir homenaje al vals Conticinio y su compositor el maestro Laudelino Mejías, pieza del pentagrama musical trujillano, considerado como el segundo himno de la región.
La sesión había sido convocada para las 10:30 de la mañana de este jueves 9 de septiembre, y comenzó casi a las 12 del mediodía, no obstante que el salón especial de la Alcaldía contaba con gran cantidad de invitados a la actividad especial, donde estuvo ausente el presidente del cuerpo, Oswaldo Puche, asumiendo la dirección del cuerpo el concejal Franklin Plaza en su condición de primer vicepresidente así como los demás concejales, también se contó con la presencia de la alcaldesa Sonia Silva.
El discurso de la oradora invitada
La oradora de orden María Lilieta Parra Castellano, comenzó por agradecer a los integrantes del Concejo y a la alcaldesa Sonia Silva, por invitarla a esta salón especial del gobierno local, para exponer las ideas que la han llevado a diversas posiciones en el arte musical, agradeciendo también al director de cultura del gobierno municipal, Edwin Rodríguez, al cronista Gustavo Salas Cubillán y a los músicos y cantantes del municipio, presentes en la reunión.
“Es halagador, satisfactorio y enaltecedor hablar del maestro Laudelino Mejías y de su obra sublime como es Conticinio”, dijo la oradora al comenzar al disertar ante los presentes.
El maestro autor de Conticinio, añadió, nació en Trujillo el 29 de agosto de 1893, hijo de Aparicio Lugo y de Juana Paula Mejías; se formó como músico desde muy joven, gracias a las enseñanzas de su padre, con el que estudió composición y solfeo, aprendiendo también el uso del Clarinete, dos cosas que compartimos, dijo abriendo un paréntesis, la enseñanza de la música de nuestros padres y el uso del Clarinete.
El Maestro
La experiencia de Laudelino Mejías como músico la inició en una banda musical compuesta por 13 ejecutantes, donde se destacan los hermanos Vázquez.
Laudelino Mejías estudio en la Escuela Filarmónica de Trujillo, institución dirigirá por el presbítero Esteban Razquin, donde se destacó como solista, siendo nombrado en 1911 subdirector de esta institución, asumiendo más tarde la dirección de la misma, en 1916.
En 1921, Laudelino Mejías estuvo en Maracaibo donde salió como Primer Cuartino, perfeccionando su estilo, bajo la dirección y enseñanza del maestro italiano Leopoldo Martucci.
Reorganización de la Banda Lamas
En 1922, Laudelino Mejías se establece en Valera donde reorganiza la banda Lamas, siendo en esta época en que compuso el vals Conticinio, que precisamente ha arribado a 100 años, dijo la oradora, lo que nos ha traído aquí para rendir homenaje al mismo.
En 1934 Laudelino Mejías regresa a Trujillo, donde se hizo cargo de la Banda Sucre, que pasó a ser la segunda Banda más importante del país, después de la Banda Caracas, para lo cual contaba con más de 50 músicos ejecutantes.
Entre 1930 y 1933, Laudelino Mejías impulsa la Banda Dalla Costa de Ciudad Bolívar, llevándola de 9 a 40 ejecutantes, volviendo más tarde a Trujillo para continuar al frente de la Banda Sucre y seguir componiendo música de diversa índole, bellas melodías que nos llenan de amor, ilusión, esperanza y armonía. Entre las piezas compuestas se encuentran himnos, valses, marchas y aires populares, entre las cuales destacan por su nombre: No me digas Adiós; Imposible, Eliotropo, Silencio, Corazón, En las horas. Y las sinfonías; Canto a mis Montañas, Alma de mi pueblo, Maribel y Trujillo, las cuales lo proyectaron en el ámbito de la música latinoamericana, la sumatoria de composiciones se eleva a la suma de 300 piezas musicales.
Maestro Académico
La Academia de Música de Roma le otorgó el título de Maestro Académico Honoris Causa, siendo recompensado en vida con su propia estatua que engalana la municipalidad de la capital del estado, Trujillo. El autor de Conticinio falleció el 20 de noviembre de 1963, dijo la oradora de orden.
Conticinio el vals inolvidable
El discurso de María Lilieta Parra Castellano, fue interrumpido en varias oportunidades por los aplausos de los presentes, señalando que este año 2022 los trujillanos nos vestimos de gala para enaltecer esta obra tan insigne, que arriba a 100 años, pues el tema musical que compuso el Maestro Laudelino Mejías es considerado entre los más cumbres de la música venezolana, convirtiéndose por su belleza armónica, en patrimonio e ícono representativo del estado Trujillo, además de uno de los más bellos valses de la historia musical de Venezuela.
Conticinio
Conticinio, dijo la oradora del Concejo de Betijoque al quebrársele la voz, significa la hora de la noche en que todo se encuentra en silencio, inspirado por el recuerdo de sus primeros años en las vecindades de La Quebrada Los Cedro, cuyas aguas descienden por las gargantas de los Andes trujillanos, y acaricia los ensueños de aquel niño pobre.
Se dice también, al seguir explicando el origen de Conticinio que la pieza la compuso el maestro Laudelino Mejías, cuando estaba enamorado de una profesora de música de apellido Múnera, igualmente inspirado por la nostalgia que le producía su región natal, Trujillo.
“Conticinio evoca el momento de la noche, cuando la madrugada se acerca, en que todo parece estar quieto y sumergido en el silencio ensordecedor. Cuando todo parecer dormido, cuando todo se espera, cuando uno está consigo mismo”, dijo la oradora.
Conticinio fue estrenada en la plaza Bolívar de la urbe de las siete Colinas, Valera en 1922, por la banda musical de la localidad, bajo la dirección y la batuta del propio maestro, Laudelino Mejías.
La obra en cuestión adquirió mucha popularidad, desde ese momento del estreno, promoviendo el mismo maestro Laudelino Mejías un concurso para poner letra al vals, siendo ganador del certamen el músico Eyisto Delgado, quien era alumno del maestro compositor, evento que trasmitieron los medios de comunicación radioeléctricos de la región.
Conticinio, dijo, constituye sin duda alguna un reto vocal para los cantantes, pues mide la calidad vocal y pone a prueba la voz del intérprete.
Conticinio es para los trujillanos un segundo himno, que se usa como vals para enseñar y contribuir a la sociabilización de las muchachas venezolanas cuando cumplen los 15 años, bailando este vals, en compañía de su padre, solo en la sala o pista de baile, bajo la mirada tierna de sus progenitores, familiares, y amigos.
Comparto este hermoso recuerdo, dijo a manera de anécdota. Yo tuve la dicha de bailar en mis 15 años con mi padre, José Ramón Parra –presente en la actividad- este tema musical tocado en vivo por Manuel Matheus, José del Rosario Peña, José Monagas, Emilio Viloria y el inolvidable Víctor Julio Viloria.
Ya al final María Lilieta Parra Castellano dijo: Existen cuatro cosas que hacen de Conticinio una gran composición; está compuesto de cuatro partes contrastantes en tonalidad mayor; con modulación a tono menor hacia sus últimos compases; está realizado a la manera de los valses brillantes del finales del siglo XIX con una hermosa y sentida melodía, además tiene un registro y alcance muy amplio que lo hace difícil para cualquier cantante; la hermosa letra del poeta Eyisto Delgado y por ultimo lo constituye su metafórico titulo; Conticinio.
El Vals Conticinio al interpretarse envuelve en una magia llena de encantos y muchos misterios, los cuales se volvieron atractivos y llenos de ensueños, que con solo palabras no se perciben, hay que escuchar, sentir, disfrutar y así dejarse llevar para entender el significado de Conticinio, precisó al final la oradora de orden del Concejo de Rafael Rangel.
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