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Entre las cualidades de los andinos, se cuenta su voluntad inquebrantable, pero el productor del campo se lleva el primer lugar a la hora de buscar alternativas para sacar sus productos, haciendo honor a la frase popular “si le cierran la puerta, se mete por la ventana” agregando “con la sonrisa de oreja a oreja”.
Es así, como en notas anteriores hemos mostrado imágenes de ese ingenioso pequeño productor, buscando superar obstáculos, donde mostramos como las motocicletas se convirtieron en vehículos de carga a los que jocosamente se les llamó “Mototritón”.
Pues bien, aquellas Mototritón de Timotes, en el municipio Miranda del páramo merideño, pasaron a convertirse en vehículos con doble y hasta triple plataforma, donde se transportan las cosechas hasta los mercados más cercanos.
Las Carretecargas, no han dejado su lugar entre quienes aún no tienen motos adaptadas, o permitiendo acumular en un sitio determinado la cosecha, que luego pasaran a otros sistemas de transporte.
Mientras otros, provenientes del Sur del Lago, e incluso algunos en mejores condiciones, adaptan sus vehículos familiares, para trasladar hasta Mérida y otros centros poblados, algo de mercancía, cuya venta permita llevar la comida a su casa.
No faltarán quienes renieguen del riesgo y atrevimiento de los conductores al llevar improvisadas plataformas, algunas quizás sin condiciones de seguridad mínima. Pero cuando la necesidad aparece se imponen soluciones drásticas. Obviamente en otras condiciones socioeconómicas, estas opciones no fuesen necesarias, pues cada productor tendría las posibilidades de adquirir vehículos de moda, para pasear y trabajar, como bien merecen.
La entereza y alegría que sienten y trasmiten los productores cuando comparten sus productos es inimitable, por ello los venezolanos solo podemos sentir orgullo y agradecimiento por contar con estos héroes de manos ásperas y piel tostada.
Fotos cortesía