Barcelona, 4 jun (EFE).- Rosalía, la catalana universal del momento, ha sido la gran cabeza de cartel, la que mayor número de espectadores a atraído y la que más pasiones ha levantado de la 21 edición del Primavera Sound, el festival de su ciudad, al que iba como público no hace no tanto y donde soñaba con triunfar «como Grace Jones».
«Yo venía aquí a ver conciertos y a ponerme fina -ha recordado esta madrugada Rosalía desde lo alto del escenario-. Aquí vi a Grace Jones y aquí soñé con ser cabeza de cartel».
Un sueño que ha sido superado por la realidad, porque Rosalía hoy no ha sido solo cabeza de cartel de la última jornada del festival, sino de todo el Primavera Sound, porque ninguna de las noches anteriores la explanada del escenario principal ha estado tan llena de gente como hoy.
Unas 70.000 personas, según la organización, han entrado este sábado al Parc de Fòrum y prácticamente todas se han dirigido a las dos de la madrugada hacia el concierto de Rosalía, a juzgar por la multitud que se ha congregado en el espacio
El primer tema que ha sonado ha sido «Saoko», el mismo de todos los conciertos de la gira que empezó hace un año, pero no por esperada la dicha ha sido menor.
«¡Mira!, ahora es cuando se desmaquilla, ya lo hizo en el concierto del Sant Jordi», ha dicho una espectadora, que ya la vio en Barcelona en el inicio de la gira y la podría volver a ver mil veces más, porque la fiebre ‘motomami’ puede ser muy alta, casi tanto como la meteórica carrera de esta artista, que en su ciudad muchos dicen haber visto actuar cuando nadie la conocía, aunque no todos son sinceros.
Cerca de esta espectadora, otras dos ‘motomamis’ han acudido con sus ‘motohijas’ adolescentes, una idea que a priori podría parecer poco acertada porque un concierto tan multitudinario como éste es poco accesible para personas que todavía no han acabado su crecimiento y no pueden ver, ni por asomo, el escenario.
Pero ha sido todo un éxito, las niñas han seguido extasiadas los movimientos de la cantante en las pantallas gigantes, en un concierto en el que la realización en directo de las imágenes es tan importante como la interpretación en vivo propiamente dicha.
Como hace una año, ha vuelto a sonar «Bizcochito», «La Fama», «La noche de anoche», «Linda», «Diablo», «Despechá», «Candy», «Motomami», «La combi versace», «Malamente» y «Con altura».
Pero el orden de las canciones ha sido diferente, fruto de una larga gira por América en la que la catalana ha ido perfeccionando, afinando y modificando el espectáculo, y ampliando el número de bailarines, que hace una año era cuatro y ahora son ocho.
Tras una hora de infarto, en la que Rosalía ha comprimido energía, cercanía, poderío y talento, ha llegado el tramo final del concierto, con «Chicken teruyaki», «CUUUcuuuuuute» y un éxtasis colectivo.
«Del uno al diez, ¿qué nota le pones al concierto?», ha preguntado ‘motomami’ en cuanto Rosalía ha desaparecido de las pantallas, «un cien», ha respondido sin titubear y con los ojos llorosos ‘motohija’,
En la misma gran explanada de cemento forrada de moqueta donde Rosalía ha hecho llorar de emoción a esta niña, poco antes, el dj y productor británico Calvin Harris ha hecho bailar al personal con sus ritmos electrónicos bailables y pegadizos, y la virtuosa cantante y guitarrista St. Vicent ha repasado sus 15 años de carrera.
Mientras, en la otra punta del recinto, pero también en un escenario grande, los italianos Maneskin ha reunido de madrugada a miles de seguidores de esta banda nacida de los ‘talent shows’ italianos y de Eurovisión.
También en la zona norte del Parc del Fòrum, pero en un escenario demasiado pequeño para ella, la dominicana Tokhischa ha roto con todas las reglas y ha arrasado.
Inabarcable, variado e intenso, Primavera Sound ha ofrecido esta semana 317 conciertos que han inundado Barcelona de músicas de todos los estilos y formatos, pero la reina indiscutible, la que se ha llevado el «cien», ha sido Rosalía.
Rosa Díaz