Por: José Luis Colmenares Carías
Siguiendo con las exploración respecto a los trastornos financieros y sus efectos en las emociones y las finanzas, de acuerdo a las investigaciones desarrolladas por Canale Anthony, Kristy L. Archuleta y Bradley T. Klontz (2015) sobre Trastornos del dinero en la teoría, la investigación y la práctica de la terapia financiera, este artículo tiene como orientación exponer sobre la compra compulsiva, una fenomenología que puede ser observada en algunos consumidores.
¿Qué es la compra compulsiva?
La compra es una actividad cotidiana que, para la mayoría de las personas, representa una forma de satisfacer necesidades y deseos. Sin embargo, para algunos individuos, este acto se transforma en un comportamiento imprevisto y espontáneo, cargado de emociones intensas y placenteras. Cuando se convierte en un patrón repetitivo y está asociada con consecuencias emocionales y financieras se clasifica como compra compulsiva.
La compra compulsiva trasciende la adquisición de los artículos, el comprador se centra en la necesidad de obtener un alivio temporal de sus tensiones emocionales. Los compradores “están más interesados en la adquisición que en el producto en sí y suelen presentar niveles más altos de búsqueda de sensaciones”, aumentando las compras.
Las personas experimentan una preocupación intensa por comprar, lo que les causa malestar personal y social. Estos investigadores señalan que sus patrones de compra pueden agravar problemas emocionales y estar relacionados con trastornos del estado de ánimo y ansiedad.
¿Cuáles son los efectos en las finanzas personales?
Desde el punto de vista financiero, buscan que las compras permanezcan ocultas ante terceros y evadir los impactos en las finanzas personales, apareciendo lo que ya hemos explorado como negación financiera.
Un canal usado como oportunidad, por los compradores compulsivos, es la compra en línea, con consecuencias posteriores que incluyen deudas financieras considerables, problemas legales, conflictos personales y de pareja, así como angustia, depresión o culpa.
Manifestaciones
Estos investigadores plantean que la manifestación conductual puede deberse en parte a la socialización y al aprendizaje que, por ensayo y error, expresa un comportamiento particular orientado a “aliviar la tensión o los sentimientos negativos”.
En cuanto a las estimaciones, aportan que:
- La compra compulsiva en los países occidentales se sitúa entre el 5,5 % y el 8 % de la población adulta.
- Al menos el 1,4 % de la población sufría de compras compulsivas.
- La gran mayoría de las personas son mujeres. Mientras que la edad promedio de inicio suele ser de 30 años.
En los trabajos de Klontz y Britt (2012) se descubrió que indicadores como el estatus económico, la adoración al dinero y la evitación del dinero, son predictores significativos de este trastorno.
Trasmisión del patrón en la familia
En nuestra experiencia, a través de los talleres de aprendizajes (Transforma tu Relación con el Dinero) nos damos cuenta que existe una relación de transferencia de los patrones familiares, entre padres e hijos. Ellos aprenden a desarrollar la compra compulsiva como mecanismo de evasión de emociones y tensiones, asociadas a las finanzas personales y los temas domésticos. Como diría la Dra. Trina de Engáñez (Valera, Trujillo): “la compra compulsiva de los padres la siguen los hijos”. Experiencia que abordaremos en otro artículo.
Conclusiones
En conclusión, el trastorno de compra compulsiva es un fenómeno complejo que requiere una atención multidisciplinaria, que incluya tanto estrategias terapéuticas como de educación financiera, para ayudar a los afectados a desarrollar hábitos de compra más saludables y a mejorar su bienestar emocional general.
La creciente disponibilidad de recursos en línea y el acceso a información sobre productos también subrayan la necesidad de una mayor conciencia y educación sobre el manejo del comportamiento de compra, para prevenir la progresión hacia la compulsión y sus consecuencias negativas.