COLOMBIA EN VILO | Por: Alejandro Mendible

 

 

Colombia un país con gran importancia geoestratégica en América del Sur llama la atención del mundo en estos momentos por cuanto lo que pueda ocurrir allí tendrá consecuencias sobre el resto del continente.  En Colombia el enorme impacto  de la crisis del covid-19 desarregla las cuentas públicas del gobierno de Iván Duque, quien para conseguir más recursos  y poder, que le permita adelantar programas sociales  u obras públicas se ve en la necesidad de solicitar ante el Congreso,  una ley de reforma tributaria.

Esta situación somete a una dura prueba la estabilidad  y equilibrio del Estado nacional para mantenerse como árbitro institucional de los destinos  de los colombianos,  normados por la constitución debido a que   Colombia  es un país caracterizado por una historia violenta,  ejercida de manera sistemática por una oligarquía  contra los intereses populares. Históricamente  bastante diferente a lo ocurrido en México donde  la gran revolución de 1910 creo un gobierno  impulsor de  la reforma agraria que convierte a los  campesinos en dueños de la tierra,  mientras por el contrario,  en Colombia se mantiene un gobierno contrarrevolucionario al servicio de los intereses latifundistas.

El gobierno con sede en  Bogotá dominado desde donde “los cachacos”, de las ciudades andinas, se apropian de los benéficos del Estado,   estimulando  la colonización de las diferentes regiones distantes por el desplazamiento de la población campesina pero cuando éstas se tornan productivas  aparecen las bandas de los hacendados a robarles sus propiedades. En estas condiciones el café se convierte en la base de la economía nacional  y el modo de producción latifundista puede sortear los grandes impactos de la crisis del sistema capitalista en 1929. En esa oportunidad aparece  Brasil para aminorar la crisis en Colombia, mientras en éste se operaba la  Revolución en 1930 y el nuevo gobierno presidido por Getulio Vargas emprende la reorganización de la economía nacional empleando los recursos del café para emprender el desarrollo industrial lo cual, le permite a Colombia sólo  establecer cambios supere estructurales con el regreso del partido  liberales al poder, que con habilidad  aprovecha la exportación del café brasileño sin tener que modificar su estructura latifundista.

En esa oportunidad termina el período de la hegemonía conservadora surgida de la derrota liberal de la devastadora  guerra de los mil días, durante el gobierno del conservador  José Manuel Marroquín  entre 1899 y 1902. El Partido Liberal se encuentra al frente del gobierno hasta las elecciones de 1946 cuando se presenta en esa contienda divido entre las candidatura de Gabriel Turbay y Jorge Eliecer Gaitán lo que permitió el triunfo del conservador  Manuel Ospina Pérez. Entre estos personajes políticos la figura de Gaitán encarna un nuevo cambio que no se concreta por su asesinato.

En esa oportunidad resurgía un nuevo ciclo de confrontación interpartidista representada entre los conservadores inclinados hacia un estado supeditado  a la iglesia y los liberales a otro laico cuestión que  se va complicando con la aparición de la guerra fría y el despunte de la personalidad carismática de Gaitán quien se consideraba el seguro vencedor de las elecciones a la presidencia de la república de 1950 y quien decía que, “yo no soy un hombre soy un pueblo”. Toda la expectativa de cambio nacional acumulado experimenta un golpe certero el 9 de abril de 1948, cuando Gaitán es asesinado y el pueblo enfurecido decide vengarlo en “el bogotazo”.  El hecho coincide con la Conferencia Panamericana para la creación de la OEA con  la presencia de importantes personalidades como el Secretario de Estado norteamericano George Marshall y el presidente de Brasil, Eurico Gaspar Dutra, quienes entre otros levantaron el fantasma de la agresión del comunismo internacional como el responsable del evento desestabilizador sin mencionar la miseria creada por la explotación. Lo ocurrido en esta oportunidad crea un nuevo rumbo histórico del país signado por una nueva manifestación de violencia representado por los movimiento insurreccionales de la FARC creada por el campesino y guerrillero Manuel Marulanda Vélez (Tiro fijo)  que se va ampliando en la medida que aparecen otros proyectos revolucionarios como el ELN en 1964 de mano de Fabio Vásquez Castaño  y el M-19 después del robo de la espada de Bolívar en 1974   hasta 1980 cuando, los 25 millones de colombianos entran  mediados  por un nuevo contexto creado en las relaciones hemisféricas con los Estados Unidos y sorprendidos  por el fenómeno del narcotráfico y el surgimiento de los paramilitares, entre los cuales, en el primer caso toma gran notoriedad el caso del narcotraficante, terrorista y político Pablo Escobar, máximo líder del cartel de Medellín  dado de baja tras una espectacular persecución nacional,  apoyada por la DEA norteamericana el 2 de diciembre de 1993.

Previamente en 1991 la cúpula política  atemorizada procede a sancionar una nueva Constitución  para proteger la moralidad de la República, favorecer  la ampliación del pluralismo político y la creación de nuevos movimientos políticos. Sin embargo, los ingresos  de la droga hicieron de Colombia, uno de los pocos países latinoamericanos que pudieron sortear el grave impacto creado por la deuda externa a los estados nacionales de la región. En cuanto a los paramilitares, surgidos del entorno de los hacendados para protegerse de las acciones de las guerrillas, deshumanizó el conflicto bélico entrando en niveles de  crueldad. Ante este espectro que amenazaba la soberanía nacional la clase política termina entrando en connivencia con los Estados Unidos en la formación de una alianza firmada en 1999 como el Plan Colombia durante el gobierno de Andrés Pastrana.

Durante este estremecedor período que se extiende a lo largo de las últimas décadas de la evolución de Colombia prolongándose a los inicios del nuevo siglo, el bipartidismo dominante cuando toma forma una nueva reformulación del perfil de la formación del país. La aplicación de Plan Colombia estrecha la alianza de las elites colombianas  Con los Estados Unidos y el país se convierte en un enclave de la implantación de neoliberalismo con el propósito de crear una sociedad capitalista. Consecuentemente, aparecen nuevas instituciones  políticas para  capitalizar el cambio tomando el Pardo Liberal como plataforma y de ellas se destaca el Partido Social de Unidad Nacional, popularizado como el Partido de la U haciendo referencia a  Álvaro Uribe Velez, un personaje que nace en la ciudad de Medellín en 1952, hijo del terrateniente y ganadero Alberto Uribe Sierra,  quien en 1983 fue asesinado por la FARC, un hecho que lo mueve a entrar en la política  por la alcaldía de su ciudad natal y en el curso de su actuación se presentaron hechos graves contra los derechos humanos, en posible connivencia con el cartel de drogas de Medellín, cuestión que  muestra el lado siniestro del personaje y después logra escañar a niveles más elevados de la administración  pública  hasta alcanzar la presidencia de la república en dos oportunidades entre el 2002 y el 2010 cuando aplica una política de Seguridad Nacional. Dicha política es encarnada en Uribe en el hombre más fuerte de Colombia que a diferencia de Gaitán que le señalaba al pueblo su dirección futura,  como las banderas que indican la dirección del viento, Uribe es la compuesta que le cierra el progreso al pueblo.  En estas condiciones se aplica la concentración de todo el poder de exterminio del Estado  contra las FARC y en el siguiente gobierno del Centro Democrático, Juan Manuel Santos hace valer su voluntad política y se logra un acuerdo de paz con las FARC,  en La Habana, en el 2016 buscando impedir que haya más víctimas y concentrar los esfuerzos en construir una paz estable y duradera después de medio siglo de conflicto. Sin embargo, este paréntesis esperanzador experimenta un retroceso al regresar Uribe al centro de la política y designa como presidente a Iván Duque quien procede a dinamitar los acuerdos para reestablecer el Estado Fuerte proveedor de la  seguridad a cambio de limitaciones de la libertad y en especial desconocer la aplicación de una reforma agraria  para mejorar las condiciones de vida de las clases populares. La estabilidad del régimen se encuentra amenazada en la actualidad por un paro nacional que pone al país de 51 millones de habitantes en vilo su  democracia  y crea la expectativa acerca de lo que vendrá después del hundimiento de Uribe con  la violencia popular.

 

 

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