Las colas por combustible en la ciudad de San Cristóbal se unían este martes unas con otras, lo que contribuyó al colapso de la vialidad sobre todo en Barrio Obrero, donde la cercanía entre una fila y otra llevó a que quedara poco espacio para los vehículos que requieren transitar por la zona.
La estación de servicio del Don Bosco superaba las 15 cuadras de cola, estaba doble y sin la garantía de que el usuario pudiera abastecer su vehículo pues no sabían hasta cuándo duraría el combustible. Esa fila de carros se encontraba por un lateral con la de la Texaco, más arriba de la plaza de Los Mangos, la cual tenía también vuelta doble
A pocos metros estaban esperando quienes deseaban abastecer en La Colina, donde la cola pasaba la cuadra donde se ubica la sede del Partido Socialista Unido de Venezuela –Psuv- y le daba la vuelta a la manzana.
La fila de carros en la estación de servicio de La Guacara llegaba hasta el viaducto nuevo, mientras que la de la Unidad Vecinal daba la vuelta y se observaba hasta la entrada al Hospital Oncológico.
La zona alta de la ciudad tampoco se salvó, el punto de abastecimiento de la avenida España tenía una cola de más de un kilómetro. En una sumatoria pequeña, la mayoría de las estaciones de servicio superaban las 10 cuadras de cola para abastecer combustible.
“El día perdido”
En un sondeo realizado en algunas estaciones de servicio, la mayoría de los usuarios se quejaban porque estaban perdiendo un día de trabajo o de hacer alguna diligencia importante, además de que les preocupaba la inseguridad al estar expuestos a que cualquiera les llegara a robarlos, por cuanto no se ven funcionarios policiales desplegados.
Juan Meneses estaba de último en la cola de La Guacara, llegó a las 9 de la mañana a abastecer combustible después de haber dejado a sus hijos en el colegio y a su esposa en el trabajo. Tuvo que pedir permiso al jefe para faltar, pues no puede dejar su carro sin combustible para la movilización de la familia.
“Le pedí permiso, no hay de otra, hoy es un día perdido de trabajo y descontado, como si la vida estuviera tan fácil, todo toca comprarlo revendido y ahora nos hacen perder tiempo y dinero en una cola para echar gasolina. No puedo darme el lujo de parar el carro y pagar taxi todos los días para los niños, porque irse en transporte es mentira, me da miedo”, expresó.
Orlando Contreras es taxista, se queja de que les hayan disminuido de 30 litros diarios a 20, pues ya no puede cumplir con su trabajo como lo estaba haciendo, por cuanto se ve obligado a echar combustible todos los días para poder rendir.
“Esta situación me tiene hasta dañado el censor que marca la gasolina, entonces ando todo nervioso porque ahora si no se calcular cuándo se me acaba y dinero no hay para comprar repuestos, todo está exageradamente caro”.
Thais Zambrano se preguntó cómo puede estar el gobierno nacional en una campaña electoral pidiendo los votos del pueblo mientras los tienen haciendo cola por comida, medicinas y combustible.
“Que se vengan a las colas a hacer campaña para decirles sus cuantas verdades, de verdad que no tienen vergüenza, ¿cómo se les ocurre echarle la culpa a los huracanes y los terremotos de lo que está ocurriendo en Venezuela?, ellos son el huracán de Venezuela”.
Poco transporte público
En medio de la situación poco transporte público se ha visto trabajando en la capital tachirense y lo mismo se estaría repitiendo en los municipios de frontera y de la montaña, las pocas unidades pasan llenas de usuarios, por lo que quienes están en las paradas no tienen otra opción que caminar o seguir esperando.
“Esta situación es caótica porque ni los taxis están trabajando. Yo soy de Rubio y allá trabaja como un 30% del transporte total. Si cada 20 minutos o media hora salía una buseta para algún sector, ahora se demora una hora o más y son unidades pequeñas. La gente se ve caminando y en motos, tratando de agarrar taxis, pero antes había más taxis que pueblo y ahora sobra el pueblo caminando”, expresó Rolando Hernández.
Marcos Sánchez esperaba transporte en una parada del centro de San Cristóbal, denunció que algunos taxistas y dueños de autobuses están echando gasolina para venderla y no están cumpliendo con su servicio. “No salen a trabajar, igual que el taxista. Llamé a dos líneas y ahora ninguna tiene carro. Claro como en cualquier parte por la urgencia de gasolina están dando entre 60 o 70 mil bolívares por la pimpina de 20 litros, pues prefieren no dar vueltas”, agregó.