La GN implementó en el Puente Internacional Francisco de Paula Santander el uso de cajas o cavas para dejar pasar a los venezolanos que regresan con alimentos
A más de un mes de la quema de tres gandolas con ayuda humanitaria sobre el Puente Internacional Francisco de Paula Santander, que comunica a El Escobal – Colombia, con Pedro María Ureña – Venezuela, las denuncias sobre el «matraqueo» por parte de la Guardia Nacional -GN-para permitir el paso sobre el puente siguen en aumento.
El Pitazo pudo constatar la situación. Para cruzar al lado colombiano, en el cordón de la GN exigen un informe médico o un recipe para la compra de medicamentos. Los estudiantes con uniforme o trabajadores con constancia también están en la lista de paso.
Las mujeres embarazadas y las personas de la tercera edad también forman parte de las prioridades. Al caminar unos 20 metros desde allí, los venezolanos se encuentran con las tres gandolas quemadas, tan sólo queda un paso por la acera de lado derecho. La mayoría miran con asombro, hacen fotos, vídeos, y critican el actuar del gobierno.
Los vehículos tienen el rastro de aquella quema, debajo de ellos están llenos de aceite y un niño de apenas 8 años de edad lleno de grasa, retira parte de la chatarra que quedó desprendida.
En la mitad del puente, sigue el punto de control de Migración Colombia, donde se debe mostrar la cédula y la Tarjeta de Movilidad Fronteriza.
Pero unos metros antes hay un punto de control de la GN. Allí revisan al que viene de regreso. «¿Qué lleva ahí?» Es la pregunta, que viene acompañada de la apertura de las bolsas o bolsos.
Al descubrir que una persona llevaba entre la comida una garrafa de aceite para vehículo, el Guardia lo acerca a una caja y dice: «esto no lo puede pasar por aquí», a lo que el ciudadano responde: «no me pienso ir por la trocha». La respuesta del funcionario es: «entonces de la colaboración» y lo dirige a una caja dispuesta para ello.
Al sacar 5 mil pesos, el Guardia dice: «eso es muy poquito, son mínimo 10 mil pesos». La persona se revisa los bolsillos, llegó a 9 mil pesos contando entre monedas y lo dejan pasar.
A otros le revisan el mercado, si llevan varias harinas, kilos de arroz o de pasta le sacan un kilogramo, y no hay manera de reclamar, es eso o pasar por las trochas entre el río Táchira crecido, pagando en algunos casos hasta 50 mil pesos por el derecho a cruzar entre grupos irregulares.
«Una nueva forma»
El diputado a la Asamblea Nacional, Franklyn Duarte, fue testigo de la corrupción.
«El jueves santo que crucé desapercibido por el Puente Internacional, los funcionarios militares que estaban en la alcabala dicen: coloquen la colaboración en una caja que tienen allí, una colaboración de 5 o 10 mil pesos, y a los venezolanos que vienen regresando, que traen alimentos, les piden en otra cava más grande que dejen un kilo de harina o de azúcar, o de lo que lleven. Esto es nuevo».
Indicó que aunado a ello sigue la extorsión en el municipio Bolívar y por las trochas, por lo que la denuncia de estos hechos la presentará ante el parlamento nacional.