Pekín, 22 mar (EFE).- El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, comenzó hoy una visita de dos días a China llamada a escenificar el buen momento de las relaciones entre ambos países y cuadrar estrategias en un momento de crecientes tensiones mutuas con Estados Unidos.
Lavrov se reunió a última hora de la tarde con su homólogo chino, Wang Yi, en la ciudad meridional de Guilin, apenas dos días después de los rifirrafes entre Washington y Pekín durante su última reunión en Alaska y de que el presidente estadounidense, Joe Biden, llamara «asesino» a su homólogo ruso, Vladímir Putin, y le acusara de intervenir en las elecciones estadounidenses de noviembre.
Expertos citados por la prensa local indicaron hoy que el encuentro entre los diplomáticos -del que todavía no han transcendido detalles salvo fotografías de ambos saludándose efusivamente- «manda el mensaje de que un enfoque duro por parte de EEUU no va a funcionar», comentó el académico Wu Xinbo al diario «South China Morning Post».
Expertos del periódico «Global Times» agregaron que en la agenda de ambos está también en cómo tratar con Washington acerca del proceso de paz de Afganistán y Siria, el acuerdo nuclear de Irán o el problema nuclear de la península de Corea.
Por su parte, la portavoz de la Cancillería china Hua Chunying negó hoy que Pekín haya invitado a Lavrov a cuenta de Estados Unidos o que acordara organizar esta visita una vez que los diplomáticos chinos terminasen su reunión en Alaska.
«El desarrollo de las relaciones entre China y Rusia no apunta a ningún otro país. No somos como otros países a los que les gusta montar camarillas donde se conspira tácitamente», aseveró.
EL IDILIO CHINO-RUSO
En su última comparecencia en una rueda de prensa a principios de este mes en Pekín, Wang ya adelantó que los lazos chino-rusos están unidos «como una montaña», que las buenas relaciones entre Pekín y Moscú son «imperativas ante las actuales circunstancias», y que esa asociación supone «un pilar para la paz mundial».
«El mundo no se puede permitir el lujo de venirse abajo por los conflictos: hay que afrontar juntos los desafíos», afirmó entonces Wang, mientras que Hua destacó hoy que ambos países «caminan codo con codo y se oponen a la hegemonía y la intimidación».
El objetivo de ambas potencias es disuadir a otros países de que se abstengan de presionarlas, especialmente en cuanto a lo referido a sus asuntos internos: «No es muy sensato sancionar a Rusia y a China», zanjó Lavrov en una entrevista conjunta concedida a varios medios de comunicación chinos previa a su llegada a Guilin.
Lavrov aseveró que Pekín y Moscú buscan un orden internacional «justo y democrático que se rija por las interacciones entre los países».
«Y el modelo de interacción entre Rusia y China está libre de ataduras ideológicas, no está sujeto a oportunismos y no se dirige contra nadie», dijo el titular de Exteriores ruso.
En ese sentido, es de esperar que ambos países renueven el Tratado de Buena Vecindad y Cooperación Amistosa que firmaron en 2001 durante otros cinco años, adelantó Lavrov.
PEKÍN Y MOSCÚ, POR UN MUNDO «VERDADERAMENTE MULTIPOLAR»
Durante la entrevista, Lavrov arremetió contra Occidente, en particular contra Estados Unidos, por «querer preservar a toda costa su dominio en la economía global y en la política internacional, imponiendo a todos y en todas partes su voluntad».
Según el canciller ruso, el mundo atraviesa «cambios complejos» con la «creciente influencia de los nuevos centros económicos, financieros y políticos» que, aseguró, «nos llevan a un sistema verdaderamente multipolar».
En ese sentido, el diplomático propugnó por «promover el uso de otras divisas al margen del dólar estadounidense» y «desviarse de sistemas de pago controlados por Occidente» para reducir los riesgos de sanciones.
Según Lavrov, las relaciones entre Moscú y Pekín se encuentran «en su mejor momento de toda la historia», y su diálogo «mutuamente respetuoso debe servir como ejemplo».
Tras su visita a China, Lavrov visitará Corea del Sur entre el 23 y el 25 de marzo.