El Partido Comunista de China sacó sus tanques a las calles. En medio de la tensión con los manifestantes de Hong Kong, que desde dos meses encabezan protestas en reclamo de mayor independencia, entre otras cosas, el gobierno del gigante asiático envió a la Policía militar a Shenzhen, ciudad fronteriza con el territorio autónomo.
Tras denunciar ayer las agresiones «de tipo terrorista» contra sus habitantes en los enfrentamientos la víspera en el aeropuerto de la ciudad, el gobierno decidió mandar agentes, camiones y blindados de transporte de tropas. Así Pekín deja sobrevolar estos últimos días el fantasma de una intervención para restablecer el orden en la excolonia británica. Con estas acusaciones, la administración asimila las acciones de los manifestantes con el «terrorismo» por segunda vez durante esta semana y hace temer una represión militar para sofocar el movimiento prodemocracia.
De hecho, la Oficina ya había afirmado el lunes que los ataques de «manifestantes radicales» contra policías representaban un «grave crimen» que muestra «las primeras señales de terrorismo».
La decisión es en respuesta a lo ocurrido en las últimas horas, cuando según denunciaron los jóvenes hongkoneses que se manifiestan a diario agredieron a dos habitantes de China continental durante la movilización en el aeropuerto de la ciudad, cuyos vuelos quedaron suspendidos en su totalidad tanto lunes como martes.
Además, de acuerdo con los medios, se registraron varios actos de violencia, como barricadas agresivas con los carritos de las valijas para bloquear a los pasajeros e incluso golpizas a policías. Asimismo un hombre que llevaba un chaleco de prensa fue rodeado y golpeado por un pequeño grupo de personas que lo acusaba de ser un espía.