La novela breve ‘La Sala número seis’ (escrita en 1892) está considerada como una de las mejores obras del gran escritor ruso Anton P. Chejov (1860-1904).
En pocas palabras, en la obra se describe un asilo para locos ubicado en una ciudad alejada de San Petersburgo y en ese asilo, entre otros pacientes, está Ivan Dmitrich Gromow, de unos 33 años, de familia aristocrática, que comenzó a sufrir de manía persecutoria por una serie de experiencias dolorosas que le sucedieron en la vida y lo internaron por paranoico. Otro personaje importante es el Dr. Andrei Efimich Raguin, médico responsable de los cuidados que se imparten a los pacientes y está consciente de que él es partícipe de una grandísima farsa porque en ese asilo las condiciones son dantescas, se da mala alimentación a los internados y un enfermero llamado Nikita los golpea continuamente. El Dr. Efimich se siente impotente para cambiar ese estado de cosas pero es culto y cada día lee mucho a los filósofos estoicos y trata de ‘justificar’ su vida cómplice de la corrupción y la espantosa vida de los internados sobre la base de que en la vida hay que soportar estoicamente el dolor, la muerte, y todo tipo de percance, como cosas que no tienen gran importancia.
Un día el Dr. Efimich visita la sala donde está I.D. Gromow y conversa con él y dialogan sobre filosofía. Efimich le dice: “El hombre corriente busca lo bueno y lo malo fuera de sí mismo, o sea en un coche o en un gabinete, mientras el hombre meditativo lo busca en sí mismo”. Entonces más adelante en la conversación Gromow le responde molesto: “Quiere decir que yo soy idiota porque sufro, estoy descontento y me asombro de la bajeza humana”. Efimich le responde: “Hace mal. Reflexione más a menudo, y comprenderá cuán insignificante es todo lo exterior que nos emociona. Hay que tender a la interpretación de la vida. Ahí reside la verdadera bienaventuranza”. Pero Gromow le responde: “Interpretación (…) Contesto al dolor con gritos y lágrimas, a las infamias con indignación, a las inmundicias con asco. Eso es lo que a mi juicio se llama vida (…) Los estoicos, de los cuales hace usted una parodia, fueron hombres magníficos; pero su doctrina se petrificó hace ya dos mil años, y no ha avanzado un solo paso ni lo avanzará, porque no es práctica ni viable. Ha gozado de algún interés entre una minoría que se pasa la vida estudiando y probando diversas doctrinas; pero la mayoría no la ha comprendido. Una doctrina que predica la indiferencia hacia la riqueza, las comodidades de la vida, los sufrimientos y la muerte, resulta absolutamente incomprensible para la inmensa mayoría (…) mientras que, por el contrario, como usted ve, desde el comienzo del siglo hasta ahora progresan la lucha, la sensibilidad ante el dolor, la facultad de reaccionar a las excitaciones…” (Cap. X).
Poco a poco el Dr. Efimich se convence de que Gromow no está tan loco como creía. Sus propias concepciones teóricas estoicas nunca las puso en práctica en su vida rutinaria y de molicie como médico, sin sufrimientos ni percances. Además le servían para ‘autojustificarse’ por su incapacidad para mejorar el asilo. El Dr. Efimich visita con frecuencia a Gromow y sus conocidos sospechan que está enloqueciendo. Entonces internan al Dr. Efimich como loco en la misma sala con Gromow y otros, y Efimich es golpeado por Nikita y finalmente muere por una apoplejía.
La novela tiene muchas facetas dignas de analizar…¿Quién está más loco?….¿Gromow o una sociedad cruel e injusta que recluye a los enfermos mentales en condiciones infrahumanas?. Por otra parte, la filosofía de los antiguos estoicos griegos y romanos es apasionante y quizás puede contribuir en algún grado a sobrellevar las desgracias en la vida. Pero la filosofía estoica es muy difícil de practicar y solamente personas excepcionales pueden llegar a ser verdaderamente estoicas. Las concepciones de Gromow lucen más realistas, aunque quizás lo ideal sea luchar y ser sensible ante el dolor y los problemas sin estresarse demasiado para no terminar enfermándose.
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