Caracas, 9 nov (EFE).- Sus discursos, sus frases, sus fotos y sus ojos, los omnipresentes ojos. Falleció hace ocho años pero Hugo Chávez sigue siendo la mejor carta para sus herederos, necesitados de reconectar con la ciudadanía venezolana, por eso, ya metidos de lleno en campaña, han vuelto a recurrir al fundador de su movimiento para garantizar un buen resultado.
Su tirón sigue siendo enorme, especialmente en las zonas populares, que son mayoritarias en el país, y también las más afectadas por la crisis. Chávez, figura polarizante, es el político mejor valorado de Venezuela, muy por encima de cualquier dirigente actual, y vuelve a cabalgar para ganar la batalla de las elecciones locales y regionales del 21 de noviembre.
La consultora política de Dataestrategia y profesora de comunicación política de la Universidad de Navarra Carmen Beatriz Fernández explicó a Efe que, a día de hoy, «Chávez es lo mejor que tiene el chavismo» para seducir a los venezolanos.
«Fue un líder muy importante, enormemente carismático y un líder al que seguían las mayorías del país. Durante muchos años fue así y, tras su muerte, (…) con esto de que no hay muerto malo, el chavismo creció», comentó.
Fernández subrayó que, recientemente, hicieron una encuesta «que indagaba acerca de si la situación sería mejor en Venezuela» si el fallecido presidente siguiera vivo y «un 56 % del país estaba de acuerdo con esa aseveración».
«Los números de Chávez, hoy en día, son sustancialmente mejores que los números que tiene el chavismo o los herederos de esa franquicia del chavismo», apostilló.
Es por eso que, en plena campaña, apelar a la figura del líder mítico, el militar que dirigió un fallido golpe de Estado en 1992 y que llegó a la Presidencia con una victoria en las urnas en 1999 es la mejor estrategia de campaña.
Pocos son los candidatos del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) a las elecciones que no incluyan en su tarjeta electoral los ojos de su líder, el icono que ha quedado convertido en el símbolo del movimiento.
Curiosamente, son varios los candidatos que han eliminado de su propaganda, aunque no de sus actos de campaña, el rojo del PSUV, el color que define al partido y a todos los movimientos comunistas y socialistas.
A juicio de Fernández, eso también tiene una explicación: buscan «despegarse» de la imagen del actual presidente, Nicolás Maduro y de su baja popularidad, que cifra en un 15 % ante la crisis que vive el país.
EL EFECTO BUMERÁN
El uso de quien fue mandatario entre 1999 y 2013, que no se limita a la campaña y que cada vez tiene más presencia en el canal del Estado, dedicado a la difusión constante de actos del Gobierno y del PSUV, así como en actos militares, puede -según la experta- terminar volviéndose contra sus herederos.
Para Fernández, pueden «estar hundiendo» su imagen porque terminan arrastrando su figura «a este desastre» de la Venezuela de hoy.
Con ella coincide el presidente de la encuestadora Datanálisis, Luis Vicente León, quien explicó a Efe que Chávez mantiene «el respaldo popular más elevado en Venezuela», por encima de 50 % de aceptación.
«Es evaluado positivamente por la mayoría de la población en el recuerdo ese Chávez como un actor que se quedó, como James Dean o Marilyn Monroe, congelado en la pared: joven, buen mozo, sano, atractivo y no ha envejecido», explicó León, quien agregó que no existe «una conexión» entre el fallecido mandatario y Maduro.
Por eso, consideró que «Maduro, más bien, debe temer a Chávez porque (…) hoy es un competidor mal visto como alguien que no representa ese legado» y eso puede generar una competencia con otros líderes «que, en el algún momento, pudieran competir» por llegar hasta su puesto en el liderazgo.
No obstante, considera que eso puede suceder a futuro, ya que las del 21 de noviembre son unas elecciones regionales, «y es posible que algunos actores puedan aparecer apelando a ese legado del chavismo» para «tratar de limpiar la cara de lo que es un gobierno (el de Maduro) terriblemente negativo».
Entre tanto, los herederos en regiones y municipios tratan de apelar al mito, a ese James Dean que habla, sonríe y, sobre todo, mira desde el escenario y hasta canta -en un video congelado en el tiempo- el himno venezolano a voz de pecho. Como si no hubieran pasado ocho años.
Gonzalo Domínguez Loeda
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