Hace poco, la AFP, recogió un triste testimonio de un venezolano que confesó que de sus ocho hijos, solo uno sabía leer y escribir. Ángel Villasmil (58), habitante del caserío Ologa, establecido en palafitos en el sur del lago de Maracaibo, perteneciente al municipio Catatumbo, estado Zulia, detalló con dolor su infausta realidad educativa.
La comunidad integrada por unas ochenta familias, a 48 kms de Santa Bárbara del Zulia, se quedó sin la única docente que atendía a los alumnos, después que la escasez de gasolina se extendió a toda Venezuela e hizo imposible el traslado de la educadora.
El relato del pescador es revelador de lo que se presenta en la Venezuela interiorana, a raíz de la carencia de servicios elementales, como electricidad, salud, gasolina, gas, agua, y por ende, la asistencia educativa.
Villasmil deploraba que, como consecuencia, la comunidad corre el riesgo de quedar transformada en un apartado rincón, cuyas señas de identidad sería el analfabetismo de todos sus pobladores, al mostrar el incierto porvenir de los miembros de su familia.
Pese a que en la UNESCO Venezuela presentó otras cuentas en las que se atribuía la alfabetizacion de 97 por ciento de su población; el testimonio del lugareño echa por tierra la versión oficial. Las nuevas generaciones de venezolanos van a desmentir las cifras oficiales.
El caserío Ologa que se ha dado a conocer mundialmente, por ser un lugar, a donde acuden centenares de investigadores a observar el fenómeno del relámpago de El Catatumbo, que, de acuerdo a la NASA y a la universidad de Maryland, registra no menos de 1,6 millón de rayos anuales, es un destino de interés científico.
No obstante, la notoriedad que ha adquirido esta localidad construida sobre palafitos, sus pobladores han sido condenados al analfabetismo. Son las incongruencias de una nación que ha abandonado el sistema educativo, ha descuidado la formación de sus venideras generaciones; es sencillamente un incierto porvenir cultural para centenares de connacionales que se encuentran confinados en la más absoluta ignorancia.
Así como Ologa, ahogada en la oscuridad, tememos que otros caseríos apartados de la geografía venezolana, se encuentren hoy postrados por la falta de combustible que ha paralizado este ex país como lo describió el poeta Rafael José Alfonzo e igualmente con la misma precariedad escolar que registra la laboriosa comunidad de pescadores de la zona del relámpago de El Catatumbo.