Al inicio del año 1956, un grupo de habitantes de La Cejita entre los que se recuerda a Esteban Ramírez, José Homero Santana Molina, José Mitriades Anselmi, Mario Barroeta, asesorados y dirigidos por Francisco Viloria -en ese momento párroco local-, acuerdan solicitar ante monseñor Antonio Ignacio Camargo, máximo representante de la Diócesis en el estado Trujillo, organismo religioso responsable de todo lo concerniente al manejo administrativo del patrimonio de la iglesia católica en la entidad regional (entre estos se cuentan los terrenos donde está asentado este pueblo), la respectiva autorización para proceder dentro del marco legal establecido al levantamiento del catastro vial interno.
Una vez conseguidos los permisos pertinentes, estos mismos actores procedieron a la sustitución de la vieja caminería, por nuevas y más espaciosas calles y avenidas, a las que después de un concienzudo análisis y estudio, se les seleccionó su respectivo eponominal tal como a continuación se detalla:
* La antigua calle real, hoy es conocida como Avenida Monagas en memoria a los hermanos José Gregorio y José Tadeo Monagas. La que antaño se mentaba como la calle del medio, en la actualidad ha sido distinguida con el nombramiento de Avenida Bolívar, en recordación a las travesías que por esta sabana efectuara Simón Bolívar, durante su gesta independentista y libertaria, montado a caballo.
De la misma forma, el sector La Coleta se demarcó como avenida y se le destinó el nombre de José Cruz Carrillo, en remembranza de este emancipador prócer trujillano. Sobre este lugar, es significativo reiterar versiones existentes entre la concurrencia, de cómo se produjo la asignación de este infrecuente nombre: La Coleta, para distinguir de otros espacios a este céntrico y populoso tramo cejitense. Algunos naturales sostienen que los primeros pobladores de La Coleta fueron familias campesinas provenientes de aldeas, rancheríos, haciendas y montañas colindantes, pueblo llano -sin conocimiento de otro oficio distinto a la labranza y cultivo de la tierra-, quienes frente a la necesidad de superar la crisis del café que aún les acosaba y escapar con vida de las guerras intestinas entre caudillos, convertían la penuria en esperanza y creatividad para sobrevivir, la mayoría de estas estirpes se valían de la tela de los sacos o coletas empleados para envasar azúcar, harina de trigo y otros, los que una vez vaciados, algunos dueños de panaderías, negocios mayoristas y pulperías se los regalaban o vendían a precios simbólicos y ellos los usaban para hacer parte de su vestimenta o ropaje, almohadas, sábanas y cobijas, además de carteras, mochilas, siendo seguramente, este el motivo principal para la designación del nombre originario de este lugar.
Lo cierto e innegable, es la identidad con el trabajo creativo y productivo e intuición, para salir adelante de este campestre grupo de hombres y mujeres, quienes sin ni siquiera pensarlo, una vez que Marcos Pérez Jiménez -en ese entonces presidente del país-, anunciara la puesta en marcha de un plan para convertir a Venezuela en un gran granero, hacen macundales con los pocos aperos disponibles (barra o barretón, cuchillo, escardilla, hacha, machete, pala, pico) y viajan como colonizadores del hoy próspero pueblo El Tigre y fundadores del servicio del servicio de transporte público-colectivo, promovido por Silvio «el Loco Silvio» Valero, esfuerzo que consolidan en la década de 1960, luego de la promulgación de la reforma agraria.
Al presente, este territorio es ámbito geográfico del estado Zulia, muchos hallaron aquí la tierra prometida y con su trabajo consolidaron familia e hicieron fortuna, pero ninguno perdió su vínculo con La Cejita, entre ellos son recordados los hermanos Arístides, Manuel, Narciso, Rafael «El Chongo» y Ruperto Durán; Marcos Osorio, Rafael Linares, Filo Estrada, Vicente Pérez, Ustacio Hernández, Francisco Fernández, Raúl Román, Pablo Rivas.
Asimismo, en reconocimiento a quien donó a la iglesia católica las tierras requeridas para fundar este pueblo, registran la Avenida José Manuel Briceño, vía que en su medición y demarcación demandó la ampliación de su espacio, afectando un lote de terreno de provecho para Anita Manzanilla, a quien esta acción progresista le cortaba en dos partes el patio de su casa, y en un instante de arrebato, al toparse con su ahijado Mario Barroeta, según ella autor intelectual y responsable junto a Esteban Ramírez, José Homero Santana Molina, José Mitriades Anselmi y el clérigo Francisco Viloria, de ejecutar este trabajo, -lo desmadrinó- diciéndole: “… como usted perjudicó mi tenencia de esta tierra, a partir de este momento ya no es más mi ahijado, olvide para siempre que fui su madrina, quédese con su avenida y pídale la bendición a ella, a mí ni me mire, menos me hable…”.
Unos días después, asimilada la molestia todo volvió a la normalidad, como la educada dama que siempre fue, Anita Manzanilla pidió disculpas a todos, y volvió a adjudicarse a Mario Barroeta como ahijado.
De la misma manera, se destinó el nombre de Monseñor Miguel Antonio Mejías, esclarecido mensajero de la palabra de Dios a otra avenida y más reciente le han colocado a la vía que conduce a la Urbanización Raúl Leoni (Las Rurales), la distinción de Avenida Raúl Leoni, en agradecimiento a quien durante su quinquenio presidencial, en cumplimiento de sus funciones como gobernante construyó e inauguró durante una visita a la entidad este desarrollo habitacional asignado a familias sin techo de este vecindario.
Sus calles, fueron investidas con nombres de otros ilustres venezolanos: Andrés Bello, José Gregorio Hernández, José María Vargas, Francisco de Miranda, Rafael Rangel y San Juan.
Relatos orales: Conversaciones con Américo Barroeta; Atilia Briceño; Gladys Pimentel de Storms; Samuel Briceño Barroeta; Mirna Anselmi; Arístides «La Picona» Durán; Cira Briceño; Silvio Valero.