“En Silencio” lleva por nombre el último texto que he escrito. Voy a dejarles en esta carta uno de sus relatos: “Silencio”. Para mí la escritura es como una confesión de lo que ocurre fuera y dentro de nosotros y de lo que nos adueñamos mediante nuestra imaginación creadora. En un país maltrecho como el nuestro, donde medio mundo se repudia, la escritura es una manera silenciosa de apropiarnos de la existencia. Necesitamos darle vida a la vida, reflexionar desde la metáfora y hacerla arte en la realidad y los sueños. Reflexionar desde la sensibilidad empobrecida por la realidad.
Silencio
Tal vez esta sea la palabra de mi primera obra. Silencio. No se requiere de un mayor esfuerzo de la boca hacia afuera. Hacia dentro es otra cosa. El tiempo cambia, es otro el lenguaje. Parecido a un bosque impenetrable, sólo los árboles que vuelven a su raíz se vuelven más profundos que el mismísimo bosque desconocido. Es algo así como, ya poniendo algo de lógica del silencio, el silencio personal, íntimo, desconocido para el lenguaje que necesita la palabra de mi primera obra en el vientre del silencio.
El rayo toca el Oboe. Toma aire de fuego y produce una dimensión preciosa del estruendo. Música del cielo, se vuelve relámpago frente a los ojos. Limpia mis oídos llenos de roscas, semillas dañadas por la cera y restos de techos de casas desaparecidas. De pronto, una voz linda produce una figura en el cuaderno de las doce del mediodía más cuatro minutos. Al minuto séptimo, un pájaro se despereza aleando con mayor velocidad
El silencio, cuando no en el corazón, se prepara en los dedos de los pies. Se mete por los zapatos como polvillo fino de los caminos pedregosos. Aparece en el descanso posterior o en los desmanes del cansancio que no cesa.
La odisea estaba reservada para después. Habían pasado muchas lunas de insinuaciones. Todo era fugaz y no encontraba entre tantas decisiones tomadas, la última verdadera. Las voces falsas merodeaban las calles de su andar hasta que decidió firmemente encontrarse con los de su especie del silencio. La filogénesis del silencio antecede a la risa y precede a la palabra. Con su cuchilla de doble filo de piedra pulida pudo marcar en el aire, tal cual futuro espadachín de las siete lunas, la palabra silencio. Desde entonces lleva en sus costados internos unos surcos abonados para sembrar el lenguaje.
Mi cerebro humano es un mecanismo complejo, un cuerpo difícil, no me promete nada. Me da risa, hace lo que quiere, ha aprendido mucho, es muy inteligente, se ha separado de mí, es otro yo, se apodera de mis recuerdos, de mis ideas y sensaciones y me desvía del camino. Me hace conocer el laberinto y sus brújulas especiales y espaciales, me enseña oír sin oír y romper las conexiones dominantes para llevarme a ver los otros colores ocultos de los árboles. Aprendió a adelantarse a los hechos puesto que cuenta con una memoria larga y extendida, sabe percibir lo que viene y descifra como si nada todas las claves escondidas debajo de las ajenas ropas. Me lleva a un lugar a buscar algo y de presto traigo otra cosa, me río, miro mis manos y me pregunto qué hace esto aquí…
Ni siquiera tenía una linterna para alumbrar la oscuridad. El círculo crecía cada vez más hasta que comenzó a ser insensible el borde de las cosas.
En esta historia quedé suspendido, sabía que estaba allí pero ya no podía encontrarme a mí mismo, mis manos desaparecían disueltas.
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