Juancho José Barreto González
“Nosotros hemos ofrecido a la codicia del mundo nuestro petróleo, nuestro hierro, nuestro oro, nuestros diamantes, nuestra extraordinaria capacidad para comprar todo lo que salga de los países industrializados y, lo que es peor, nuestra ingenuidad ante el aventurero que hoy se inmiscuye arteramente en los propios negocios de la política y en la misma suerte de Venezuela”. Este signo fatuo de la crisis de lo venezolano, denunciado con precisión por Mario Briceño-Iragorry en su ensayo levantisco y profundo, Mensaje sin destino, pervive en la cultura política dominante, la entrega por pedazos de nuestro territorio, de nuestra capacidad de soberanía y de nuestro espíritu. Seguimos cambiando territorio y conciencia por espejitos, la sanguijuela de la codicia inaugurada en esta parte del mundo por la multinacional de los Welser o Belzares en 1528 para apropiarse de la Provincia de Venezuela.
Quisiese fuese una invención mía o una estupidez nacional reciente. Desde este párrafo inicial del capítulo “Nacionalizar la casa” del Libro Casa Doble, Memorias breves de una casa amenazada (2020) queremos reconocer la existencia de los signos fatuos de la quiebra de lo venezolano, y en ello la quiebra de la República como cohesionadora de una memoria común y, además, de lo que llamo la “semiótica del orgullo”.
Una gran paradoja. Cuando derrotamos al ejército invasor de los españoles que venían por la reconquista, el gran triunfador fueron los EEUU. Eso pasó en la batalla de Carabobo. Años después, con el Maine incluido, en 1898, fueron hundidas frente a la Habana las fuerzas navales del imperio en decadencia y los EEUU emergen como el gran dueño: América para los americanos. Y de acuerdo al “destino manifiesto” impulsan, hasta hoy día, el criterio de “el mundo para los americanos”. Insisto en Casa Doble, abro comillas:
“En el merodeo a la casa fragmentada y amenazada debemos tener mucho cuidado porque a pesar de sus condiciones actuales, se trata de nuestra casa. El cuidado de nuestra casa amerita atreverse a un diagnóstico aproximado de sus síntomas y de su sistema inmunológico. Acordar la defensa de la república no contradice en absoluto la urgencia histórica de recuperar habitaciones en nuestra amenazada casa.
La nueva comunicación entre nosotros puede ser el resultado de la farmacopea cultural que bulle como necesidad histórica. Nuestro merodeo por ella y nuestro reagrupamiento como pueblo pasa por la superación de las técnicas de división a las que nos han acostumbrado los dirigentes de la bipolaridad, la corrupción y la mediática universal del odio entre los humanos. Esta hora crítica es prueba superior para nuestra existencia nacional, debemos sacudirnos ante tal prueba y no entregar, ante tan ambicioso y calculador invasor, ni un milímetro de nuestro espíritu ni de nuestro territorio.
Nos enfrentamos a varios ejércitos letales, infiltrados en nuestros tuétanos y siempre empeñados en reducirnos a esclavos. Demostrémonos la posibilidad real, aquí en este suelo dolido por los pesares, que, como lo decía en su tiempo el argentino Manuel Ugarte, ya no tenemos vocación de tropa colonial.”
Que no nos derrote la división interna como acusaba Simón Bolívar como causa de la caída de la segunda república. Debemos observar esta división como estrategia dominante. Es momento de despertar al poder constituyente cuya fuerza creativa y soberana sea capaz de nacionalizar la casa y levantar la república quebrantada.
proyectocasalibre@gmail.com
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