Nuestra estrategia es la reunión anímica transformadora. Solos, desperdigados, remisos o tibios no avanzaremos para elegirnos. La casa se hará libre si sus habitantes abren puertas y ventanas para expulsar el miedo y quitarles el poder a quienes nos producen miedo. Le dimos el poder para producirnos miedo. Tanto así que, después de tantos años de jugarretas y desprestigios pretenden continuar como si nada, como si el miedo fuese el mismo, como si no tuviésemos ojos y oídos, como si no tuviésemos manos para reconstruir la casa.
Cuando a Casa Libre le negaron la tarjeta como iniciativa trujillana, ese mismísimo día cerramos una etapa y abrimos otra. Trujillo depende de nuestras decisiones y no de grupos de poder que se acostumbraron a cerrar los caminos de la gente y a saquearles sus pertenencias «cambiando espejitos y espejismos por oro». Este pueblo no cabe en un autobús alquilado en dólares para llevarlos al matadero. Este pueblo se está quitando de su alma esa etiqueta que indica su precio de venta. Este pueblo, antes de las elecciones, firmará un Nuevo Tratado de Dignidad para cambiar la historia y elegirse como pueblo, apropiarse de su futuro. En otras palabras, para que entiendan los señorones del poder, este pueblo les dará una lección.
He asumido con entereza y franqueza la búsqueda de los hilos multicolores, de cocuiza y seda, para hilar amaneceres. Les pido a todos hilar de manera precisa: Hilar el alma, hilar el cuerpo, hilar abajo, hilar arriba, hilar la calma y el tormento, hilar la tierra, hilar el riego. Con el valor moral que me ha dado la vida, les pido a los trujillanos hilar fino. Esta no es una campaña cualquiera, es admirable. Es admirable por las cosas que podemos hacer si ustedes quieren. Por lo que debemos superar si así lo deciden. Ninguna maquinaria con sus maquinistas nos detendrán, ya echamos a andar esta obligada peregrinación hacia un nuevo lugar. Los mercaderes del pasado siguen haciendo ofertas engañosas. Trujillo como casa libre no es una oferta, es una obligación para romper anímicamente, socialmente con los proyectos de izquierda y derecha que nos llevaron a esta hora undécima. Es una obligación crear las técnicas de reunión para salir de este hueco histórico. Es una obligación colectiva organizarnos para demostrar que «Cuando el pueblo quiere, el pueblo puede». No hay retornos, lo que hay es futuro.
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