Ese coloso de las artes plásticas nos dio la oportunidad a los valeranos de contemplar y conocer su obra universal. Sobre ese hecho histórico, Marlene Briceño, expresidenta del Ateneo de Valera nos ofrece su testimonial: “Pensar que en nuestro ateneo tuvimos la oportunidad de tener una hermosa conferencia de su obra y una retrospectiva de sus trabajos”
Sus personales formatos de alto impacto, apreciables a partir de una perspectiva diferente, confirmaron el inagotable talento artístico, la trascendencia de su obra y los aportes de Carlos Eduardo Cruz Diez (1923-2019) al arte universal.
Cruz Diez maestro innovador desde mitad de siglo XX, pudo subvertir el orden de los códigos formales y estéticos de la plástica en momentos en los que internacionalmente hierve la necesidad de cambio. En su momento Cruz Diez, rompía con todos los estamentos establecidos incluso por el mismo Cézanne y el impresionismo, pero ningún artista había salido del plano bidimensional ni del muro. Él lo propuso y lo hizo con el cinetismo, cuando entra a la escena artística parisina con ideas renovadoras, con la capacidad de trastocar el espíritu de la época y hacer visibles otros parámetros artísticos en los que coincidían, las emociones, así como todo el equipaje de herramientas y sistemas académicos adquiridos en su etapa formativa en Caracas. Propone nuevos códigos formales en el quehacer de las artes plásticas, entre ellos una dimensión y un cromatismo intuitivo, arbitrario, extraño, pero absolutamente eficiente para alterar su universo visible que, igual transmuta con el color en transparencias y movimientos virtuales.
Valera disfrutó de su magia
La ciudad de Valera tuvo la fortuna y dicha de poder apreciar su talento, disfrutó de la magia creativa de un hombre excepcional, de este genio venezolano y del mundo, considerado entre los más importantes del país de todos los tiempos. Hace 31 años presentó su obra en estas siete colinas, una exquisita exposición llevada a cabo con motivo de los 30 años de hospital Pedro Emilio Carrillo, el Ateneo de Valera fue el epicentro para la presentación de tan honorable visitante, un huésped de honor que tuvo la urbe en un evento desarrollado entre el 9 y 19 de septiembre de 1988.
En esta entidad se brindó por completo, compartiendo a grandes rasgos todo ese derroche de intelectualidad artística al ofrecer una conferencia de alto nivel sobre su arte y el arte universal, las dimensiones de espacio, tiempo y materia, componentes del estamento básico y complejo sobre el cual siempre sustentó su obra, con la cual reinventó un nuevo círculo cromático de acuerdo a la medida de sus necesidades creativas.
Hermoso privilegio
Ese coloso de las artes plásticas nos dio la oportunidad a los valeranos de contemplar y conocer obra universal. Sobre ese hecho histórico, Marlene Briceño, expresidenta del Ateneo de Valera nos ofrece su testimonial: “La muerte de Carlos Cruz Diez, ha sido una pérdida muy grande para Venezuela. Fue uno de los máximos representantes del arte cinético del mundo, Y pensar que en nuestro ateneo tuvimos la oportunidad de tener una hermosa conferencia de su obra y una retrospectiva de sus trabajos y pudimos compartir con él una bella velada y ver lo humilde, sencillo de ese gran coloso del arte.
Ésta actividad la organizó el Ateneo de Valera en homenaje al Día del Médico y al Hospital Central bajo una programación de actividades que el Dr. Vielma preparó y en el que nuestra directiva ateneísta le colaboramos. “Fue un hermoso privilegio nos permitió Dios”.
En la entrada de la población de Sabana Grande, municipio Bolívar, eje panamericano, existe una obra de gran relieve y hermosura del maestro Carlos Cruz Diez. Según cuenta el geógrafo, Francisco González Cruz, es un monumento “Cromoestructura de Inducción Cromática a doble frecuencia” y se encuentra en muy buen estado. La colocación de dicha obra fue pasible al arquitecto, Pedro Elías Montilla, alcalde de dicho municipio.
Es que sin duda, Carlos Cruz Diez logró aglutinar un conjunto de ideas llenas de mucha creatividad e imaginación para convertirse en el máximo representante del arte cinético a nivel mundial. En Venezuela se juntó a otros dos grandes como lo fueron, Jesús Soto y Alejandro Otero.
París, la luz y el color
Este caraqueño nacido en 1923, próximo a cumplir 96 años (17 de agosto), se propuso conquistar al mundo con sus creaciones. Su arte y su pensamiento sobre el color serían su pasaporte al estrellato. Con ese portafolio aterriza en 1960 en la ciudad luz, París, allí el color de su arte comenzó a florecer con una serie de propuestas que se fueron integrando con buena crítica al movimiento de la abstracción geométrica y la cinética como si fuese poesía enmarcada por figuras del arte contemporáneo europeo. Es por eso fue catalogado como uno de los más grandes pensadores del color desde el siglo XX hasta la actualidad.
Su taller parisino le fue dando forma a excelentes colecciones presentadas en los museos más afamados el mundo, mostrado en sus creaciones un realismo social y del arte óptico.
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