Una economía global, basada en el conocimiento y la información, caracteriza a la sociedad red de la posmodernidad. La empresa red es una consecuencia lógica de esa nueva realidad y por eso la necesidad del recurso humano de adaptarse al cambio permanente, al que conllevan las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Es una condición sine qua non tanto para las empresas como para sus trabajadores comprometerse con la innovación y la competitividad. Esa buena voluntad depende, sin embargo, de la autoconciencia y el cambio de mentalidad del actor social. Las empresas deberían, proactivamente, medir esas variables de la personalidad.
El renombrado sociólogo Manuel Castells, profesor de la Universitat Oberta de Catalunya y uno de los científicos sociales más citados según el Social Science Citation Index (2000-2017), hace una interesante analogía entre la sociedad industrial y la sociedad red. Nos recuerda el profesor Castells que, así como la electricidad no fue el factor que produjo la sociedad industrial tampoco las TIC determinaron el surgimiento de la sociedad red, pero sin el motor eléctrico, en el primer caso, y el internet y la telefonía móvil en el otro, ninguna de las dos hubiese resultado posible, en los términos que se manifestaron, en un mundo donde predomina la información digitalizada.
Si la intención es analizar y comparar sociedades contemporáneas, existe una excelente guía para determinar “aquellos rasgos que son específicos en nuestro país, en nuestra cultura y en nuestra forma de organización social. Así, hemos estudiado la formación de la sociedad red en Catalunya …” (Castells, M. et al., 2007: 26). No obstante, un estudio como el sugerido estaría incompleto, si no se consideran las tan diferentes formas de organización de una empresa red: “Es una organización a la vez coordinada y descentralizada, fundada en la unidad de proyecto de la empresa y en la flexibilidad y en la autonomía de cada una de sus unidades …” (ibid.: 21).
Los nuevos profesionales del conocimiento se desempeñan en organizaciones horizontales, en red. “En la empresa digital, las actividades se realizan en red: acceso a la información, gestión de clientes, procesos internos… el ciclo de la innovación es dinámico y hace partícipe al mayor número de actores (stakeholders) en las mejoras y cambios.” (Uriarte & Acevedo, 2018: 46). El poder en la organización ya no se relaciona solo con la jerarquía, como solía ocurrir. En esas condiciones, la autoconciencia y la personalidad del factor humano (e igualmente la conciencia organizacional) deberían ser tomadas muy en cuenta por los niveles estratégicos de la empresa.
La actividad académica y de investigación científica del ingeniero Carlos Vignolo, en el área de capital social, por ya más de cincuenta años, como profesor de la Universidad de Chile, es muy sui géneris. El profesor Vignolo le otorga una justificada importancia a la autoconciencia, en el proceso de formación de capital social. Particularmente, su interés se centra en la creación de una cultura de la innovación, para lo cual ha desarrollado una metodología, puesta en práctica en el Proyecto Kaysen. Una de sus conclusiones fundamentales, en su exitosa carrera, es: “Las emociones juegan un rol crucial en la construcción de la realidad” (Vignolo & Contreras, 2024).
Referencias:
Castells, M. et al. (2007). La transición a la sociedad red.
Uriarte, L. & Acevedo, M. (2018). Sociedad red y transformación digital: Hacia una evolución de la consciencia de las organizaciones.
Vignolo, C. & Contreras, A. (2024). Building social capital: A systems engineering approach. Webinar: https://youtu.be/o5MHb8wgIyI.
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