Un principio fundamental de la Teoría de los sistemas sociales (Luhmann) es que la complejidad de la sociedad moderna es tal que la vida transcurre en un ambiente de alto riesgo y peligrosidad permanente, manifiesto en todos sus subsistemas funcionales: político, económico, jurídico, etc. Esta complejidad es solo reducible a través de la confianza (individual, generalizada y funcional) y de los mecanismos de control de la desconfianza. Por una parte, no es posible llevar una vida normal si desconfiamos de todo lo que nos involucra, tanto con las personas como con las cosas (p.ej., debo confiar en que el dinero que tengo en mi cuenta bancaria no se va a desaparecer).
Por otra parte, para comprender a la sociedad se requiere de teorías, métodos y hasta de una disposición a adquirir un vocabulario especializado; en este caso, la terminología propia de la teoría de sistemas. Pensemos en lo que supone conceptualmente esta afirmación: “La sociedad no es vista como un resultado natural de la acción humana, sino como un resultado improbable de eventos contingentes… [y] estas improbabilidades se transforman [según Niklas Luhmann] en sistemas de comunicaciones generadores de significado.” (Luhmann, 2017 [1973/1975]: viii). ¿Se entiende? Es poco probable que alguien que lo haya leído una sola vez lo pueda interpretar.
Para comprender mejor el tema de la confianza y la desconfianza, es recomendable referirnos a las organizaciones como sistemas sociales, y luego extrapolar ideas y conclusiones al ámbito general de la sociedad, considerando su diferenciación (i.e., subsistemas sociales). El tema es de nuestro mayor interés por el significado que tiene la confianza, para la construcción de capital social en las organizaciones (empresariales, comunitarias, etc.) y para el fortalecimiento de la cohesión social. Un aspecto de la confianza que se ha venido estudiando, recientemente, es el funcionamiento (reglas) de los equipos virtuales en las organizaciones (Walther & Bunz, 2005).
La confianza intra-organizacional representa un área muy activa de la investigación científica y los modelos conceptuales incluyen, además del estudio de las interacciones entre los equipos de profesionales y gerentes (i.e., la intersubjetividad), a los procesos funcionales y de toma de decisiones. Al respecto, se considera a la confianza funcional (o sistémica) como un mecanismo para “lubricar los procesos decisionales que están constantemente atorados con la complejidad creciente de sus problemas… [Se propone] pasar de la confianza centrada en los sujetos a la confianza basada en las decisiones” (Mariñez, et al., 2024: 74, 80-81). Es un enfoque innovador.
La otra cara de la moneda es la desconfianza. En tanto que la confianza es una de las maneras más efectivas como los sistemas sociales reducen la complejidad, igualmente, la desconfianza aumenta la incertidumbre, en el comportamiento futuro de las organizaciones, introduciéndose de ese modo la variable tiempo en el análisis. Deben existir, por lo tanto, mecanismos de control de la desconfianza intra-organizacional. Un ejemplo de este tipo de control en las empresas son los relojes para verificar la entrada y la salida de los trabajadores, aceptados como algo normal. También existen mecanismos, como la planificación (metas, etc.), para reducir la incertidumbre.
Referencias:
Luhmann, N. (2017 [1973/1975]). Trust and power. Edited by C. Morgner and M. King.
Mariñez, C. et al. (2024). Giro funcional: Lineamientos para el diseño de un modelo conceptual sobre la confianza intra-organizacional.
Walther, J. & Bunz, U. (2005). The rules of virtual groups: Trust, liking, and performance in computer-mediated-communication.
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